martes, 2 de agosto de 2016

LA TAREA DE CULTIVAR Y CUSTODIAR LA TIERRA Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n.255-258)




 LA TAREA DE CULTIVAR Y CUSTODIAR LA TIERRA
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n.255-258)
Comenzamos un nuevo capítulo del Compendio de la Doctrina social de la Iglesia dedicado a la realidad del trabajo.
Dios, Creador omnipotente plasma al hombre a su imagen y lo invita a trabajar la tierra y a custodiarla. El verbo “someter” que aparece en el mandato divino  no es un dominio despótico e irracional. Dios entrega al hombre los bienes creados y este ha de recibirlos como un don precioso.
Los bienes creados existen en función del hombre: “lo hiciste señor de las obras de tus manos, todo fue puesto por ti bajo sus pies”.
El trabajo pertenece a la condición originaria del hombre y precede a su caída; no es, por ello, ni un castigo ni una maldición. Se convierte en fatiga y pena a causa del pecado de Adán y Eva que quisieron tener el dominio absoluto sobre todas las cosas, sin someterse a la voluntad del Creador. Como consecuencia el suelo se ha vuelto avaro, ingrato, sordamente hostil; sólo con el sudor de la frente será posible obtener el alimento. Pero a pesar del pecado, el designio del Creador, el sentido de sus criaturas y, entre estas, del hombre, llamado a ser cultivador y custodio de la creación, permanecen inalterados.
El trabajo debe ser honrado porque es fuente de riqueza o, al menos, de condiciones para una vida decorosa, y, en general, instrumento eficaz contra la pobreza . Pero no se debe ceder a la tentación de idolatrarlo, pues solo Dios es la fuente de la vida y el fin del hombre.
Y aquí encuadramos perfectamente el profundo significado del descanso sabático donde Dios pide al hombre el cese de sus tareas. El descanso abre al hombre, sujeto a la necesidad del trabajo, la perspectiva de una libertad más plena, la del Sábado eterno. La memoria y la experiencia del sábado constituyen un baluarte contra el sometimiento humano al trabajo, voluntario o impuesto, y contra cualquier forma de explotación, oculta o manifiesta.