domingo, 8 de octubre de 2023

DÍA 9. LA PÉRDIDA Y HALLAZGO DEL NIÑO JESÚS. IBAN TODOS LOS AÑOS A JERUSALÉN

DÍA 9. LA PÉRDIDA Y HALLAZGO DEL NIÑO JESÚS.

IBAN TODOS LOS AÑOS A JERUSALÉN

 

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

DÍA NOVENO

IBAN LOS PADRES DE JESÚS TODOS LOS AÑOS A JERUSALÉN  EN EL DÍA SOLEMNE DE LA PASCUA. (Lc 2, 41)

 

PUNTO 1º- Ya hemos podido observar por las precedentes meditaciones lo exactos que eran María y José en el cumplimiento de las divinas leyes, aunque no estuvieran a ello obligados. Por esta causa iban todos los años a Jerusalén en el día solemne de la Pascua, para celebrar allí la festividad de este gran día. Mas ¡cuán ajenos estaban ellos de que este mismo exacto cumplimiento daría motivo a Dios para probar su grande paciencia! ¿Cómo iban a pensar ellos que andando el tiempo Jesús se había de apartar de su compañía, dejándolos en la mayor confusión y en el mayor desconsuelo? Puedes tú, por tanto, alma mía, estar prevenida para no afligirte demasiado, ni mucho menos desesperar cuando Dios quiera probarte a pesar de tu buen comportamiento, por lo contrario, conformarte con la voluntad de Dios y esperar de Él el remedio, si te conviene. Pues ya se sabe que Dios, por lo general, no premia las virtudes que practicamos, en esta vida, sino en la otra, lo que es un bien mucho mayor. Porque si Dios nos pagara únicamente con bienes terrenos las obras buenas que practicamos, ¿en qué nos distinguiríamos de las demás criaturas materiales de este mundo? No; nosotros somos algo más; aspiramos a una gloria inmortal, a la vida eterna. Por tanto, no debemos desmayar con los trabajos de esta vida. 

 

PUNTO 2º- Colocábanse en el Templo de Jerusalén, durante el sacrificio, los hombres a un lado y las mujeres a otro. Esto fue causa de que José y María, una vez llegados al Templo, se separaran. Mas los niños podían estar ya con los hombres, ya con las mujeres. De aquí que María creyese que Jesús estaba con José, y éste creyese que estaba con María. Así hicieron el viaje de un día, de regreso a Nazaret, sin que echaran de ver la falta de Jesús. Mas ¡cuál fue su dolor al notar que aquel Divino Niño, único consuelo de su alma, no venía con ellos! ¡La pérdida de todo cuanto poseían y aún de la misma vida no les fuera tan sensible a aquellos dos castísimos esposos! ¿Sientes tú, alma mía, de esta manera el perder a Dios, cometiendo algún pecado grave? Bien puede ser que no, a pesar de que por esta causa te expones a condenarte. Tú prefieres cualquier bien terreno a la amistad y gracia de Dios, perdiéndole por tu culpa, no como José y María, que le perdieron sin culpa suya. Procura, pues, con todas tus fuerzas enmendarte de tan gran yerro. 

 

PUNTO 3º- Mira, si no, la diligencia con que los Padres de Jesús le buscan por todas partes, para no estar separados de Él, ni aun en cuanto a la presencia material, pues su gracia y amistad la conservaban en su alma. Preguntan a los parientes, amigos y conocidos, si por ventura habían visto al que amaba su alma. Pero ninguno les da cuenta de Él, creciendo con esto el dolor y la pena de sus corazones. Mas como Jesús no quería privar a María y a José, a quienes tanto amaba, de su divina compañía, hace que lo encuentren en el Templo, después de tres días, devolviendo por este medio la alegría y la tranquilidad a los pechos de los que con tanto amor le buscaban. No ceses tú tampoco, alma mía, mientras estás en este mundo, de buscar a Jesús, que únicamente así es como podrás hallarlo en la vida eterna n solo momento de descuido puede ser causa de tu eterna desgracia. Ya sabes también lo que dice el Señor: que el que pone la mano en el arado y vuelve la vista atrás, no es apto para el reino de los cielos. Si, pues, buscas a Jesús con constancia, le hallarás infaliblemente algún día en la vida eterna. 

 

ORACIÓN

A JESÚS EN EL TEMPLO

Divino Niño, rey de las almas y única esperanza de nuestra eterna salvación, comprendo demasiado los motivos, que tienes para permanecer alejado de mí, por lo mucho que te he ofendido, y sé muy bien que no puedo comparar esta ausencia con la que privó a José y a María de tu santísima presencia, pues ellos eran justos y yo gran pecador. ¿Mas a dónde iré yo sin Ti, Jesús mío? ¿Qué consuelo podrá tener mi alma con sólo las cosas miserables de la tierra? ¿Ni cómo de esta manera podré conseguir mi dicha eterna? Te ruego, pues, dulce Jesús mío, por la intercesión poderosa de tu Madre benditísima, a quien consolaste en el templo, descubriéndote nuevamente a ella, que me concedas tu gracia y amistad, si es que no la tengo, dándome un verdadero dolor de todos mis pecados; y si la tuviere que vaya siempre en aumento para así mejor poder agradarte; a fin de que, de esta manera, con tu ayuda y la intercesión de tu Madre Santísima, no me aparte yo de Ti ni en el tiempo ni en la eternidad. Amén. 

 

Obsequio a María: Decir con frecuencia esta jaculatoria: Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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