martes, 10 de octubre de 2023

DÍA 9. NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR POR ESPAÑA Y LOS PUEBLOS HERMANOS DE AMÉRICA

 


DÍA NOVENO

Gratitud de los españoles a su excelsa protectora por los infinitos beneficios que desde su venida ha dispensado a nuestra España

 

NOVENA A LA VIRGEN DEL PILAR

POR ESPAÑA Y LOS PUEBLOS HERMANOS

DE AMÉRICA

 

Por la señal…

 

INVOCACIONES

PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

1.-En alabanza de la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza, recemos el Avemaría pidiendo por la conversión de España y todos los pueblos y naciones que forman la Hispanidad, por sus gobernantes, legisladores y jueces, para que libres de las ideologías, defiendan los Derechos de Dios en nuestra Patria, como mejor garantía de los verdaderos derechos del hombre. Dios te salve María…

 

2.-En alabanza del mandato de la Virgen al Apóstol Santiago de construir este primer templo dedicado a ella a las orillas del Ebro, recemos el Avemaría pidiendo que en España, en los pueblos hermanos de América y en el mundo entero se ponga fin al terrible crimen del aborto y la eutanasia, y se defienda la vida desde su concepción hasta el fin natural de la misma y las leyes protejan a la familia. Dios te salve María…

 

3.-En alabanza del precioso don de su Sagrada Imagen que es nuestro amparo y consuelo en toda tribulación, recemos el Avemaría  pidiendo por la unidad y la paz de España así como la concordia entre todas las naciones que forman la Hispanidad, propia de los que profesan la misma fe católica, y especialmente pidamos por los jóvenes y los niños para que libres de prejuicios amen a su Patria. Dios te salve María…

 

4.-En alabanza del santo Pilar, Columna Angélica, símbolo de la fortaleza y estabilidad de la fe católica que la Virgen dejó en Zaragoza, hasta el fin del mundo, recemos el Avemaría pidiendo una renovación en la vida cristiana de los españoles y de todos los pueblos hermanos de América, con mayores deseos de santidad y de agradar a Dios, y con ello se ponga fin a la crisis moral, social, económica de nuestras naciones; donde todos sus ciudadanos puedan tener trabajo, sustento y vivienda digna. Dios te salve María…

 

5.-En alabanza y acción de gracias por todos los beneficios que la Virgen nos ha dispensado desde su altar de Zaragoza, recemos el Avemaría pidiendo por la renovación y santidad del clero español y de los países hermanos de América, por los obispos, sacerdotes, consagrados, para que, fieles a la Tradición de la Iglesia, conserven, testimonien y defiendan el legado espiritual e histórico de nuestra Patria. Dios te salve María…

 

[Se lee lo propio de cada día, con la oración final propia. Los textos de cada día corresponden a la Novena compuesta por el Padre Eustaquio Tresené, e impresa en Zaragoza en el año 1866.]

 

 

DÍA NOVENO

Gratitud de los españoles a su excelsa protectora por los infinitos beneficios que desde su venida ha dispensado a nuestra España

 

¡Soberana Reina de los ángeles! no ceso de admirar los singulares beneficios que en todo tiempo habéis dispensado a esta gloriosa Jerusalén, y mi alma se enajena de gozo al considerar que Vos habéis sido siempre el objeto más tierno de la gratitud española. ¡Oh gran Señora! Los españoles han estado siempre reconocidos a vuestros beneficios, y ha multiplicado obsequios los más fervorosos, en que os habéis complacido. La venerable antigüedad nos asegura, que en Zaragoza jamás han faltado verdaderos adoradores que, postrados ante la celestial Columna, os han ofrecido sus homenajes. La concurrencia al templo Angélico, las continuas adoraciones, las cesiones magnificas, las ricas joyas, los votos y ofrendas, todo confirma la gratitud más fina. ¡Qué solemnes festividades! ¡Cuántas oraciones en vuestro obsequio! ¡Con qué júbilo entonaban nuestros mayores vuestras alabanzas! ¡Con qué devoción oraban privadamente por todos los ángulos de vuestro magnífico Propiciatorio! ¡Cómo derramaban lágrimas de ternura en el afecto de su devoción! ¿Qué no hicieron en vuestro obsequio aquellos buenos hijos, los Fernandos, los Felipes, los Alfonsos, los Carlos, y cuánto se han empeñado todos los españoles en alabaros y ensalzaros como excelsa Protectora de nuestra España? ¡Pero ah!, ¿cómo se ha apagado entre nosotros aquel fuego que se comunicó a nuestros Monarcas y a tantos que veneraron agradecidos a la Reina del Cielo, en la cámara angelical de Zaragoza? ¡Prelados santos, héroes justos de la antigüedad, que llorabais en este sitio en el exceso de vuestra ternura! ¿Por qué no dejasteis a vuestros hijos, como otro Elías a su discípulo, el espíritu de vuestra devoción?

 

Pídase la gracia que se desea alcanzar por intercesión de la Virgen.

 

Oración final. ¡Oh excelsa Protectora! ¿Es esta la ciudad que produjo una serie innumerable de mártires? ¿Es esta la patria de los Valeros, de los Vicentes, de los Braulios? Dónde está el esplendor que le adquirieron los Torcuatos, Segundos, Indalecios y de más discípulos de nuestro Apóstol Santiago? Vos les comunicasteis el espíritu de su fervor, Vos les dispensasteis dones y gracias celestiales, Vos les colmasteis de prosperidades y bendiciones. ¡Oh Madre compasiva! ¿No habréis reservado siquiera una sola bendición para nosotros? ¿Acaso nos habréis olvidado? ¿Pero cómo puede una madre olvidar a sus hijos? Ya sé que Vos os desdeñaréis de recibir unos corazones esclavos de la vanidad, tributarios del vicio, y las alabanzas proferidas por unas lenguas que a cada paso blasfeman vuestro santo nombre. Pera volved los ojos sobre vuestro reino, mirad a vuestra amada ciudad. Mostrad que sois nuestra Madre. Aquí tenéis vuestros hijos postrados ante Vos, derramando lágrimas de contrición, y asidos con lazo el más fuerte de amor a vuestra sagrada Columna; no os dejaremos, ni nos separaremos de vuestra presencia, hasta que nos deis vuestra bendición. ¡Oh Madre de Dios del Pilar! Esta esperanza nos anima, esta protección nos alienta. Yo, Señora, el más indigno siervo, me consagro todo a Vos desde esta hora, para que dispongáis de mí a vuestro arbitrio. Admitid este cordial obsequio, y contadme en el dichoso número de vuestros esclavos, sellando mi frente con la preciosa marca de vuestro dulcísimo nombre, para que el cielo y la tierra vean que lo soy. Confieso, mi adorada Reina, que me hace indigna de esta gracia, el notable descuido que he tenido en obsequiaros, y en imitar vuestras virtudes. Pero sois Madre tierna y compasiva, y sabéis perdonar semejantes agravios. ¡Oh Reina celestial!

He concluido la súplica que os he hecho en este devoto Novenario. Espero con confianza, que me habréis concedido cuanto he pedido, siendo todo a mayor honra y gloria de Dios, obsequio vuestro, y bien de mi alma. Conformo mi voluntad con la vuestra, y no quiero, sino lo que Vos queráis. ¡Oh Madre amada! Me despido de Vos con lágrimas de ternura, alcanzadme el perdón de mis culpas, dadme vuestra bendición, cubridme con vuestro manto. No despreciéis mis súplicas, pues ya os entono himnos de gloria en testimonio de mi gratitud. Acordaos del Jefe supremo y pastor universal de la Iglesia, y de nuestro Prelado diocesano. Bendecid a los reyes católicos y príncipes de nuestro reino. Derramad vuestros dones sobre nuestra España eminentemente católica. Mirad desde el Cielo, visitad y haced florecer esta viña, que plantó vuestra diestra sagrada. Mostraos Madre de los españoles, guardad vuestros hijos en este valle de lágrimas, y conducidlos al reino eterno de la Gloria. Criaturas todas de la tierra, saludad a María, como gran Señora del Universo. Amén.

 

***

"Bendita y alabada sea la hora

en que María Santísima vino en carne mortal

a Zaragoza."

¡Virgen del Pilar, Inmaculada, Reina de España,

acelerad el Reinado del Corazón de vuestro Hijo! Amén.

Ave María Purísima, sin pecado concebida.