jueves, 19 de octubre de 2023

DÍA 20. CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR. ALLÍ LE CRUCIFICARON

DÍA 20.CRUCIFIXIÓN Y MUERTE DEL SEÑOR. ALLÍ LE CRUCIFICARON

 

ORACIONES PARA TODOS LOS DÍAS

 

wPara comenzar todos los días

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Bendita sea la Santísima Trinidad que formó a María Santísima Inmaculada desde el primer instante de su ser, conservándola pura antes del parto, en el parto y después del parto, y enriqueciéndola con todas las gracias y dones de su divino Espíritu, por todos los siglos de los siglos. Amén. 

 

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. (x 3)

 

ORACIÓNA MARÍA SANTÍSIMA

Soberana Reina de los cielos, Abogada de los pecadores y consuelo de todos los afligidos, que quisiste inspirar al gran Patriarca Santo Domingo de Guzmán, tu fiel siervo, la devoción del Santísimo Rosario, para que con ella pudiera vencer a los obstinados herejes albigenses, enemigos implacables de nuestra Religión y de nuestra fe, proveyendo al mismo tiempo en ella un medio sencillo y eficacísimo para conseguir vuestra protección y atraer sobre nuestra alma las gracias del cielo; alcánzanos de tu divino Hijo, nuestro adorable Redentor, que hagamos este santo ejercicio del mes de Octubre a Ti consagrado, con la mayor piedad, atención y recogimiento, para que por este medio consigamos ser, durante toda nuestra vida, incansables devotos de tu Santísimo Rosario. Tú, ¡oh, Virgen María, cuyas gracias y misericordias para con los que te invocan, no se agotan jamás, haz que en estos días participemos de ellas con mayor abundancia, a fin de que, considerando en esta vida tus virtudes y procurando al mismo tiempo imitarlas, podamos algún día cantar tus alabanzas en la gloria por toda la eternidad. Amén. 

 

w Meditación para cada día y oración final.

DÍA VIGÉSIMO

ALLÍ LE CRUCIFICARON Y CON ÉL OTROS DOS A UN LADO Y A OTRO, QUEDANDO EN MEDIO JESÚS. (Jn 19, 18)

 

PUNTO 1º-Mira, alma mía, a Jesús, pendiente de la cruz en el Calvario. La multitud de dolores y penas que sufre en estos momentos es inexplicable. Apenas hay una sola parte en todo su cuerpo santísimo, que no sufra con especial dolor. Sus manos y pies clavados, su cabeza con la corona de espinas; sus espaldas rasgadas por los azotes, sus rodillas destrozadas por las caídas en el camino del Calvario. Y si su pecho está todavía sano, aunque dentro se halle encerrado su corazón lleno de penas, bien pronto vendrá un soldado, que dándole una fuerte lanzada, lo dejará también abierto. No puede, por tanto, darse agonía ni muerte más atroz. Sin embargo, de ello, Jesús no se olvida en tan críticos momentos de los hombres que el Padre le había encomendado. Y por esta causa lo primero que hace, es pedir perdón para sus mismos enemigos. ¿Qué piensas tú, alma mía, ante esta caridad y mansedumbre tan estupenda de Jesús? ¿No ves el gran ejemplo que te da, para que perdones tú también a tus enemigos? Mas tú no has seguido seguramente este ejemplo. Cuando te ofenden tus enemigos, buscas sólo el medio de vengarte de ellos, sino con las obras, por lo menos con las palabras. Y jamás te acuerdas de ofrecer a Dios esas ofensas en satisfacción de las muchas que tú hiciste contra Él. 

 

PUNTO 2º- Pero la caridad de Jesús no sólo se extiende a sus enemigos, sino que también quiere consolar a sus amigos y proveerles de remedios para en adelante. Así, a su Madre, que quedaba sola en este mundo, le da por hijo a San Juan; y a él le manda que la tenga por Madre. Con esto nos hizo además a todos nosotros un gran beneficio, porque estando todos los hombres representados en aquel Santo Apóstol nos dio también por madre a su Madre Santísima. ¡Cuántos beneficios se han seguido al mundo de esta grande generosidad de Jesucristo en la cruz! ¿Podremos nosotros comprender las gracias que María alcanza en el cielo para todos nosotros, sabiendo, corno sabe, que, por encargo de su Hijo, es nuestra verdadera Madre? ¡Ojalá supiéramos aprovecharnos de este inmenso favor! Pero, con frecuencia olvidamos la devoción a María, amándola con gran tibieza. 

 

PUNTO 3º- No se hartaban los enemigos de Jesús de atormentarle, a pesar de que le veían en el estado más digno de compasión que pueda imaginarse. Por este motivo, viendo que Él se quejaba amorosamente a su Eterno Padre, decían blasfemando: Este invoca a Elías. Pues veamos si viene ahora Elías a salvarle. Si es Hijo de Dios, descienda de la cruz. Y al decir esto, movían las cabezas en son de burla para atormentar más su alma. Y habiendo manifestado Jesús, que tenía sed, ofrecieron a sus labios, en una esponja, hiel y vinagre. ¿Puede darse mayor ensañamiento? Jesús gustó aquel asqueroso brebaje, para sentir aquella última. amargura; más como la sed que principalmente le afligía era la de la salvación de nuestras almas, dice el Evangelista que no lo quiso beber. Poco después, en medio de las mayores aflicciones y tormentos, expiró nuestro divino Redentor. 

 

ORACIÓN A JESÚS

EXPIRANDO EN LA CRUZ

¡Rey eterno de mi alma, qué pensaré yo al verte agonizando en esa cruz en medio de tantos trabajos!¡Oh, Señor, que el sol se eclipsó, la luna apareció ensangrentada, las piedras se partieron, el velo del templo se dividió en dos pedazos y toda la Naturaleza dio señales de sentimiento y yo permanezco insensible y endurecido ante tu agonía y afrentosa muerte! Los mismos judíos y gentiles, al ver estas señales, sobrecogidos de espanto, descendían de la montaña dándose golpes de pecho. El Centurión confesó también tu divinidad; diciendo: Verdaderamente, este era Hijo de Dios. Pues ¿qué haré yo, Señor, viéndome la más desgraciada y miserable de todas las criaturas? Pedirte, ¡oh, Jesús mío!, que te compadezcas de mí, como te compadeciste de la Magdalena, de San Pedro y del buen ladrón. Sólo de esta manera podré arrepentirme con verdadero dolor de mis pecados y conseguir tu gracia. Concédemelo, pues, dulcísimo Jesús mío, por la intercesión poderosísima de tu Santísima Madre, a fin de que algún día alcance a verte y gozarte para siempre en la gloria. Amén. 

 

Obsequio a María: Orar este día todo el tiempo que nos quede libre por las almas del purgatorio, especialmente por las que fueron más devotas de María Santísima. 

 

w Oraciones para terminar cada día:

 

La Virgen María prometió a Santa Matilde y a otras almas piadosas que quien rezara diariamente tres avemarías, tendría su auxilio durante la vida y su especial asistencia a la hora de la muerte. Confiados en tal promesa, invoquemos a la Madre de Dios diciendo:

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre, Jesús.

Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. (x 3)

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, no dejes de honrar en este día a la Santísima Virgen con el rezo del santo Rosario! Si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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