domingo, 16 de junio de 2024

DÍA DECIMOSÉPTIMO. MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS CON STA. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 


DÍA DECIMOSÉPTIMO

 

MES  DEL

SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

extractado de los escritos de la

B. MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

 

ORACIÓN PARA COMENZAR  TODOS LOS DÍAS:

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, adoremos su majestad infinita, y digamos con humildad:

 

OFRECIMIENTO AL PADRE ETERNO.

Oración de Santa Margarita María Alacoque

 

Padre eterno, permitid  que os  ofrezca el Corazón de Jesucristo,  vuestro  Hijo muy  amado, como se ofrece Él mismo, a Vos  en sacrificio. Recibid  esta ofrenda por mí, así como por todos los deseos, sentimientos, afectos  y actos de este Sagrado Corazón. Todos son  míos, pues Él se inmola por mí,  y yo no quiero tener en adelante otros deseos que los suyos. Recibidlos para concederme por  sus méritos todas las gracias que me son necesarias, sobre todo la gracia de la perseverancia  final. Recibidlos como otros tantos actos de amor, de adoración y alabanza que ofrezco a vuestra  Divina Majestad, pues por el Corazón de Jesús sois dignamente honrado y glorificado. Amén.

 

Se meditan los textos dispuestos para cada día.

 

DÍA DECIMOSÉPTIMO

 

El Corazón de Jesús, divino piloto al cual el alma fiel se abandona en las tempestades de la vida

«Respecto a entrar en el Corazón de Nuestro Señor ¿qué tenéis que temer, cuando el mismo deifico Corazón os invita a que vayáis allí, a tomar vuestro reposo? Entrad pues en Él como un viajero en un navío seguro, cuyo piloto es el amor divino, el cual os conducirá dichosamente en el mar borrascoso de la vida, preservándoos de sus escollos y tempestades, que son las sugestiones de nuestros enemigos, nuestras pasiones, nuestro amor propio y vanidad, el apego que tenemos a nuestro propio juicio y voluntad».

«Cuando os sintáis turbados y agitados de algún temor, es preciso decir a vuestra alma: «¿Qué temes teniendo, como tienes, al Corazón de Jesús, su vida que es el puro amor y con esto el tesoro y las delicias del cielo y de la tierra?

«Y para mantenernos siempre en este divino Corazón, es preciso, que olvidemos y despreciemos todo lo que no es compatible con este amor, que debe ser de preferencia, como lo único necesario a nuestro corazón ¡Ah, si se pudiera comprender, cuánto adelantan las almas llamadas a este perfecto despojo y abandono de sí mismas, si son fieles en corresponder hasta con la muerte a todo deseo, satisfacción, curiosidad, miramiento propio, para dejarse conducir por este divino Piloto en la barca segura de su divino Corazón!

Me parece que de este modo aseguramos nuestra salvación, la cual está tan expuesta en esta vida miserable y llena de corrupción. Cuando estamos consagradas y dedicadas a este Corazón adorable, para amarle y servirle con todas nuestras fuerzas, abandonándoselo todo, Él cuida de nosotros y nos hace llegar, a pesar de todas las tempestades, al puerto de salvación.

«Os envió pues al Corazón Sagrado de nuestro buen Maestro, para que sea Él mismo vuestro conductor y director; es muy sabio, y cuando nos abandonamos todos a su conducta dejándole obrar, nos hace andar el camino en poco tiempo, y sin que nos apercibamos de ello más, que por los combates que su gracia propone continuamente a nuestra naturaleza inmortificada.

«El amable Corazón de Jesús debe ser vuestra sola ocupación, vuestra meditación, vuestro entretenimiento vuestro libro y toda vuestra dirección; Él debe llenar vuestra memoria, iluminar vuestro entendimiento, inflamar vuestra voluntad, para que no os acordéis, ni penséis, ni améis otra cosa que a Él. Procurad, yo os lo suplico, comprender sus divinas enseñanzas y cuanto de vosotros quiere, para efectuarlo con prontitud.

Una sola cosa hay necesaria y es el puro y divino amor. Amemos, o a lo menos soportemos nuestra propia abyección, abandonándonos a la amorosa providencia del sagrado y amable Corazón de Jesús, para dejarnos conducir y gobernar a su gusto. Él tendrá buen cuidado de procurarnos, cuanto sea necesario a nuestra santificación; y si nos aplicamos a recibirlo todo bien, según sus designios, esto basta.

 

Consejos sobre el abandono

Estad pronta y dispuesta a hacerlo y sufrirlo todo en silencio, como un alma completamente abandonada en Dios, pues así creo que Nuestro Señor os quiere. Abandono en el cuerpo tomando indiferentemente la enfermedad, la salud, el trabajo, o el descanso. Abandono en el espíritu queriendo las ceguedades, insensibilidades, desolaciones y aceptándolas con la misma gratitud, que aceptaríais las dulzuras y consuelos; manteniendo vuestra alma en paz, haciéndola obrar en una completa desnudez de espíritu y de fe, sin deteneros en el gusto sensible, que no sirve frecuentemente, sino para deteneros en el camino de la perfección.

El tercer abandono es el del corazón, asiento del amor y de la voluntad, la cual debéis hacer morir de tal suerte en el Sagrado Corazón de Jesús, que le dejéis querer por vosotros cuanto sea de su divino agrado, no procurándoos ni placer, ni sufrimiento, sino tomando con gusto cuanto os presente, sea dulce o amargo, puesto que el mismo amor os prepara lo uno y lo otro, para santificaros a su gusto.

Manteneos en paz toda abandonada y sacrificada al Sagrado Corazón de Jesucristo, el cual me atrevo a deciros no os abandonará jamás, sino que tomará un cuidado particular de vuestra alma, a medida que confiéis y os abandonéis en Él por medio de una fidelidad inviolable en las ocasiones en que se trate de su gloria, o de probarle vuestro amor.

¡Cuán obligada estáis al Sagrado Corazón de nuestro buen Maestro, que tiene tanto amor para con vosotras! Correspondedle con todo el amor que sois capaces, y tributadle todo bien y toda gloria. Sedle fiel inviolablemente, aunque os cueste mucho; pues Él es bastante rico, para recompensaros todo.

Este divino Corazón os hará sentir los efectos de su liberalidad, si confiáis plenamente en su amorosa bondad.

Vuestro corazón debe ser el trono de vuestro amado, tributándole amor por amor, en la confianza de que os hará conocer que le sois más agradable. Abandono por el amor, abandono en el amor y todo para el amor sin reserva alguna.

 

Especial cuidado con que nuestro Señor mismo conducía a la Beata

Desde su infancia la joven Margarita comprendió por su propia experiencia, cuán delicioso es al alma, abandonarse en la voluntad de Nuestro Señor.

Durante largos años, dice ella, no he tenido propiamente otro director, que mi divino Maestro; pues desde que tuve uso de razón, tomó un imperio tal sobre mi voluntad, que me obligó a obedecerle en todo, sin que pudiese, por decirlo así, excusarme.

Me reprendía Él mismo de mis faltas, por pequeñas que parecían, con grande severidad. Concebí desde entonces un horror tan grande al pecado, que me escondía para llorar a mi gusto, cuando me apercibía de que había hecho la menor falta.

Sentía un atractivo tal por la oración, que sufría mucho por no saber, ni poder aprender, como debía hacerla; y como no tenía trato alguno con personas espirituales, no sabía otra cosa más que esta palabra, oración; pero ella sola arrebataba mi alma.

Habiéndome dirigido a mi divino Maestro, me enseñó cómo debía hacerla y esta lección me sirvió para toda la vida. Me hacía postrar humildemente delante de Él, y pedirle perdón de cuanto le había ofendido; y después de haberle adorado le ofrecía mi oración, sin saber cómo empezar. Enseguida le presentaba Él mismo ante mí, en el misterio, en que tenía que considerarle; aplicaba fuertemente mi espíritu, y tenía mis potencias tan embebidas en Él, que yo no tenía ninguna distracción; y mi corazón se sentía consumido del deseo de amarle, y esto me daba un deseo ardiente e insaciable de la sagrada comunión, y de padecer, y hubiese pasado días y noches enteras delante del Santísimo Sacramento, sin comer ni beber, y sin saber lo que era de mí, consumiéndome en su presencia, como se consume una luz que arde, para devolverle amor por amor. Quejándome sin cesar a mi divino Maestro del temor que sentía por no poder agradarle en todo lo que hacía, y que había mucho de mi voluntad, no estimando yo sino lo que hacía por obediencia: ¡Ay Dios mío! le dije, dadme alguna persona, que me conduzca a Vos. ¿No te basto yo? me respondió ¿qué teme Un hijo tan amado como tú lo eres de mí, puede perecer en los brazos de un padre Todopoderoso? Yo te daré conocer en adelante que soy un sabio director que sabe conducir a las almas sin peligro alguno, cuando se abandonan a mí, olvidándose de sí mismas.

 

Acto de unión a los sentimientos del Sagrado Corazón en el Santísimo Sacramento

¡Oh Jesús, mi Señor y mi Dios a quien creo verdadero y realmente presente en el Santísimo Sacramento del altar! recibid este acto de una adoración profunda, para suplir el deseo que tengo de adoraros sin cesar y en acción de gracias por los sentimientos de amor, que vuestro Corazón tiene para mí. No puedo agradecerlos mejor que, ofreciéndoos todos los actos de adoración, de resignación, de paciencia y de amor que este mismo Corazón ha hecho durante su vida mortal, y hace aún y hará eternamente en el cielo a fin de amaros, alabaros y adoraros por él mismo, cuanto me sea posible. Yo me uno a esta oferta divina que hacéis a vuestro Padre; yo os consagro todo mi ser, suplicándoos destruyáis en mí el pecado y no permitáis que sea separada de Vos eternamente.

 

PARA FINALIZAR

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santa Margarita María de Alacoque, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

 

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.