lunes, 16 de octubre de 2023

DÍA 17. JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS. Y LE CONDUJERON PARA CRUCIFICARLE

DÍA 17. JESÚS CON LA CRUZ A CUESTAS. Y LE CONDUJERON PARA CRUCIFICARLE

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

DÍA DECIMOSÉPTIMO

Y LE CONDUJERON PARA CRUCIFICARLE

(Mt 27, 31)

 

PUNTO 1º- Consideremos hoy, alma mía, la nueva crueldad que usaron con Jesús sus enemigos, haciéndole llevar sobre sus hombros el instrumento infame de su suplicio. Debemos advertir que sus enemigos no usaron de esta crueldad con los dos ladrones que debían ser crucificados con Él. ¡Como si Jesús fuera más criminal que todos ellos! En la comparación con Barrabás, sale Jesús condenado; y ahora le posponen también a aquellos dos criminales, haciéndole a Él solo llevar la cruz. Mas ¡ah! que los dos ladrones pagaban sólo por sus pecados propios y Jesús satisfacía a la justicia divina por los pecados de todo el mundo. Siendo esto así, nada tenía de particular que Jesús sufriera más que todos los criminales, pues satisfacía por los pecados de ellos, por los míos, que son tantos, y por los de todos los hombres. ¡Cuánto debía pesar, por lo tanto, esta cruz sobre los hombros de nuestro divino Redentor! No le aumentes, pues, más el peso, alma mía, cometiendo nuevos pecados, sino antes, al contrario, procura satisfacer por los que has hecho,  entregándote a la penitencia y a la mortificación. 

 

PUNTO 2º- Debes considerar también, alma mía, para que más te muevas a compasión de Jesús, las pocas fuerzas que le quedaban para sostener tan grande peso. ¡Ah! Jesús había perdido casi toda su divina sangre en el tormento de los azotes; tenía además las espaldas todas llagadas, o, mejor dicho, hechas una pura llaga. ¿Con qué fuerzas había de sostener sobre sus hombros la grande carga de la cruz! Sus rodillas y todo su divino cuerpo se estremecerían agobiados y afligidos con este nuevo tormento. Para que veas, alma mía, como habiendo voluntad para hacer una cosa, se consigue fácilmente, a pesar de la debilidad y mal inclinaciones de nuestra naturaleza muchas veces, como carecemos de esta buena voluntad, alegamos mil razones para no hacer lo que es del servicio del Señor. Mas esto generalmente, no es más que un engaño del enemigo. 

 

PUNTO 3º- Tampoco debes echar en olvido, alma mía, tratándose del misterio de la cruz a cuestas, el pregón inicuo que delante de Jesús iban dando para que todos supieran la justicia con que se entregaba a aquel malhechor á muerte de cruz. En él se le acusaba de seductor, de revolvedor de pueblos y de blasfemo, según lo cual debía morir de aquella manera para que se cumplieran las leyes reveladas de aquel pueblo. ¿Puede darse injuria más atroz, siendo así que Jesús había demostrado y patentizado con milagros que Él era el Hijo Dios y el Mesías prometido en la ley? ¿No había resucitado pocos días antes Lázaro después de cuatro días muerto? ¿Pues entonces, cómo tanto fanatismo y osadía para atreverse a publicar crímenes tan falsos? ¡Ay alma mía, que no me extraño tanto de esto, cuanto de que tú no imites a Jesús en la paciencia, cuando te ofenden o calumnian! 

 

ORACIÓN A JESÚS

SALIENDO DEL PRETORIO DE PILATOS

CON LA CRUZ A CUESTAS

¡Humildísimo Jesús, único consuelo y fortaleza de las almas, ¡Cómo podría yo imaginar que tú quisieras llevar sobre tus divinos hombros el leño de la cruz en que habías de ser crucificado hasta el Calvario, siendo así que a ningún malhechor se obligó hasta ahora a sufrir esta pena? Y mucho más estando tan falto de fuerzas por la sangre derramada. Yo, Señor, quisiera ayudarte a llevar tan grande carga, más me encuentro tan mal inclinado, que me lleno de confusión. El medio para ello era evitar el pecado en absoluto y entregarme a la mortificación. Mas mi natural se resiste, sobre todo, a lo segundo. Tú, pues, Jesús mío, que por mi salvación llevaste esa cruz, ayúdame ahora a vencer mi flojedad y tibieza, para que con este auxilio y la intercesión de mi soberana Reina y Señora María Santísima logre seguirte, primero hasta el Calvario, y después a la gloria. Amén. 

 

Obsequio a María: Permanecer de rodillas con los brazos en cruz, durante el rezo de cinco credos o de un rato de oración mental. 

 

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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