miércoles, 14 de julio de 2021

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS. DÍA 15

 

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS

Día 15

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR CADA DÍA

Jesús mío, acepta todas aquellas buenas obras

que durante este mes me inspires;

en reparación por tantos desprecios,

ingratitudes y blasfemias cometidas por los hombres,

y para que la acción del maligno enemigo

no destruya el deseo y conocimiento de tu Amor

por parte de tus hijos.

Que la Devoción a la Divina Sangre

acerque las almas a tu Sagrado Corazón. Amén.

DÍA 15

LA SANGRE DE LA ESPERANZA

Quien mire el Corazón traspasado de Jesús y vea brotar de Él la preciosa sangre, no puede desesperar de su propia salvación. Cuando el soldado Longino le traspasó con la lanza, sin saberlo, abrió el corazón del hombre a la esperanza. Es tradición que fue el primero en disfrutar de sus riquezas: unas gotas de sangre cayeron sobre sus ojos enfermos y les dieron la luz de los ojos y de la fe. Desde entonces la cruz sangrienta se convirtió en el ancla al que se aferraron las almas de los más grandes pecadores en el momento de la desesperación, seguras del perdón que otorga el amor de Cristo. San Pablo, el gran perseguidor golpeado por la gracia en el camino de Damasco, nos anima: “Todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación” (II Cor 5, 17-19). “Y tú, ¿de qué tienes miedo? No digas: ¡no me salvaré! ¡Tienes la sangre de Cristo! ¡Toda tu esperanza es la sangre de Cristo!” (San Agustín). ¿No dijo Jesús que hay más celebración en el cielo por un pecador arrepentido que por noventa y nueve justos? Ciertamente en el paraíso las filas de los arrepentidos son mucho más numerosas que las de los inocentes. Nosotros también, si sabemos imitarlos en la penitencia, algún día estaremos con ellos en el reino de los cielos. Acerquémonos a la cruz e invoquémosla: ¡Te saludamos, santa cruz, única esperanza!

 

EJEMPLO

Santa Catalina de Siena fue llamada la “mística de la sangre”, porque la preciosa sangre de Jesús estaba constantemente en sus pensamientos. Sus numerosas cartas comienzan nombrando la preciosa sangre. A su confesor le dijo: “Tenga siempre la sangre de Jesús frente a sus ojos”. Y en los Diálogos escribe: “Esa sangre es la única maestra. La sangre de Jesús nos ha vuelto a crear”. Con la invocación a la preciosa sangre obtuvo la conversión del caballero perugiano Niccolò Toldo, sentenciado a la pena capital. Habría muerto desesperado y con odio en el corazón si Santa Catalina no hubiera intervenido. Lo acompañó hasta la horca hablándole de la sangre de Jesús y, una vez allí, tomó la cabeza entre sus manos acomodándola bajo el cuchillo. En esta situación, el pobre moribundo murió exclamando: - ¡Jesús! ¡Catalina!

Digamos también con ella: “¡Oh, Jesús, mi corazón se enciende al pensar en Ti!” Las almas de los santos son hornos encendidos que arden sólo con el amor a Jesús ¿Y el nuestro? ¡Cuánta tibieza! ¡Qué apego a las cosas terrenales!

 

INTENCIÓN: No pondré mi confianza en las criaturas, sino sólo en Dios, que es fiel y no engaña.

 

JACULATORIA: Cordero Inmaculado, en tu sangre que se ofrece en el altar, ponemos todas nuestras esperanzas (San Gaspar).

 

 

ORACIÓN PARA TERMINAR CADA DÍA

Oración de San Gáspar de Búfalo

Oh, preciosa sangre de mi Señor,
que yo te ame y te alabe para siempre.
¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga!
Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.
Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas,
fuente de misericordia, deja que mi lengua,
impregnada por tu sangre

en la celebración diaria de la misa,
te bendiga ahora y siempre.
Oh, Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?
Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz,
la sangre divina en particular,

derramada hasta la última gota,
¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!
Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme,
yo daré también mi vida, si será necesario,
para poder llegar a la bendita posesión del cielo.
Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,
de tu costado abierto, arca de la salvación,

horno de la caridad,
salió sangre y agua, signo de los sacramentos

y de la ternura de tu amor,
¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,
que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!
Amén.

 

V/. Alabada sea la Preciosísima Sangre de Jesús.

R/. Sea por siempre bendita y alabada.