2 de noviembre
CONMEMORACIÓN DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS
Comentario al Evangelio
de la Catena Aurea de santo Tomás de Aquino.
Juan
5, 25-26 "En verdad, en verdad os digo: que viene la hora, y
ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la
oyeren, vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo, así también
dio al Hijo el tener vida en sí mismo". (vv. 25-26)
San Agustín In Ioannem tract., 23.
Podría decir
alguno: si el Padre da vida al que cree en El, ¿de qué sirves tú? ¿No das vida?
Pero sépase que el Hijo da vida a los que quiere. Por esto dice: "En
verdad, en verdad os digo que viene la hora, y ahora es, cuando los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios y los que la oyeren, vivirán".
Crisóstomo in Ioannem hom. 38.
Como dice:
"Que viene la hora", para que no se crea que pasará mucho tiempo,
añadió: "Y ahora es". Y así como en la futura resurrección
resucitaremos en cuanto oigamos la voz del que lo manda, así sucedió entonces.
Teofilacto.
Mas dijo
esto refiriéndose a aquéllos que había de resucitar de entre los muertos, esto
es, la hija del jefe de la sinagoga, al hijo de la viuda, y a Lázaro.
San Agustín In Ioannem tract., 22.
Y para que
no se crea que al decir "pasó de la muerte a la vida" entendamos esto
respecto de la resurrección final, y queriendo manifestar cómo pasa el que
cree, añadió: "En verdad, en verdad os digo: que viene la hora, y ahora
es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren
vivirán". No dijo que viven y oyen, sino que resucitarán cuando oigan. ¿Y
qué quiere decir que oirán, sino que obedecerán? Porque los que creen y obran
según la verdadera fe viven y no están muertos, mas los que o no creen, o creen
viviendo mal, no teniendo caridad, más bien deben considerarse como muertos. Y
sin embargo, aun se trata ahora de esta época, que es la misma que habrá de
durar hasta el fin del mundo, como dice San Juan: "Esta es la hora
novísima" ( Jn 1,2-18).
San Agustín De verb. Dom. serm., 64.
Cuando los
muertos (esto es, los infieles) oigan la voz del Hijo de Dios (esto es, el
Evangelio), los que la oigan (esto es, los que la obedecieron) vivirán (esto
es, se justificarán y ya no serán infieles).
San Agustín In Ioannem tract., 22.
Mas
preguntará alguno: ¿tiene el Hijo vida, de la que vivan los que creen? La tiene.
Oye lo que dice El mismo: "Porque así como el Padre tiene vida en sí
mismo, así también dio al Hijo tener vida en sí mismo". Por lo que su
vivir es suyo propio, no lo toma de otro. No es ajeno, no es prestado, como el
que participa de la vida, que no es otra cosa más que El mismo; sino que tiene
vida en sí, y El es esa misma vida. Mucho más adelante: ¿qué es tu alma, no la
tenías muerta? Oye al Padre por medio del Hijo: levántate para que recibas vida
en El, la cual no tienes en ti. El Padre es por lo tanto quien te vivifica. El
Hijo también te vivifica porque tiene vida en sí mismo, y ésta es la primera
resurrección. Y otra vez más adelante: "Mas esta vida que tienen el Padre
y el Hijo, pertenece a tu alma; porque el cuerpo no conoce aquella vida de sabiduría,
sino el alma racional".
San Hilario De synodis defin. 6.
Encerrados
los herejes en los testimonios de las Sagradas Escrituras, conceden tan sólo
que el Hijo sea igual al Padre únicamente en el poder, pero no en la
naturaleza; no comprendiendo que la semejanza en el poder procede de la
semejanza de la naturaleza. Y nunca sucede que la naturaleza inferior se una
con otra naturaleza superior más poderosa que ella. Mas no puede negarse que el
Hijo de Dios pueda hacer lo mismo que hace el Padre, porque El mismo ha dicho
que lo mismo que hace el Padre esto hace el Hijo. Y a la igualdad del poder
sucede la igualdad de la naturaleza, cuando dijo: "Porque así como el
Padre tiene vida en sí mismo, así también dio al Hijo tener vida en sí mismo".
El significado de la naturaleza y la esencia está en la vida, que así como se
tiene, así se enseña que es dada para tenerla. Y que hay vida en uno y otro, lo
demuestra la esencia de uno y de otro. Y la vida que se engendra como vida
-esto es, la esencia que nace de la esencia-, mientras no nace de un modo
diferente -esto es, cuando nace una vida de lo que es vida-, tiene en sí la
naturaleza identidad de origen.
San Agustín De Trin., 15, 27
Se entiende,
pues, que el Padre dio la vida al Hijo cuando ya existía, no sin vida. Porque
como lo engendró en la eternidad, la vida que el Padre dio al Hijo
engendrándole, es coeterna con la vida de Aquél que la dio.
San Hilario De Trin., 1, 7
Porque ha
nacido del viviente como viviente es que se produce el efecto del nacimiento
sin novedad en la naturaleza. Pues no es algo nuevo lo que se engendra del que
vive como vivo, porque la vida no se suscita de la nada para que se dé el
nacimiento, y la vida que recibe de la vida su nacimiento ha de vivir
necesariamente en el viviente y ha de tener en sí como vivo al viviente, a
causa de la unidad de naturaleza y del misterio de su nacimiento inefable y
perfecto. Y ciertamente la fragilidad de la naturaleza humana se forma con
elementos distintos y se mantiene unida para vivir con elementos inanimados.
Por otro lado, lo que en ella es concebido no vive inmediatamente, ni vive por
entero siendo partícipe de la vida, pues hay muchas cosas que se separan por
entero antes de haber crecido sin darse cuenta. Pero todo cuanto hay en Dios
vive, pues Dios es la vida, y de la vida no puede salir nada más que lo vivo.
San Agustín in Ioannem tract. 22
Luego,
cuando se dice: "Dio al Hijo", es lo mismo que si se dijese engendró
al Hijo, porque dio engendrando. Y así como le concedió el que existiese, así
le concedió que fuese vida en sí mismo, para que no la necesitase de ninguna
otra parte, sino que El mismo fuese la plenitud de la vida de donde pudiesen
vivir los que creyesen mientras vivieren. ¿Qué diferencia hay entre Aquél que la
dio y Aquél que la recibió?
Crisóstomo in Ioannem hom. 38
Véase aquí
la semejanza, manifestando la diferencia en uno solo. Porque cuando existe
éste, existen el Padre y el Hijo.
San Hilario De synodis defin. 6
Hay diferencia entre la persona que recibe y la que da, porque no puede entenderse que sea uno mismo el que diera y el que recibiera. Porque uno vive para sí y otro confiesa que vive por el que le ha dado vida.
27-29 "Y
le dio poder de hacer juicio, porque es Hijo del hombre. No os maravilléis de
esto, porque viene la hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán
la voz del Hijo de Dios. Y los que hicieron bien, irán a resurrección de vida;
mas los que hicieron mal, a resurrección de juicio". (vv. 27-29)
Teofilacto
No solamente
concedió el Padre al Hijo el poder de dar vida, sino que también pueda juzgar.
Por esto dice: "Y le dio poder de hacer juicio".
Crisóstomo. in Ioannem hom. 38
¿En obsequio de quién se hace esto constantemente? Me refiero al juicio, a la resurrección y a la vida, porque todo esto es lo que puede conducir a la fe al oyente más rebelde. Porque el que vive persuadido de que resucitará y dará al Hijo la satisfacción de aquellas faltas que cometió, aunque no viere alguna otra señal, andará mirando este signo, procurando hacerse bueno ante el juez.
Prosigue:
"Porque es Hijo del hombre. No os admiréis de esto". Mas Pablo de
Samosata lo dice de este modo: "Le dio potestad de hacer juicio, porque es
hijo del hombre". Pero en esto, dicho así, no hay lógica alguna, pues no
recibió la facultad de juzgar por ser hombre. Porque entonces, ¿quién puede
prohibir que todos los hombres sean jueces? Pero como el Hijo de Dios es
inefable, por tanto es juez. Y así, cuando se lee: "porque es Hijo del
hombre, no os maravilléis de esto". Además, como parecía que para los que
oían estas cosas servía de dificultad lo que se les explicaba porque no creían
que Jesucristo fuese más que un puro hombre y las cosas que se les decía eran
superiores a lo que alcanza la esfera humana y aun a la de los ángeles, pues
eran propias de sólo Dios, queriendo deshacer esta duda dijo: "No os
maravilléis de esto" porque es Hijo del hombre. Y añade la causa por qué
no debe llamar la atención, diciendo: "Porque viene la hora cuando todos
los que están en los sepulcros oirán la voz del Hijo de Dios". Y ¿por qué
no dijo: 'No os maravilléis, porque es Hijo del hombre; y en efecto, es el
mismo Hijo de Dios?' Y así habló de la resurrección -como explicando la acción
que es propia de Dios-, dando a los oyentes motivo para discutir que era Dios e
Hijo de Dios. En efecto, quienes confunden los argumentos, cuando discutiendo
las partes demostraren claramente lo que se busca, en muchas ocasiones no
llevan a la conclusión. Pero obteniendo mejor victoria, abandonan a aquel que
contradice, para que se decida la cuestión en favor de ellos. Por tanto no
habló del juicio el que recordaba la resurrección de Lázaro, porque Lázaro no
resucitó para el juicio. Por esto sigue: "Y los que hicieron bien, irán a
la resurrección de vida: mas los que hicieron mal a resurrección de
juicio". Y como antes había dicho: "El que oye mi palabra y cree en
Aquél que me envió, no viene a juicio", para que no crea alguno que es bastante
para salvarse el tener fe, añadió aquí sobre la vida diciendo: "Y los que
hicieron bien... y los que hicieron mal".
San Agustín, ut supra
Como el
Verbo estaba en Dios desde el principio, recibió de Dios el tener vida en sí
mismo, pero como el Verbo se hizo carne, tomándola de la Virgen María, una vez
hecho hombre era también Hijo del hombre. Y como era Hijo del hombre recibió
poder de juzgar, lo cual se verificará al fin del mundo. Dios, por tanto,
resucita las almas por medio de Jesucristo, Hijo de Dios, y resucita a los
cuerpos por medio del mismo, en cuanto es Hijo del hombre. Por esto añade:
"Porque es Hijo del hombre", pues en cuanto Hijo de Dios, siempre la
ha tenido.
San Agustín De verb. Dom. serm., 64.
Mas a juzgar
vendrá con forma humana, y juzgará aquella forma que fue juzgada. Se sentará
como juez el que fue sometido a un juez. Condenará a los verdaderos reos el que
falsamente fue considerado como reo, y será muy justo para que los que han de
ser juzgados conozcan la justicia, porque serán juzgados los buenos y los
malos. Faltaba que en el juicio apareciese en la forma de siervo para los
buenos y para los malos, y que la forma de Dios la guardase únicamente para los
buenos. Por tanto, bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a
Dios.
San Agustín In Ioannem tract., 22.
Y todos
aquéllos que fundaron alguna secta o religión falsa, no podrán negar la
resurrección de las almas (en virtud de la que serán mejores, o de malas se
convertirán en buenas), aunque muchos hayan negado la resurrección de la carne.
Y si tú, Señor Jesús, no nos lo hubieres enseñado, ¿qué razón presentaríamos a
los que la impugnan? Para demostrarla añadió: "No os maravilléis de
esto". Esto es, de que haya dado potestad al Hijo del hombre para que
juzgue: "Porque viene la hora", etc.
San Agustín De verb. Dom. 62.
Y aquí no
añade: "Y ahora es", porque esta hora llegará al fin del mundo. Digo
que no os maravilléis porque he dicho conviene que los hombres sean juzgados
por un hombre. Pero ¿a qué hombres? No sólo a los que encuentre vivos, pues
añade: "Viene la hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán
la voz del Hijo de Dios".
San Agustín In Ioannem tract., 22.
¿Qué cosa más evidente? Los cuerpos están en los sepulcros, pero no las almas. También antes cuando dijo: "Viene la hora", y cuando añade "y ahora es", dijo a continuación: "Cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios". No dijo todos los muertos. Quiso referirse únicamente a los muertos malvados, porque no todos los inicuos obedecen al Evangelio. Mas al fin, todos los que están en los sepulcros oirán su voz y saldrán. No quiso decir: y vivirán, como había dicho antes cuando quiso que se comprendiera la vida eterna y bienaventurada, la cual no podrán alcanzar todos los que salen de los sepulcros. Has recibido, en verdad, el poder de juzgar porque eres Hijo del hombre. Resucitarán los cuerpos; sobre el mismo juicio di algo y escucha esto: "Y los que hicieron bien, irán a la resurrección de la vida", esto es, a vivir con los ángeles del Señor, "mas los que hicieron mal, a resurrección de juicio". Aquí se dice juicio en lugar de pena.