miércoles, 18 de octubre de 2023

DÍA 19. CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR. ERA LA HORA DE TERCIA

DÍA 19. CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR. ERA LA HORA DE TERCIA

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

 

DÍA DÉCIMONONO

ERA LA HORA DE TERCIA

CUANDO LE CRUCIFICARON (Mc 15, 25)

 

PUNTO 1º- ¿Qué reflexiones te haré hoy, alma mía, sobre la crucifixión y muerte de Jesús, siendo así que tú conoces ya perfectamente este misterio doloroso? No ignoras la fatiga y cansancio con que Jesús llegó a la montaña del Calvario, estando tan falto de fuerzas y llevando sobre sus hombros el gran peso de la cruz. Pues bien, sus enemigos lejos de darle algún momento de reposo empiezan a desnudarle de sus vestiduras para hacer más afrentosa su muerte. Y no fue esto solo el tormento de Jesús en este momento, sino también el dolor inmenso, que le produjo el arrancárselas de golpe estando con la sangre pegadas a las llagas. ¿No podían aquellos asesinos perdonar esta nueva crueldad, viendo que Jesús estaba ya casi agonizando? Temieron en el camino del Calvario, que se. les muriera y por esto le pusieron por ayuda a Simón Cireneo; y no temían ahora, que con esta renovación de las heridas perdiera la poquísima sangre que le quedaba. Además, este nuevo y cruel dolor podía también acelerar su muerte. Pero ellos en nada de esto pensaban, porque dominados por un furor diabólico, sólo estudiaban el medio de hacer más penosa la muerte de Jesús. Esto sucede también, alma mía, a aquellos malos cristianos que abusaron muchas veces de las gracias divinas, que ciegos en sus vicios no pecan ya por el deleite, sino por la costumbre depravada. ¡Cuán difícil es la conversión de estos pecadores! Mira, pues, mucho por ti, alma mía, no sea que por tus descuidos vengas a caer en esta ceguera. 

 

PUNTO 2º-Una vez que los sayones hicieron con los barrenos en la cruz los agujeros para los clavos, mandaron a nuestro divino Salvador tenderse sobre ella para crucificarle. ¡Qué espectáculo aquél tan doloroso! ¡El Hijo de Dios desnudo en medio de aquellas sanguinarias muchedumbres que le insultaban sin cesar! ¡Los sayones dando martillazos sobre las manos y pies sacratísimos del Redentor con la mayor ferocidad e incomprensión! ¡Los clavos despedazando aquellas carnes purísimas, en quien nunca se halló pecado! ¡María Santísima, viendo y oyendo todo esto con el corazón hecho un piélago de dolor! ¡Ay! ¡Y todos los demás hombres, por quienes esto padecía Jesús entregados tal vez a sus vicios y placeres! Allí estabas tú también, alma mía, atormentando a Jesús con tus pecados y tus infidelidades. ¿No te avergüenzas de ello? ¿No te confundes y anonadas por el rubor que te causa tanta maldad? Si así no te sucede, puedes temer que Dios te haya ya abandonado. 

 

PUNTO 3º- Una vez fijado Jesús a la cruz con los clavos, le levantaron en alto como fruto del árbol divino que había de devolver la salud al mundo. El dolor que Jesús experimentó fue espantoso y terrible. Quedar suspendido en el aire por tres clavos de hierro que desgarraban sus pies y manos con todo el peso del cuerpo, no es para pensado ni imaginado, sino para sentido. Todos sus nervios se crisparon violentamente con la fuerza del dolor. Y Jesús no espiró en aquel instante, porque aún le quedaba que hacer su testamento en siete admirables palabras que habló desde la cruz. No sintieron este dolor los ladrones que fueron crucificados con él, porque a éstos, según la tradición, los sujetaron a su cruz respectiva con cordeles. Espántate, pues, alma mía, de tantos tormentos y no ceses, durante toda tu vida, de pedir perdón a un Dios tan bueno a quien tanto ofendiste. Síguele por el camino de la cruz, si quieres hallarle luego en la gloria. 

 

ORACIÓN A JESÚS TENDIDO SOBRE LA CRUZ

PARA CRUCIFICARLE

Esposo celestial de las almas, dulce Salvador mío, ¡quién pudiera pensar que tu cama al nacer fuera un pesebre y una ignominiosa cruz al morir! ¡No has hecho inmensos bienes al mundo para que el mundo te trate de esta manera! ¡No has venido a redimirlos y a sacarlos de la esclavitud de Satanás, para que ellos te consideren como el peor criminal? ¡No lea has probado con milagros que eras el Hijo de Dios, para que ellos se atrevan a atormentarte y darte muerte! ¡Oh, Señor, que, viniendo al mundo para salvarle, el mundo no te ha conocido! Y aun yo conociéndote, gracia que no a todos concediste, te ofendo de la propia manera que los judíos y sayones. No permitas, dueño mío, que suceda así en adelante. Sino por los dolores de tu pasión y por los de tu Santísima Madre, que contigo padeció en el Calvario, concédeme que observe en adelante todos tus divinos preceptos y al mismo tiempo, procurando con todas mis fuerzas extender por la tierra tu gloria, logre contemplarte en el cielo eternamente. Amén. 

 

Obsequio a María: Ejecutar alguna obra de misericordia con algún necesitado. 

 

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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