domingo, 29 de octubre de 2023

DÍA 30. LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN. UNA CORONA DE DOCE ESTRELLAS

DÍA 30. LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN. UNA CORONA DE DOCE ESTRELLAS

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

DÍA TRIGÉSIMO

TENÍA EN LA CABEZA

UNA CORONA DE DOCE ESTRELLAS (Ap 12, 1)

 

PUNTO 1º- Estas palabras, que se encuentran en el Apocalipsis de San Juan, se aplican principalmente a la Iglesia, siendo las estrellas que forman la diadema de su cabeza, los doce Apóstoles, pues ellos fueron los primeros en extender por el mundo la luz del Evangelio. Pero San Agustín y otros Santos Padres dicen que también pueden entenderse de María estas palabras, aun tomadas en el sentido literal. Y ciertamente, ¿no resplandecen en ella, más que las estrellas del firmamento, los frutos del Espíritu Santo, que son doce, los cuales, si existían ocultos en María mientras vivió en este mundo, luego en el cielo aparecieron con todo su esplendor? ¿Con qué joyas más preciosas podía obsequiar el Espíritu de Dios a su Inmaculada Esposa, que con el celestial resplandor de estos frutos? Sí; en María aparecen principalmente después de su coronación en el cielo, la caridad más ardiente y encendida; la paz, de la gloria, la largueza y benignidad más grandes, como Señora que es de todo lo criado; la visión más perfecta en sustitución de la gran fe que antes tuvo; la moderación en todo, paciencia, bondad, mansedumbre y modestia practicadas antes por Ella con la mayor escrupulosidad. De esta manera, alma mía, brillan y reinan en el cielo los que, en este mundo sirven a Dios. ¿No aspiras tú a conseguir esta tan grande dicha? Y si así es, ¿por qué ahora no procuras dejarte conducir siempre por las santas inspiraciones del Espíritu del Señor? 

 

PUNTO 2º- Mas ¿qué poderes se confieren a María al coronarla en el cielo con esta solemnidad y pompa indescriptibles? Podemos contestar que todos los que Dios puede conceder a una pura criatura. María era ya Madre de Dios, y por esto el Hijo de Dios la quiso obedecer en este mundo. También era Madre de los hombres, y por esto tenía sobre nosotros todo el derecho que puede tener una madre. Pues bien, ahora es además reina de los ángeles, terror de las Potestades del averno, señora del universo. Así como Faraón dijo a José en otro tiempo: Sin tu mandato no se moverá nada en mi reino, así Jesucristo dijo a María: Sin tu voluntad y beneplácito nada .se ejecutará ni en el cielo, ni en la tierra, ni en los abismos. Los espíritus malignos sólo tendrán libertad para tentar las almas en cuanto tú se lo permitas; los pecadores se salvarán por tu intercesión y tus ruegos; lo ángeles te servirán de criados y ministros para este oficio. ¡Qué dicha, alma mía, para los hombres! 

 

PUNTO 3º- Fíjate, por fin, alma mía, en la circunstancia de que María, antes de ser reina del universo, era ya Madre nuestra. ¿Qué no podemos esperar, por tanto, de esta reina celestial y divina? ¿Qué le pediremos que no nos lo conceda? Bien se acuerda María de que es nuestra Madre, pues de otra manera no hubiera conseguido de su Divino Hijo tantas gracias para los hombres. Sólo desea ella que acudamos a sus plantas en demanda de auxilio, para concedernos lo que le pedimos, si no redunda en daño de nuestra alma. En verdad que uno de estos títulos, concedido a María, sin el otro, no fuera para los hombres de tanto provecho; pero los dos unidos en la mujer que posee el corazón más amante y cariñoso, es una suerte no merecida por el mundo. Ocúpate, pues, alma mía, en adelante en alabar a Jesús y a María que tanto se interesan por que consigas tu eterna salvación. 

 

ORACIÓN A JESÚS OFRECIENDO

A MARÍA EL PODER Y GOBIERNO DEL MUNDO

¡Soberano dueño de los ángeles, y de los hombres, que no contento con haberte hecho hombre por su amor y haber derramado toda tu sangre por ellos, quieres, además, elevar a la dignidad de Reina del mundo a la que antes nos diste por Madre, para que de este modo acudamos a ella con el mayor amor, y confianza a la vez, ¡cuán ingeniosas son, Jesús mío, las manifestaciones de tu infinita bondad! Todo te parece poco para los hijos que engendraste en la cruz a costa de tantos desvelos y, de la misma muerte. Por esto yo,  rendido a tus pies, propongo con la mayor firmeza aprovecharme de todas estas gracias, honrando con el mayor amor a tu Madre Santísima y acudiendo a ella en todas mis necesidades. Así, Jesús mío, no dudo que me mantendrá siempre en tu gracia y amistad, y algún día podré alabar tu bondad y misericordia eternamente en el cielo. Amén. 

 

Obsequio a María: Abstenernos de toda visita, aun lícita, siempre que con ello no se siga algún perjuicio espiritual o corporal, espiritual principalmente. 

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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