lunes, 3 de julio de 2023

DÍA 4. MARÍA SANTÍSIMA FUE LA PRIMERA DEVOTA DE LA PRECIOSA SANGRE

DÍA CUARTO

MARÍA SANTÍSIMA FUE LA PRIMERA DEVOTA DE LA PRECIOSA SANGRE

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN INCIAL PARA TODOS LOS DIAS

¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.

 

CONSIDERACIÓN:

MARÍA SANTÍSIMA FUE LA PRIMERA DEVOTA DE LA PRECIOSA SANGRE

I.Ocho días después de su nacimiento, Jesús quiso ser circuncidado. La circuncisión se ejecutaba haciendo un tajo en el cuerpecito del niño. La Santísima Madre, toda compasión y dolor en tal circunstancia, viendo padecer a su Hijo, primero que todos adoró la Sangre derramada por el Niño, y en espíritu le ofreció a Dios conociendo plenamente que era esa Sangre divina y precio de la humana redención. ¡Oh Virgen Santa, vos habéis dado al mundo a Jesús y con él la devoción a su Sangre! Esta devoción, por tanto, será siempre el objeto más querido de nuestro corazón.

  
II. El Calvario fue el lugar donde principalmente Jesús derramó su Sangre por nosotros, y allí más que en parte alguna, María se mostró amante de ella. No sólo, dice San Bernardo, besó repetidas veces con tierno afecto la cruz y la tierra en los lugares que veía salpicados con la Preciosa Sangre, sino que recibido en su seno el Hijo muerto, imprimió en sus sangrientas llagas los más afectuosos besos, lavándolas con sus lágrimas (San Bernardo, Lamentaciones de la Virgen María). ¡Tanto era su afecto hacia la divina Sangre! Luego recogió la Sangre manada de las Divinas Llagas y la guardó consigo cual prenda querida, por todo lo restante de su vida (César Card. Baronio Anales Eclesiásticos 34, n. 132); y a la hora de la muerte lo dio como el más preciado don, a su hijo adoptivo Juan (Revelaciones de Santa Brígida, libro 6º, cap. 112). Quien desea, pues, ser mirado por María como hijo querido, debe ser tierno devoto de la Preciosa Sangre.

  
III. El amor a la Sangre divina no se extinguió en la Santísima Virgen con la muerte y sepultura de Jesús, sino que se mantuvo en ella siempre vivo durante todo el tiempo que aún permaneció en la tierra. Todos los afectos de su corazón y los pensamientos de su mente eran enderezados a Jesús, manante en Sangre; de modo que, dice el doctor San Alfonso: «La mente de María estaba teñida en la Preciosa Sangre, y esta misma coloreaba cada uno de sus pensamientos» (San Alfonso, Glorias de María, parte 2. Huída a Egipto). Ella misma lo reveló a Santa Brígida, diciéndole: «En cada una de mis ocupaciones, tenía yo presente la memoria de la sangrienta Pasión y muerte de mi Hijo, y mientras viví, a menudo visitaba los lugares donde Él derramó su Sangre» (San Alfonso, Glorias de María, parte 2. Huída a Egipto). ¡Oh amor verdadero y grande de María, hacia la Preciosa Sangre! Si queremos pues, cautivarnos de su corazón, imitémosla en esta devoción.

 
EJEMPLO

La beata Verónica de Binasco, queriendo hacerse monja empezó a aprender a leer, rogando a la Virgen que la ayudara, la cual apareciéndosele un día le dijo: «Quiero que aprendas bien estas tres letras. La primera es blanca, es decir, no debes dejar entrar en tu corazón afecto alguno que no sea por Jesús. La segunda es negra, a saber, no debes escandalizarte ni murmurar por los pecadores, sino rogar por sus almas, que cuestan sangre a mi Hijo. La tercera roja, es decir, que debes meditar siempre en su Pasión; pues esta enciende el alma de amor divino y la enriquece con gracias especiales». Oído lo cual entró Verónica de conversa en el monasterio de Santa Marta en Milán, donde se entregó de lleno a ejecutar cuanto le había enseñado María, especialmente a meditar los dolores de Jesús. Haciendo lo cual era arrobada en éxtasis y derramaba copiosas lágrimas, que empapaban sus vestidos. Para premiar tal devoción, la Virgen se le apareció varias veces; y por largo tiempo los sábados la llevó consigo al Cielo. A veces Jesús le dio por su mano la comunión, y la hizo ver los siete principales derramamientos de su Preciosa Sangre, y le dijo que hasta una lágrima derramada por su Pasión le es muy agradable, y de utilidad para quien la vierte. Habiendo tenido anticipado el anuncio de su muerte, se voló al Cielo el Viernes 13 de Enero de 1497 (Bolandistas, 13 de Enero, Vida de la Beata, y Luis Torelli OSA, Siglos Agustinianos, año 1497, n.12). Aprovechémonos, oh fieles, de la lección que dio María a esta beata, siendo devotos de la Preciosa Sangre, y participaremos también nosotros de sus favores.

        
Se medita y se pide lo que se desea conseguir

 

OBSEQUIO: Mientras oís la Santa Misa, pensad en la Pasión y muerte de Jesús.

 

JACULATORIA: Yo quiero, oh Virgen, por vuestro amor, a tanta Sangre rendir honor.

 

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

Virgen mía querida, es justo que el hijo imite en bien a la madre, y que yo siga vuestro ejemplo de amor hacia la Preciosa Sangre. Vuestro corazón nutrió siempre la más tierna devoción a ella, y vuestra alma ardió entera por su amor. También yo, Madre mía divina, quiero abrazar una devoción tan agradable a vos: quiero ser siempre devoto de la Preciosísima Sangre. Una sola chispa del fuego en que por ella ardáis os pido que me deis, y seré vuestro fiel imitador en amar la Sangre de vuestro divino Hijo. Amén.