Día 9
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA COMENZAR CADA DÍA
Jesús mío, acepta todas aquellas buenas obras
que durante este mes me inspires;
en reparación por tantos desprecios,
ingratitudes y blasfemias cometidas por los hombres,
y para que la acción del maligno enemigo
no destruya el deseo y conocimiento de tu Amor
por parte de tus hijos.
Que la Devoción a la Divina Sangre
acerque las almas a tu Sagrado Corazón. Amén.
DÍA 9
CONSANGUÍNEOS DE CRISTO
POR LA GRACIA
El apóstol San Pedro aconseja a los cristianos no descuidar la propia dignidad, pues, tras la redención, como consecuencia de la gracia santificante y de la comunión del cuerpo y la sangre del Señor, el hombre se ha convertido en partícipe de la misma naturaleza divina realizada en nosotros por la inmensa bondad de Dios. Misterio insondable por el cual somos incorporados a Cristo por su sangre y en su sangre. Podemos decir que, por la gracia, participamos del ser de Dios, es decir, somos hermanos en Cristo. Santa Catalina de Siena nos dice: “Por amor nuestro Dios se hizo hombre y el hombre fue hecho Dios”.
EJEMPLO
Resulta conmovedor un episodio acaecido durante la primera guerra mundial que tuvo lugar en el campo de batalla entre dos soldados, uno francés y el otro alemán, que se encontraban moribundos tendidos en el suelo. Estando en esta situación tan crítica, el soldado francés, haciendo un gran esfuerzo, logró sacar un crucifijo empapado en sangre de su chaqueta. Sosteniéndolo entre sus manos se lo llevó a los labios y, con voz débil, comenzó a recitar el Ave María. Ante esta invocación, el soldado alemán que yacía casi sin vida a su lado, se sacudió y, lentamente, como le permitían sus últimas fuerzas, extendió su mano poniéndola junto a las del francés con las que se aferraba al crucifijo y, con voz débil, se unió a la oración. Estas dos almas se reconocieron como hermanos en Cristo. Sólo el amor de Jesús nos une al pie de su cruz, donde su sangre es derramada por nosotros.
INTENCIÓN: Meditar estas palabras de San Agustín acerca de la eucaristía: “Este signo sagrado fue instituido por Jesucristo quien dio a sus discípulos la cena consagrada por sus manos. Nosotros no estuvimos sentados a la mesa en aquel convite. Sin embargo, por medio de la fe, participamos a diario de la misma cena. Y no crean que es algo importante haber asistido, sin fe, a la cena ofrecida por las manos del Señor, ya que es mejor la fe posterior que la incredulidad de entonces. No estuvo allí Pablo, que luego creyó; sin embargo, estuvo Judas, que lo entregó” (San Agustín y la Eucaristía. Punto 9).
JACULATORIA: Te pedimos, Señor, que ayudes a tus hijos, a quienes has redimido con tu preciosa sangre.
ORACIÓN PARA TERMINAR CADA DÍA
Oración de San Gáspar de Búfalo
Oh, preciosa sangre de mi Señor,
que yo te ame y te alabe para siempre.
¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga!
Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.
Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas,
fuente de misericordia, deja que mi lengua,
impregnada por tu sangre
en la celebración diaria de la misa,
te bendiga ahora y siempre.
Oh, Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?
Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz,
la sangre divina en particular,
derramada hasta la última gota,
¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!
Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme,
yo daré también mi vida, si será necesario,
para poder llegar a la bendita posesión del cielo.
Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,
de tu costado abierto, arca de la salvación,
horno de la caridad,
salió sangre y agua, signo de los sacramentos
y de la ternura de tu amor,
¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,
que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!
Amén.
V/. Alabada sea la Preciosísima Sangre de Jesús.
R/. Sea por siempre bendita y alabada.