MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS
Día 26
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA COMENZAR CADA DÍA
Jesús mío, acepta todas aquellas buenas obras
que durante este mes me inspires;
en reparación por tantos desprecios,
ingratitudes y blasfemias cometidas por los hombres,
y para que la acción del maligno enemigo
no destruya el deseo y conocimiento de tu Amor
por parte de tus hijos.
Que la Devoción a la Divina Sangre
acerque las almas a tu Sagrado Corazón. Amén.
DÍA 26
AMEMOS A CADA UNO
EN LA SANGRE DE JESÚS
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13, 34). Estas son las vestiduras del verdadero cristiano: el amor mutuo. “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13, 35). Todo hombre tiene un alma inmortal y por cada alma Jesús derramó su sangre. Hemos de amar a los hombres y buscar, en la medida de nuestras posibilidades, su salvación. El que odia es un homicida, porque mata a su prójimo en su corazón. “Mirad cómo se aman”, decían los paganos admirando a los primeros cristianos. Hoy ¿qué dirían si nos vieran? Reflexionemos sobre este tema. Cuando se rompe la comunión con el prójimo, también se quiebra nuestra comunión con Cristo y, por lo tanto, se ocasiona un daño grave a nuestra alma. Dejemos que la sangre pacificadora del Cordero corra por nuestras venas, para que renazca el amor que Cristo profesó en la cruz apiadándose de todos nosotros. Y así, fortalecidos con su sangre, obtendremos la gracia necesaria para pedir perdón a aquellos hermanos contra los que hayamos pecado y, a su vez, sabremos perdonar todas las ofensas con las que nos hayan herido. Sólo de esta manera podremos esperar el perdón y el amor de Cristo.
EJEMPLO
San Juan Gualberto, un noble florentino muy diestro en armas, perdió a su hermano Hugo asesinado en una de las luchas que en ese momento estaban desgarrando a las familias más poderosas de Florencia. Le juró venganza y buscó activamente al asesino para matarlo. Era la mañana del viernes santo de 1003 cuando se encontró cara a cara con el asesino en un callejón de la ciudad. Inmediatamente se arrojó sobre él para matarlo. Aquel infeliz, incapaz de defenderse, no pudo evitar pedirle perdón y misericordia en el nombre de Jesús crucificado. Juan, con un esfuerzo sobrehumano, enfundó su espada, abrazó a su enemigo y le dijo: - ¡Sí, sólo por Él, por Jesús crucificado te perdono! Con el alma aún turbada, entró en una iglesia y se postró a los pies del crucificado quedando atónito al contemplar cómo en ese momento el rostro de Cristo, aquella cabeza majestuosa y coronada de espinas, comenzó a moverse hacia donde él se encontraba. Entonces el orgulloso caballero arrojó su espada, se retiró a Vallombrosa y fundó la Orden de los Monjes de Vallombrosani. Perdonar a nuestros enemigos es el acto más heroico y la victoria más poderosa para someter nuestro orgullo. Si perdonamos por el amor de Jesús, Él mismo perdonará todas nuestras faltas.
INTENCIÓN: Por el amor a Jesús perdona a tus enemigos y pide perdón a los que hayas ofendido.
JACULATORIA: ¡Oh preciosa sangre de Jesús, te pido no sólo por mis amigos, sino especialmente por mis enemigos!
ORACIÓN PARA TERMINAR CADA DÍA
Oración de San Gáspar de Búfalo
Oh, preciosa sangre de mi Señor,
que yo te ame y te alabe para siempre.
¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga!
Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.
Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas,
fuente de misericordia, deja que mi lengua,
impregnada por tu sangre
en la celebración diaria de la misa,
te bendiga ahora y siempre.
Oh, Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?
Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz,
la sangre divina en particular,
derramada hasta la última gota,
¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!
Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme,
yo daré también mi vida, si será necesario,
para poder llegar a la bendita posesión del cielo.
Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,
de tu costado abierto, arca de la salvación,
horno de la caridad,
salió sangre y agua, signo de los sacramentos
y de la ternura de tu amor,
¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,
que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!
Amén.
V/. Alabada sea la Preciosísima Sangre de Jesús.
R/. Sea por siempre bendita y alabada.