DÍA TREINTA Y UNO.
Respuestas de la conciencia.
BREVES MEDITACIONES SOBRE LOS NOVÍSIMOS
P. Juan Pedro Pinamonte, S.I.
y oración por los difuntos
ORACIÓN INCIAL
Por la señal…
Pongámonos en la presencia de Dios y adoremos su Divina Majestad.
Oh Dios mío, que condenándonos a la muerte, nos habéis ocultado el momento y la hora, haced que viviendo santamente todos los días de nuestra vida, merezcamos una muerte dichosa, abrasados en vuestro divino amor.
Haced que la meditación de las verdades últimas de la existencia del hombre sobre la tierra, nos sirvan de estímulo para arrepentirnos y detestar el pecado, y resolvernos a vivir y practicar la virtud.
Por los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con Vos, en unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.
Se leen los puntos para cada día.
DÍA TREINTA Y UNO.
Respuestas de la conciencia.
Pregunto a mi conciencia, y deseo que me responda:
1.- ¿Para qué fin me ha puesto Dios en el mundo? Únicamente para que me salve.
2.- ¿Cuántos medios me ha dado para salvarme? Innumerables en el orden de la naturaleza, en el orden de la gracia.
3.- ¿Qué he hecho yo hasta ahora para salvarme? Lo peor, que he podido, y como si estuviese en el mundo solo para condenarme.
FRUTO.
1. Haced la confesión general del mes pasado, y examinad el estado de vuestra alma sobre el progreso en los vicios, o adelantamiento en las virtudes.
2. Doleos de lo mal hecho, y proponed eficazmente emplear mejor el mes siguiente, considerando que puede ser el último de vuestra vida. Ofrecedle a Dios todo vuestro ser, alma, y cuerpo, potencias, y sentidos, obras, palabras, y pensamientos, y aprended aquella devota oración de San Ignacio, para repetirla todas las mañanas, luego que os levantareis. Recibid, Señor, toda mi libertad: recibid mi memoria, entendimiento, y voluntad con todo su ejercicio. Cuanto tengo, y poseo, Vos me lo habéis dado, y así todo os lo restituyo sin diminución alguna, y os lo entrego para ser gobernado enteramente por vuestra providencia. Solo os suplico me concedáis vuestro amor, y gracia, que con eso me doy por bastantemente rico, ni os pido, ni deseo otra cosa alguna.
PARA FINALIZAR
Por el eterno descanso de los difuntos y las benditas almas del purgatorio:
Pater noster…
V/ . Libra, Señor, sus almas.
R/. De las penas del infierno.
V/. Descansen en paz.
R/. Amén.
V/. Señor, escucha mi oración.
R/. Y llegue a ti mi clamor.
V/ . El Señor esté con vosotros.
R/. Y con tu espíritu.
Oremos:
Oh Dios, que otorgas el perdón y buscas la salvación de los hombres, pedimos a tu clemencia por la intercesión de la Bienaventurada Virgen María y de todos tus santos, para las almas de tus siervos que han salido de este mundo, la gracia de tener parte en la beatitud eterna: principalmente para las almas de mis familiares, amigos y bienhechores difuntos, y de aquellas más necesitadas y olvidadas. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
V/. Concédeles, Señor, el descanso eterno.
R/. Y brille sobre ellos la luz eterna.
V/. Descansen en paz.
R/. Amén.
V/. Por la misericordia de Dios y la intercesión de la Virgen María las almas de todos los fieles difuntos descansen en paz.
R/. Amén.