lunes, 9 de octubre de 2023

DÍA 10. LA PÉRDIDA Y HALLAZGO DEL NIÑO JESÚS. LO HALLARON EN EL TEMPLO

DÍA 10. LA PÉRDIDA Y HALLAZGO DEL NIÑO JESÚS. LO HALLARON EN EL TEMPLO

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

DÍA DÉCIMO

LO HALLARON EN EL TEMPLO

EN MEDIO DE LOS DOCTORES (Lc 2, 46)

 

PUNTO 1º- José y María hallan a Jesús en el Templo después de tres días de haberle perdido. Lo primero que debes considerar, alma mía, en este encuentro, es lo que María dijo a Jesús, cuando le halló: Hijo mío, ¿por qué has hecho esto con nosotros? He aquí que tu padre y yo te andábamos buscando llenos de dolor. No descansaron un momento después de haberle perdido. Y no sólo lo hubieran buscado por espacio de tres días, sino durante toda su vida, si antes no lo hubieran hallado y si Dios no les ordenaba otra cosa. ¡Tan grande era su amor a Jesús! De aquí el que María dijera a Jesús que le buscaban llenos de dolor. ¿Cómo podía ser de otro modo? Al grande amor se sigue siempre un dolor igual o mayor por la pérdida del objeto amado. Por esto tú, alma mía, que amas tan poco a Dios, sientes también poco el perderle y el vivir alejada de Él por el pecado. Enmiéndate de este yerro, y nada sientas tanto en el mundo como una ofensa grave, y aun leve, hecha contra Jesús, tu dulce Salvador. 

 

PUNTO 2º- Considera en segundo lugar el sitio donde hallan a Jesús sus santísimos padres. No entre los parientes o amigos; no entre el bullicio de las gentes, sino en el Templo, en la casa de oración, en el lugar donde principalmente Dios escucha nuestras plegarias. Este es el lugar que deben preferir los cristianos cuando sus ocupaciones y las obligaciones de su casa les permiten disponer de algún tiempo libre, y por eso Jesucristo nos lo enseña con este ejemplo. Por eso contesta a la pregunta de su santísima Madre, diciendo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que a mí me toca entender en las cosas que son del servicio de mi Padre? En verdad; este era uno de los principales objetos por los cuales Jesucristo había venido al mundo. Procuraba, pues, por todos los medios la gloria de su Padre celestial, sometiendo en todo su voluntad humana a la divina. No podía ser de otra manera, cuando por obedecer esta divina voluntad, había descendido del cielo a la: tierra, sometiéndose a todos los trabajos. 

 

PUNTO 3º- También es de notar en esta meditación, la ocupación en que encuentran José y María á Jesús. Le hallan, como dice el Santo Evangelio sentado en medio de los Doctores de la ley, oyéndolos y preguntándoles al mismo tiempo. Los Doctores no podían menos de admirarse al ver tanta sabiduría en un niño de tan corta edad, pues sólo contaba doce años. Quedaban estupefactos todos los que le oían viendo su prudencia y sus respuestas. Esto nos demuestra a nosotros dos cosas: la primera que el Eterno Padre se complacía en glorificar a su divino Hijo, pues le presentaba ocasión de manifestar su divina ciencia, confundiendo a los sabios de este mundo. De este modo empezaba a recompensarle los grandes trabajos y humillaciones que padecía por su gloria. Y segunda, no quería estar ocioso; aprovechaba todas las ocasiones para poder hacer bien a los hombres y manifestarles sus divinas enseñanzas. Procura, tú también, alma mía, a semejanza de Jesús, dar con todos tus actos gloria a Dios, sirviendo al mismo tiempo a tu prójimo con amor; no desprecies jamás el tiempo precioso, que Dios te concede para conseguir tu eterna salvación. 

 

ORACIÓN A JESÚS

EN MEDIO DE LOS DOCTORES

¡Oh, Jesús de mi alma, Sabiduría infinita, que, movido de tu grande amor a los hombres, procuras instruirlos en tus celestiales doctrinas, discutiendo en el templo con los Doctores de la ley, ¡quién me diera, que yo pudiera escuchar tales enseñanzas de tus divinos labios para ilustrar debidamente mi inteligencia! Con ello evitaría, Dios mío, el caer en muchas faltas, que tal vez no conozco por mi ignorancia, y que por esto no trato de evitar. Ilumina, pues, amado de mi alma, mi inteligencia para que yo te conozca y te ame con todo mi corazón. Y ayúdame, por lo menos, a mantenerme siempre constante en la fe y en las demás enseñanzas de la Iglesia puesta en el mundo por ti como maestra de la verdad, para que, guiado con esta luz e ilustrado con tus santas inspiraciones, logre, por la intercesión de tu Madre santísima, obrar siempre en conformidad con tu santísima voluntad y por este medio vivir en tu gracia y conseguir la vida eterna. Amén. 

 

Obsequio a María: Guardar el mayor silencio todo el día y no hablar sino de cosas de Dios y de su santo servicio. 

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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