domingo, 2 de julio de 2023

DÍA 33. SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS GLORIOSO A LA DIESTRA DEL PADRE. San Enrique de Ossó

 

DÍA 33

SENTIMIENTOS DEL CORAZÓN DE JESÚS GLORIOSO A LA DIESTRA DEL PADRE

UN MES EN LA ESCUELA

DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

San Enrique de Ossó

 

Por la señal, etc…

 

¡Viva Jesús. Muera el pecado. Sea por siempre alabado el Corazón de Jesús Sacramentado!

 

Oración inicial

Yo te adoro, Corazón Sacratísimo de mi Jesús, y te amo con todo mi corazón, con toda mi alma y con todas mis fuerzas, y me pesa de haberte ofendido, porque eres bondad infinita y me amas con inmenso amor. En ti, Corazón Sacratísimo, están reunidas todas las maravillas de la naturaleza, de la gracia y de la gloria; todas las virtudes y dones esparcidos por todas las criaturas; todos los tesoros de la sabiduría, bondad, ternura y ciencia de Dios. Tú eres el huerto cerrado, el horno de fuego, el arca de Dios, la vara florida, el maná del cielo, la fuente de todas las gracias y consuelos, las delicias de la Beatísima Trinidad. De tu corazón amantísimo, oh Jesús mío, recibieron el celo los Apóstoles, la sabiduría los Doctores, la pureza las Vírgenes, la fortaleza los Mártires, la paciencia los Confesores, la victoria los tentados, el valor los débiles, la alegría los Ángeles, el terror los demonios, la gloria el mismo Dios. Bienaventurado el que te ama, te honra y te sirve, porque tiene escrito su nombre en tu Divino Corazón.

¡Oh Corazón Santísimo de Jesús! da lumbre a mi entendimiento y afectos ardorosos a mi corazón para que aprenda en esta tu Escuela la virtud del sacrificio, y sobre todo tu mansedumbre, humildad e inmensa caridad, y que conozca y haga en todas las cosas tu santísima voluntad. ¡Oh Corazón Inmaculado de María! ¡Santos, Ángeles y justos del cielo y tierra! prestadme vuestros encantos amorosos para honrar y desagraviar debidamente al Dios de mi corazón y al corazón de mi Dios. Amén.

 

 

Hágase la meditación correspondiente al día.

 

DIA TRIGESIMOTERCERO

Sentimientos del Corazón de Jesús glorioso a la diestra del Padre

 

Composición de lugar. Mira a Jesús sentado en un trono de gloria inmensa a la diestra del Padre, interpelando por ti.

 

Petición. Dame, Jesús mío, el revestirme de los sentimientos y afectos de tu glorioso Corazón.

 

Punto primero. Subido es Jesús a los cielos y sentado está a la diestra de Dios, viviendo siempre, para interpelar por nosotros. He ahí, alma mía, la vida de Cristo Jesús en el cielo. Sentado a la diestra del Padre Eterno en un trono de gloria especial, recibe las adoraciones, alabanzas y bendiciones del cielo y de la tierra, de los ángeles y de los hombres, por los siglos de los siglos. Su nombre solo de Jesús es tan poderoso y glorioso, que al pronunciarlo doblan su rodilla los cielos, la tierra y los abismos. Su cuerpo un día tan destrozado, es tan hermoso y despide rayos de esplendor y de gloria tan inmensos y subidos, que su vista forma las delicias y la bienaventuranza de todos los cuerpos de los justos... Ni la muerte, ni la enfermedad, ni el dolor, ni ninguna miseria le dominará jamás, viviendo nadando en un océano de felicidad perfecta que jamás podrá perder... Oh alma mía, alégrate con la gloria de tu Salvador y de tu Cabeza, porque es gloria de los miembros. Agradece a tu Jesús tanta felicidad, que la ha preparado también para ti, porque tú la goces y seas feliz con la misma felicidad y gozo que él lo es: padece ahora un poquito con Cristo, para después reinar eternamente con Él.

 

¡Oh corazón de mi amado Jesús! Ahora sí que podrás decir mejor que el profeta: Satiabor cum apparuerit gloria tua: " Será saciado mi corazón al aparecer tu gloria", porque nada te puede impedir esta función bienaventurada y soberana. Pasaron ya los días del invierno y del dolor, y ahora solo te queda la gloria y la felicidad eternas. Dichosos trabajos, que para tu cuerpo y tu alma tanta gloria te han proporcionado.

 

Punto segundo. Vive siempre Jesús en la gloria, para interpelar al Padre por nosotros. No creas, alma mía, que Jesús está ocioso en el cielo, o que abismado en aquel abismo de gloria se ha olvidado ya de los míseros mortales: no, no es posible. Jesús vive vida eterna en verdad, ha entrado ya en el gozo pleno de su Señor; pero esto le ha hecho, si se puede hablar así, más cuidadoso de nuestra suerte. Porque no tenemos un Pontífice que no sepa qué cosa es padecer, porque ha estado entre nosotros y sabe lo que son penas; porque ha sido hecho semejante a nosotros, y apuró hasta las heces el cáliz de la amargura y del dolor: por esto no nos deja huérfanos y se quedó con las llagas, para recordar mejor lo que le costamos y presentarlas al Padre para doblar e inclinar mejor su clemencia. Y como si esto no le bastara a su cuidadoso corazón paternal, ha querido obrar un prodigio continuo e inefable, multiplicándose acá en la tierra para quedarse sacramentado en el augusto Sacramento del altar, en tantos lugares como habitase el hombre, mostrándose tan regaladamente enamorado de nosotros como si no pudiese vivir feliz sin la compañía del hombre. Y el hombre ¡oh Jesús mío! os paga estas finezas de amor divino con ingratitudes, olvido, injurias, sacrilegios... ¿Qué es el hombre, Cristo mío, para que así te acuerdes de él, y le visites y le acompañes, y no contento con interpelar por él siempre en el cielo glorioso, te multiplicas sacramentado para hacerlo también desde todas partes del mundo, desde los rincones del Sagrario? ¡Oh fineza nunca oída! ¡Oh amor incomprensible de mi Jesús! ¡Oh caridad infinita de un Corazón Divino!... Sean, Jesús mío, tus oraciones tan eficaces para mí, que me conviertan, y viva y muera consumido de amor por Ti. Amén.

 

Afectos. ¡Cuánto me gozo, Jesús mío de mi corazón, al recordar que eres para mí Pontífice y Abogado Padre y Protector desde este hermoso cielo y desde el Sagrario! Siempre, al pedir en tu nombre una gracia al Padre, daré una mirada al Sagrario y al cielo, y uniré mis súplicas e intenciones de tu corazón adorable. ¿Qué sé yo lo que me conviene, Señor? Acaso si me dieras lo que te pido y anhela mi corazón sería para perdición de mi alma, pues no conozco el plan de tu providencia sobre mí. Solo sé, Jesús mío, que por muchas tribulaciones, a tu ejemplo, he de entrar en el reino de la gloria. Solo sé que debo pasar por el fuego y el agua antes de llegar y gozar del refrigerio, pero sé que tú me amas, corazón de Jesús mío, más que mi padre y mi madre y todos los que me aman y quieren bien y me lo pueden querer. Por lo mismo, descansaré en tu providencia y amor, no queriendo violentar las trazas admirables de tu providencia paternal, sino tan solo conocerlas para adorarlas, amarlas y seguirlas dócilmente, exactamente. No quiero adelantar el reloj de tu providencia adorable, sino mirarlo y observarlo para hacer en cada hora lo que tú me señales, pues esto será lo mejor para mi alma y para mi gloria, porque sé que me amas y todo lo ordenas para mi bien. Haga yo, pues, siempre tu voluntad soberana así en la tierra como en el cielo, y haz de mí lo que quisieres, porque está todo mi bien en contentaros. Amén.

 

Jaculatoria. Ámete yo más que a mí, y a todas las cosas en ti, ¡oh Corazón de Jesús!

 

Obsequio. Me dejaré en todas las cosas en manos de Jesucristo mi Padre y Dios, porque esto es lo más acertado.

 

EJEMPLO

 

San Luis, rey de Francia, tenía gran fe en este Divino Sacramento. Celebrándose misa en la capilla real sucedió que, al elevar la Hostia consagrada, apareció a los ojos de todo el pueblo Jesucristo, en forma de un hermoso niño. Rogado el sacerdote de no retirar las manos hasta que el rey fuese sabedor del milagroso suceso, para que tuviese también el consuelo de hallarse presente a tal espectáculo, corrieron algunos de sus cortesano a su sala para enterarle; el señor rey les respondió de esta suerte: "Vaya enhorabuena a mirar semejantes prodigios quien no crea que Jesucristo está presente en la Hostia consagrada, que yo lo creo más firmemente que si lo viera con mis ojos", y no quiso salir de su estancia.

 

Oración final

Gracias infinitas te doy, Jesús mío de mi alma, porque te has dignado admitirme en este día a la escuela de tu adorable corazón, y por haberme enseñado con tu ejemplo a amar y servir a Dios con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas mostrándome prácticamente la hermosura de la virtud y la fealdad del vicio. Yo te prometo con la ayuda de tu gracia practicar con las obras lo que tú me enseñas con la palabra y el ejemplo, y presentarme mañana al volver a tu divina escuela, escuela del corazón, escuela de amor, muchos actos de vencimiento, de amor, de sacrificio... amándote por los que no te aman, adorándote por los que no te adoran, y glorificándote por los que te agravian. ¡Oh Corazón misericordiosísimo de Jesús! Convertid a todos los pecadores, dad perseverancia a todos los justos, libertad a todas las almas del purgatorio, para que no formemos todos los hombres más que un solo corazón y una sola alma que os adore, os ame, os reverencie, os sirva y os glorifique como vos queréis y merecéis en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.

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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

San Enrique de Ossó, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.