jueves, 29 de julio de 2021

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS. DIA 30

MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS

Día 30

 

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PARA COMENZAR CADA DÍA

Jesús mío, acepta todas aquellas buenas obras

que durante este mes me inspires;

en reparación por tantos desprecios,

ingratitudes y blasfemias cometidas por los hombres,

y para que la acción del maligno enemigo

no destruya el deseo y conocimiento de tu Amor

por parte de tus hijos.

Que la Devoción a la Divina Sangre

acerque las almas a tu Sagrado Corazón. Amén.

 

DÍA 30

LA SANGRE DE JESÚS Y EL PURGATORIO

Si en el infierno los condenados desesperan porque la sangre de Cristo es su eterna condenación, en el purgatorio el sufrimiento es temporal, porque esta sangre constituye el objeto principal de su esperanza. Para nosotros, la vida es una oportunidad para purgar nuestros pecados ofreciendo nuestros sufrimientos en la cruz de Cristo. La existencia del purgatorio es una verdad de fe. Las almas que no han sido condenadas, pero conservan algún pecado venial que les impide gozar de la visión beatífica, se encuentran en el estado deseado por el amor purificador de Dios, que comúnmente llamamos purgatorio. También es de fe que debemos aliviar esos dolores aplicando los méritos de la sangre de Jesús a dichas almas. Jesús, después de su muerte, descendió a los infiernos y se apareció a las almas de los justos que aguardaban su venida, para llevarlos a su gloria. ¡Tú, oh, Señor con tu sangre liberaste a los prisioneros de ese pozo profundo donde no hay agua! Por lo tanto, los medios para librar a las almas del purgatorio son: la oración de intercesión, el ofrecimiento de nuestros propios sufrimientos y la aplicación de los méritos de la sangre de Cristo. Debemos tener en cuenta que, de todos ellos, el más excelso es la santa misa, pues en ella se renueva, de forma incruenta, el sacrificio de Cristo en el altar. Por lo tanto, así como los méritos de la sangre de Cristo fueron infinitos en la cruz, así lo son también sobre el altar. ¿Qué podríamos ofrecer más precioso a Dios en beneficio de esas almas? ¿Y cuándo es más eficaz nuestra oración sino cuando recibimos el cuerpo y la sangre, el alma y la divinidad de nuestro señor Jesucristo? ¿Podrá acaso negarnos su misericordia por aquellas almas tan queridas de su corazón? Ayudemos a las almas del purgatorio. Recordemos que es nuestro deber hacerlo. Son las almas de nuestros parientes, de las personas que nos querían y nos hicieron bien en la vida. Un día, también nosotros iremos al purgatorio. ¡Cómo nos gustaría que todos nos ayudaran entonces! Pero ¿cómo esperarlo si ahora somos indiferentes a los que nos precedieron en ese lugar de expiación?

 

EJEMPLO

En 1890 murió la venerable María Rosa Carafa della Spina. De familia muy noble y napolitana. Se distinguió en su vida por una especial devoción a la preciosa sangre y a las almas del purgatorio. En una ocasión, coincidiendo con el día de los difuntos, Jesús le mostró el purgatorio. Un mar de llamas apareció en su mirada y quedó aterrorizada. Jesús le dijo: - Hija mía, tienes un gran medio en tus manos para apagar esas llamas. Toma la sangre de mi Corazón y derrámala sobre ellas. Así lo hizo y pudo ver a las benditas almas ascender al cielo como estrellas brillantes. Entonces la venerable oró a Jesús de esta manera: - ¡Señor, quiero liberar a todas estas almas! y Jesús le respondió: - ¡Ay, si los hombres pensaran en el tesoro que tienen en sus manos y en cómo pueden liberar a miles de almas que aquí sufren!

¿Seremos también insensibles a la invocación de las almas del purgatorio? Meditemos en que estas almas, una vez libres de aquel lugar, estarán muy agradecidas a aquellas personas que, ofreciendo oraciones y sacrificios, contribuyeron a su liberación. Si en verdad queremos protección y socorro en la hora de nuestra la muerte, ofrezcamos la sangre de Jesús por ellas.

 

INTENCIÓN: Si puedes, ofrece una misa por las almas más necesitadas del purgatorio.

 

JACULATORIA: Jesús redentor mío, recuerda que cada alma ha costado el precio inestimable de tu preciosa sangre. Te pido por todas las almas del purgatorio. (San Gaspar)

 

ORACIÓN PARA TERMINAR CADA DÍA

Oración de San Gáspar de Búfalo

Oh, preciosa sangre de mi Señor,
que yo te ame y te alabe para siempre.
¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga!
Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.
Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas,
fuente de misericordia, deja que mi lengua,
impregnada por tu sangre

en la celebración diaria de la misa,
te bendiga ahora y siempre.
Oh, Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?
Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz,
la sangre divina en particular,

derramada hasta la última gota,
¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!
Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme,
yo daré también mi vida, si será necesario,
para poder llegar a la bendita posesión del cielo.
Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,
de tu costado abierto, arca de la salvación,

horno de la caridad,
salió sangre y agua, signo de los sacramentos

y de la ternura de tu amor,
¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,
que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!
Amén.

 

V/. Alabada sea la Preciosísima Sangre de Jesús.

R/. Sea por siempre bendita y alabada.