sábado, 28 de octubre de 2023

DÍA 29. LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN. VEN, ESPOSA MÍA

 

DÍA 29. LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN. VEN, ESPOSA MÍA

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

DÍA VIGÉSIMONONO

VEN, ESPOSA MÍA, VEN DEL LÍBANO;

VEN Y SERÁS CORONADA. (Cant 4, 8)

 

PUNTO 1º- No se han terminado, alma mía, los triunfos de María con la gloria de su Asunción gloriosa al cielo; por lo contrario, ahora es cuando va a experimentar lo mucho que Dios la ha amado, y lo que valen las grandes virtudes practicadas en este mundo. ¿No es verdad que sufrió más que todas las otras criaturas y con mayor resignación y amor de Dios que ninguna de ellas? ¿No es cierto que por este motivo se asemejó a su divino Hijo más que todos los otros seres racionales? Pues la que le imitó en las virtudes y en la perfección de su alma, justo es que tenga una gloria semejante a la de EL Jesucristo con su sangre compró al mundo, quedando de él Supremo Dueño y Señor. Y por esto dijo a los Apóstoles después de resucitado: Se me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra. Pues esta misma potestad debía darse también en cierto modo a María. Y por esto una vez realizada su gloriosa Asunción, la Santísima Trinidad la corona por Reina y Señora de todo lo criado. ¡Qué dicha tan grande, por lo tanto, alma mía, ser vasallo de tan gran Reina; que es a la vez nuestra Madre! Pues esta dicha la tienes tú, que apenas te acuerdas de considerar la importancia de este misterio. ¿Qué te podrán hacer ya tus enemigos espirituales, militando bajo las banderas de tan gran Señora, si tú procuras cumplir siempre como buen soldado, obedeciendo sus órdenes y sus inspiraciones? 

 

PUNTO 2º- Mas para que los cielos vieran la justicia con que a María se la elevaba á tan grande dignidad, el Padre Eterno manifiesta que aquella es su Hija amada, y la proclama por tal; el Hijo la aclama de la misma manera por su Madre amantísima, y el Espíritu Santo inspira a aquellas celestiales inteligencias, que Él la ha aceptado por esposa. Ante estas manifestaciones de la Beatísima Trinidad, los espíritus angélicos llenos de profunda humildad se postran reverentes, acatando con júbilo aquellas disposiciones del divino Hacedor. Y así postrados, con la mayor alegría y entusiasmo entonan a María este himno sagrado, que compendia toda su grandeza: Dios Le salve, Hija de Padre; Dios te salve, Madre de Dios Hijo; Dios te salve, Esposa del Espíritu Santo; Dios te salve, templo y sagrario de la Santísima Trinidad; sea dada gloria a ella por los siglos de los siglos. ¡Espectáculo más grandioso no lo han presenciado el cielo ni la tierra, tratándose de una pura criatura! 

 

PUNTO 3º- Después de esto, las tres personas divinas colocaron sobre su cabeza aquella corona de gloria inmortal, que mis labios no pueden definir. Ni el oro, ni las perlas, ni cuánto hay de más precioso en este mundo, tiene nada que ver con aquella joya indefinible con que entonces fueron ornadas las sienes de María. ¿Cuál sería ella? Ante los cambiantes purísimos de esta corona celestial, los rayos del sol son fatigosa penumbra que entristece el corazón; las aguas y facetas de los más pulimentados brillantes es vapor nebuloso que ciega nuestra vista; el rojo encendido. de los rubíes, el verde de las esmeraldas, el morado de las amatistas, el precioso amarillo de los topacios, el azul celeste de las turquesas sólo es confuso destello de la opaca materia de este mundo. Alégrate, pues, alma mía, de ver a María tan ensalzada, y procura en adelante seguir sus caminos e imitar sus ejemplos, si quieres después participar también de su gloria. 

 

ORACIÓN A JESÚS PROCLAMANDO A MARÍA

REINA DEL CIELO Y DE LA TIERRA

¡Oh, Jesús dulcísimo, rey de todo el universo, ante cuyo nombre se arrodillan los cielos, la tierra y los abismos, ¡cuántas gracias tengo que darte por haber elevado a tu Madre Santísima, que es mi Madre también, a la dignidad que le conferiste, coronándola por Reina de todo lo creado! Los enemigos de las almas debieron temblar al tener noticia de este trascendental acontecimiento; pues por este medio los dejabas completamente sujetos a la que quebrantó su cabeza y dio al mundo la vida. ¿Qué podré yo temer de sus asechanzas, por tanto, si con devoción procuro acudirá este universal refugio de los pecadores? Las más terribles tentaciones serán por mi superadas fácilmente con este poderoso auxilio. Dame, pues, Jesús mío, que acuda siempre con tiempo a este refugio de los cristianos, para que vencidos mis enemigos y superadas todas sus tentaciones, pueda algún día cantarte eternas alabanzas en el cielo. Amén. 

 

Obsequio a María: Huir de toda murmuración del prójimo, por leve que ésta sea. 

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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