domingo, 9 de julio de 2023

DÍA 10. LA SANGRE DE JESÚS, SALVACIÓN A QUIEN SE VALE DE ELLA, DE CONDENACIÓN PARA QUIEN LA DESPRECIA

DÍA DÉCIMO

LA SANGRE DE JESÚS SIRVE DE SALVACIÓN A QUIEN SE VALE DE ELLA, Y DE CONDENACIÓN A QUIEN LA DESPRECIA

 

En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN INCIAL PARA TODOS LOS DIAS

¡Oh Sangre Preciosísima de vida eterna!, precio y rescate de todo el universo, bebida y salud de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema misericordia, yo os adoro profundamente y quisiera compensar, en cuanto me fuese posible, las injurias y ultrajes que de continuo estáis recibiendo de las creaturas humanas y con especialidad de las que se atreven temerariamente a blasfemar de Vos. ¡Oh! ¿Quién no bendecirá esa Sangre de infinito valor? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús que la ha derramado? ¿Qué sería de mí si no hubiera sido rescatado con esa Sangre divina? ¿Quién la ha sacado de las venas de mi Señor Jesucristo hasta la última gota? ¡Ah! Nadie podía ser sino el amor. ¡Oh amor inmenso, que nos ha dado este bálsamo tan saludable! ¡Oh bálsamo inestimable, salido de la fuente de un amor inmenso! Haced que todos los corazones y todas las lenguas puedan alabaros, ensalzaros y daros gracias ahora, por siempre y por toda la eternidad. Amén.

 

CONSIDERACIÓN:

LA SANGRE DE JESÚS SIRVE DE SALVACIÓN A QUIEN SE VALE DE ELLA, Y DE CONDENACIÓN A QUIEN LA DESPRECIA


I. Jesús derramó su Sangre para la salvación de todos; sin embargo, el santo anciano Simeón predijo que ella habría de servir de salud para muchos y de ruina para otros; y que ello sucedería cuando el alma de la Madre divina fuera traspasada por la espada del dolor (San Lucas II, 34-35). En el Calvario María fue por ésta atravesada, mientras Jesús derramaba su Sangre en la Cruz. Por tanto, Jesús crucificado servirá de salvación a quien quiera aprovecharse de la efusión de su Sangre, y servirá de ruina a quien rehúse valerse de ella.


II. Un ladrón crucificado junto a Jesús, despreció obstinadamente su Sangre, y se condenó. Judas traicionó esta Sangre, y desesperado se quitó la vida ahorcándose. Los judíos al pedir la muerte de Jesús, gritaron: «Caiga su Sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos» (San Mateo XXVII, 25); y he aquí que pocos años más tarde, el mal que habían imprecado, descendió sobre sus cabezas. Pues muchísimos de ellos fueron muertos, otros hechos cautivos y Jerusalén totalmente destruida, como el mismo Jesús lo había anunciado (San Lucas XIX, 44). ¡Qué tremendos castigos tiene Dios aparejados a los conculcadores de su Sangre!

  
III. Si en el tiempo pasado hemos despreciado la Sangre de Jesús, haciéndonos sordos a las divinas inspiraciones, viviendo obstinados en la culpa, y no cooperando a las gracias que Dios nos ha dado; no suceda así en lo futuro, para no atraer sobre nosotros la más terrible venganza del Cielo. La voz de la Preciosa Sangre sirve de misericordia a quien la escucha, pero de condenación a quien la desprecia.

 
EJEMPLO
San Francisco de Borja, llamado al lecho de un moribundo que pertinazmente rehusaba confesarse, con el crucifijo en una mano y palabras de fuego en los labios, hizo poderíos para hacerlo arrepentirse. Más despreciando aquel impío las palabras de Francisco, el crucifijo comenzó a gotear viva Sangre de sus llagas, y con amorosos acentos, dijo: «Mira cuánto he padecido y cuánta Sangre he derramado por ti: ¿por qué, entonces, no te entregas? ¡Ah! Confiésate arrepentido, que te perdono». Pero aún a vista de tan gran prodigio, permaneció aquél siempre obstinado, y Jesús desclavo una mano y llenándola de Sangre, la arrojó al rostro del pérfido, diciéndole: «Si no la quieres para salvarte, sírvate de condenación». El desgraciado, blasfemando, murió presa de la más aterradora desesperación (Colección de las Obras del Santo, y su vida, por su sobrino-nieto, Francisco Borja). ¡Terrible ejemplo para quien deprecia las divinas gracias que Jesús nos ha merecido con la efusión de su Sangre!

        
Se medita y se pide lo que se desea conseguir.

 

OBSEQUIO: Haced el acto de contrición con el firme propósito de valeros siempre de la Sangre Preciosa.
 
JACULATORIA: Haced que sea, caro Señor, la Sangre vuestra mi salvación.

 

ORACIÓN PARA ESTE DÍA

¡Qué locura, oh Señor, ha sido hasta ahora la mía de resistir a vuestras gracias! ¡Me habéis ofrecido el perdón y yo lo he rehusado; me habéis extendido vuestros brazos para apretarme al seno, y yo os he vuelto las espaldas y me he escapado; me habéis mostrado la Sangre derramada para salvarme, y yo la he pisoteado cometiendo nuevos pecados! ¡Desgraciado de mí, que no merezco más perdón! Pero ¡ea! Por esta misma Sangre, no me rechacéis, ahora que arrepentido me vuelvo a Vos, Sangre Preciosa, con vuestra voz omnipotente, perorad en favor mío; ya que en lo futuro no sólo no quiero jamás pisotearos, sino vivir siempre como vuestro verdadero amante. Amén.