MES DE LA PRECIOSÍSIMA SANGRE DE JESÚS
Día 23
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
ORACIÓN PARA COMENZAR CADA DÍA
Jesús mío, acepta todas aquellas buenas obras
que durante este mes me inspires;
en reparación por tantos desprecios,
ingratitudes y blasfemias cometidas por los hombres,
y para que la acción del maligno enemigo
no destruya el deseo y conocimiento de tu Amor
por parte de tus hijos.
Que la Devoción a la Divina Sangre
acerque las almas a tu Sagrado Corazón. Amén.
DÍA 23
LA SANGRE DE PAZ
La paz es la aspiración más ardiente de los pueblos, por eso Jesús, al venir al mundo la trajo a los hombres de buena voluntad. Él mismo se llamó príncipe de la paz, rey pacífico y manso que con su sangre reconcilió a los hombres con Dios. Tras la resurrección se apareció a sus discípulos y los saludó así: “La paz sea con vosotros” (Jn 20, 19). Pero, para mostrar a qué precio había obtenido esa paz que sólo Él puede darnos, les mostró sus heridas. Jesús obtuvo para nosotros la paz con su sangre: ¡La paz de Cristo en la sangre de Cristo! Por tanto, no puede haber verdadera paz sin Cristo. Tenemos dos opciones, o dejamos fluir su sangre de forma pacífica o acaba derramándose la de los hombres en luchas fratricidas. La historia de la humanidad es una sucesión de guerras sangrientas. En vano Dios, en esos momentos bélicos, movido de piedad, envía a los grandes apóstoles de la paz y la caridad para recordar a los hombres que, muerto Cristo, basta su sangre derramada en el altar para alcanzar lo verdaderamente importante. No fueron escuchados, sino perseguidos y, muy a menudo, asesinados. Dios condena de manera terrible a aquellos que derraman la sangre de su prójimo: “Quien vertiere sangre de hombre, por otro hombre será su sangre vertida, porque a imagen de Dios hizo Él al hombre” (Gn 9, 6). Congreguémonos alrededor de la cruz, estandarte de paz, invoquemos la venida del reinado de Cristo en todos los corazones y se levantará una era eterna de paz y bienestar.
EJEMPLO
En 1921 en Pisa, por razones políticas, ocurrió un grave acto de sangre. Un joven fue asesinado y la multitud, movida a compasión, acompañó el ataúd hasta el cementerio. Detrás del féretro iban los padres consternados, llorando la pérdida. El locutor oficial concluyó así su discurso: - ¡Frente al crucifijo juramos vengarlo! Ante estas palabras, el padre de la víctima tomó la palabra y, con voz quebrada por el llanto, exclamó: - ¡No! mi hijo es la última víctima del odio. ¡Paz! Frente al crucifijo juraremos hacer las paces entre nosotros y amarnos.
¡Sí, paz! ¡Cuántos crímenes por salvar el honor! ¡Cuántos homicidios por robos, viles intereses y venganzas! ¡Cuántos atentados en nombre de una idea política! La vida humana es sagrada y sólo a Dios le corresponde llamarnos a la hora que Él tenga designada. Que nadie se engañe a sí mismo pensando estar en paz con su conciencia cuando, siendo culpable, logra una absolución en los tribunales humanos, pues Dios es el verdadero juez que todo lo conoce y es a Él a quien, un día, deberemos rendir cuentas.
INTENCIÓN: Trabajaré para facilitar la paz en las almas, evitando fomentar la discordia y el rencor.
JACULATORIA: Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, danos la paz.
ORACIÓN PARA TERMINAR CADA DÍA
Oración de San Gáspar de Búfalo
Oh, preciosa sangre de mi Señor,
que yo te ame y te alabe para siempre.
¡Oh, amor de mi Señor convertido en una llaga!
Cuán lejos estamos de la conformidad con tu vida.
Oh Sangre de Jesucristo, bálsamo de nuestras almas,
fuente de misericordia, deja que mi lengua,
impregnada por tu sangre
en la celebración diaria de la misa,
te bendiga ahora y siempre.
Oh, Señor, ¿quién no te amará?
¿Quién no arderá de agradecido afecto por ti?
Tus heridas, tu sangre, tus espinas, la cruz,
la sangre divina en particular,
derramada hasta la última gota,
¡con qué elocuente voz grita a mi pobre corazón!
Ya que agonizaste y moriste por mí para salvarme,
yo daré también mi vida, si será necesario,
para poder llegar a la bendita posesión del cielo.
Oh Jesús, que te has hecho redención para nosotros,
de tu costado abierto, arca de la salvación,
horno de la caridad,
salió sangre y agua, signo de los sacramentos
y de la ternura de tu amor,
¡Seas adorado y bendecido por siempre, oh Cristo,
que nos has amado y lavado en tu preciosísima sangre!
Amén.
V/. Alabada sea la Preciosísima Sangre de Jesús.
R/. Sea por siempre bendita y alabada.