DÍA SEGUNDO
MES DEL
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
extractado de los escritos de la
B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
ORACIÓN PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:
OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.
Oración de Santa Margarita María Alacoque
Padre eterno, permitid que os ofrezca el Corazón de Jesucristo, vuestro Hijo muy amado, como se ofrece Él mismo, a Vos en sacrificio. Recibid esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos y actos de este Sagrado Corazón. Todos son míos, pues Él se inmola por mí, y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.
Se meditan los textos dispuestos para cada día.
DIA SEGUNDO
Nuestro Señor descubre a todos los hombres por medio de la Beata Margarita María las infinitas riquezas de su Sagrado Corazón
Estando un día la Beata delante del Santísimo Sacramento, recibió una gracia muy extraordinaria. He aquí como ella misma la refiere: «Hallándome toda inundada de esta divina presencia y tan fuertemente que me hizo olvidar de mí misma y del lugar en que estaba, me abandoné a este espíritu divino y a la fuerza de su amor. Nuestro Señor me hizo descansar largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió las maravillas de su amor y los inexplicables secretos de su Sagrado Corazón, que hasta entonces me había tenido ocultos. Me lo abrió por primera vez, pero de una manera tan sensible, que a pesar de las dudas que tengo de todo lo que digo, en esto no tengo ninguna, pues los efectos que hizo en mi me quitan toda duda.
Sucedió de esta manera: Mi divino Corazón, me dijo: «estoy tan apasionado de amor por los hombres, y por ti particularmente, que no pudiendo ya contener en mí mismo las llamas de mi ardiente caridad, es preciso que por tu medio las derrame y que por ti se manifiesten a ellos, para enriquecerlos con los preciosos tesoros que te descubro y que contienen las gracias saludables de santificación, y las necesarias para apartarlos del abismo de perdición. Yo te he escogido, sin embargo, de ser como eres un abismo de indignidad e ignorancia, para el cumplimiento de este gran designio, a fin de que todo sea obra mía».
«Después me pidió mi corazón, yo le supliqué le tomase, y haciéndolo así, le colocó en el suyo adorable, donde me lo hizo ver como un pequeño átomo que se consumía en esta ardiente hoguera; de allí lo retiró como una llama ardiente y abrasadora en forma de corazón, y lo volvió a poner en su sitio, diciéndome: “He aquí, amada mía, una preciosa prenda de mi amor, que encierras en tu costado; y una pequeña chispa de sus vivas llamas, para que te sirva de corazón, y te consuma hasta el último momento de tu vida. Si hasta ahora no has tenido más nombre que el de esclava mía, yo te doy para en adelante el de discípula muy amada de mi corazón.»
«Esta gracia me fue renovada todos los primeros viernes del mes, de esta manera: Este divino Corazón se me representaba como un sol brillante, cuyos ardientes rayos, reflejando en mi corazón, le abrasaban en un ardor tal, que parecía iban a reducirle a ceniza. Durante este tiempo era cuando mi divino Maestro me enseñaba particularmente lo que quería de mí, y me descubría los secretos de este amable Corazón”.
Los serafines, uniéndose a la Beata forman la primera asociación en honor del Sagrado Corazón de Jesús
En cierta ocasión recibió la Beata una gracia particular, que expresa así: «Una vez que estábamos juntas hilando, yo me retiré, a un patio pequeño, próximo al Santísimo Sacramento: arrodillada, seguí trabajando y sintiéndome recogida interior y exteriormente; al mismo tiempo, me fue representado el amable Corazón de mi adorable Jesús, más resplandeciente que el sol. Se hallaba en medio de llamas de su puro amor rodeado de serafines, que cantaban en concierto admirable: Cuando triunfa el amor, el amor goza. Cuando es el de Jesús, el alma se alboroza.
«Y como yo rehusase la invitación que me hacían estos espíritus bienaventurados, de unirme a ellos para cantar las alabanzas de este divino Corazón, viendo que no me atrevía, me reprendieron diciéndome: « Que habían venido para asociarse conmigo, a fin de rendirle un continuo homenaje de amor, de adoración y de alabanza; y que por esta razón ocuparían un sitio delante del Santísimo Sacramento, para que yo pudiese amarle continuamente por su medio, y que ellos también participarían de mi amor, sufriendo en mí, como yo gozaría. en ellos» Al mismo tiempo escribieron esta asociación en el Sagrado Corazón con letras de oro y con caracteres indelebles de amor.
Esta gracia duró como dos o tres horas, y he sentido toda mi vida sus efectos, tanto por los socorros que me ha proporcionado, como por las dulzuras que he sentido y ha producido en mí. Dejóme toda abismada de confusión. En mis oraciones ya no los llamaba ángeles, sino mis divinos asociados. Unida la Beata a los espíritus celestiales, sentía la necesidad de asociarse también en el Corazón de Jesús a las almas fieles, a las cuales sugería esta santa devoción. Diversos pasajes de su correspondencia, son evidente prueba de esto: «Dios puede cuando quiere, escribía, sacar su gloria de nuestras menores acciones, como espero lo hará, del deseo que os da, de que entremos en particular unión de bienes. Yo, puedo deciros que no hago ninguno; pero Dios es tan bueno, que nos permite apropiarnos el tesoro de los verdaderos pobres, que es el Sagrado Corazón de Jesús, cuya celestial abundancia puede remediar superabundantemente nuestra grande indigencia. De este bien precioso debemos formar nuestra asociación, depositando en este Sagrado Corazón todo el bien que podamos hacer con su gracia; y uniéndolo a los suyos, se los ofreceremos al Padre Celestial en vez de solos los nuestros. Ved aquí nuestra verdadera sociedad y nuestro delicioso retiro, este Corazón adorable, donde viviremos al abrigo de todas las tempestades de la vida. Hacéis bien en desear uniros a las santas almas que honran a este divino Corazón, porque hay gran número de ellas. Me atrevo a complacerme con la idea, de que no me olvidareis en el Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, a cuyo Corazón quisiera que todos los demás estuviesen consagrados. Tratemos de atraer a todos cuantos podamos a nuestra pequeña asociación; pidamos esta gracia al mismo deifico Corazón.
Así fue como empezaron a formarse las primeras asociaciones en honor del Sagrado Corazón de Jesús, en las cuales por su profunda humildad la Beata se creía indigna. «Mi Salvador, porque no me perdiera, dice ella, me unió Él mismo en bienes espirituales a sus más fieles amigos, para que ellos reparasen por su amor y fidelidad las injurias que yo le hago. Pero yo os confieso ingenuamente, que si esas santas almas me conociesen tal cual soy, jamás consentirían en esta unión, por temor de que las rechazase la indignación y cólera de este amable y dulce Corazón, sin el cual la vida me sería insoportable».
Poder de las oraciones comunes en honor del Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo
Pidamos sin cesar a este amable Corazón, que se haga conocer y amar, y que derrame sus misericordias sobre todos aquellos que recurran a Él, encomendándole las calamidades públicas. ¡Cuán poderoso es este divino Corazón para apaciguar la cólera de la justicia divina, que la multitud de nuestros pecados ha irritado, atrayendo sobre nosotros todas las calamidades que nos afligen!
Las oraciones comunes tienen un gran poder cerca de este Sagrado Corazón, el cual contiene y aparta los rigores de la divina justicia, poniéndose entre ella y los pecadores, para obtener misericordia ¡Oh qué dicha la de aquellos que contribuyen al establecimiento del reino del Sagrado Corazón! Ellos se atraerán por este medio la amistad y las bendiciones eternas de este amable Corazón de Jesús, que será un protector poderoso para nuestra patria.
Ciertamente que no menos poderoso se necesitaba para aplacar la indignación de la justa cólera de Dios, excitada por los muchos crímenes que se cometen. No obstante, espero que este divino Corazón, les será un manantial copioso e inagotable de, gracias y de misericordias.
Consagración al Sagrado Corazón de Nuestro Señor Jesucristo, para ser recitada en público
¡Oh Señor! Jesús santo y dulce amor de nuestras almas, que habéis prometido, que donde se reúnan dos o tres en vuestro nombre, allí estaréis Vos en medio de ellos. Ved aquí, oh amable y dulce Jesús, nuestros corazones unidos con la intención de adorar, alabar, amar, bendecir y agradar al vuestro, santo y sagrado; al cual dedicamos juntos y consagramos los nuestros para el tiempo y para la eternidad, renunciando para siempre a todo otro amor, o afecto, que no sea el amor y el afecto de vuestro Corazón adorable, deseando que todos los deseos y aspiraciones de los nuestros estén siempre conformes con los del vuestro, al que deseamos contentar hasta donde alcance nuestra capacidad. Mas como nada podemos por nosotros mismos, os suplicamos, oh adorable Jesús, por la bondad infinita de vuestro Corazón, que sostengáis y confirméis los nuestros en la resolución que les dais de amaros y serviros, a fin de que nada nos aparte o desuna de Vos, antes al contrario, que siendo fieles y constantes en este propósito, sacrifiquemos al amor de vuestro Sagrado Corazón todas las vanas complacencias de los nuestros y todo lo que pueda arrastrarlos en pos de las cosas de aquí abajo, donde confesamos que todo es vanidad y aflicción de espíritu fuera de amaros y serviros a Vos solo, Divino y amable Salvador mío Jesucristo, sed bendito y glorificado eternamente.
PARA FINALIZAR
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Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.
Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.
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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!
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Ave María Purísima, sin pecado concebida.