IV DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Lucas
5, 01-04 Y aconteció que se agolpaban las gentes hacia El, para oír la
palabra de Dios, y El estaba a la orilla del lago de Genesaret. Y vio dos
barcas que estaban a la orilla del lago: y los pescadores habían saltado a
tierra, y lavaban sus redes. Y entrando en una de estas barcas, que era de
Simón, rogó que la apartase un poco de tierra. Y estando sentado, enseñaba al
pueblo desde la barquilla. (vv. 1-4)
San Ambrosio, in Lucam lib 4
Cuando Jesús
hubo dispensado la salud a varias clases de enfermos, y ni el tiempo ni el
lugar detenía a las turbas deseosas de salud, declinó la tarde. Y le seguían.
Un lago les disputa el paso, y le rodeaban por todas partes; por ello se dice:
"Y aconteció que agolpándose las turbas hacia El", etc.
Crisóstomo
Estaban
unidos a El, lo amaban, lo admiraban, y deseaban tenerlo siempre consigo.
¿Quién se separaría de El cuando hacía tales milagros? ¿Quien no querría ver
aquel rostro y aquella boca que decía tales cosas? No sólo era admirable cuando
hacía milagros, sino que su solo aspecto abundaba en gracia de una manera
extraordinaria. Por lo que cuando hablaba le oían con el mayor silencio, y
nunca interrumpían su discurso; por esto se dice: "Y acudían a El para oír
la palabra de Dios", etc. Prosigue: "Y El estaba a la orilla del lago
de Genesareth".
Beda
Aseguran que
el lago de Genesareth era el mismo mar de Tiberíades, y que tomó el nombre de
mar de Galilea en atención a la provincia que le rodeaba. Genesareth se llama
también porque este mar se parece a un lago (que encrespando sus olas parecía
que él mismo era quien se agitaba), y en griego quiere decir que engendra la
brisa. Sus aguas, en vez de ser tranquilas como las de los lagos, son
frecuentemente agitadas por los vientos; son dulces y buenas para beber. Pero
en la lengua hebrea se acostumbró a designar con el nombre de mar a toda
reunión de aguas, sean dulces o saladas.
Teofilacto
El Señor
huye de la gloria, cuanto más ella le persigue, y por ello, separándose de las
turbas, entró en la barca. De donde prosigue: "Y vio dos barcos que
estaban a la orilla del lago. Y los pescadores habían saltado en tierra, y
lavaban sus redes".
Crisóstomo
Lo cual era
señal de descanso. Pero, según San Marcos, los encontró remendando sus redes.
Tanta era la pobreza de aquellos pescadores que remendaban sus redes, no pudiendo
comprar otras. Queriendo reunir oportunamente a toda la concurrencia, y que
nadie se quedase a su espalda, y con el fin de que todos le viesen cara a cara,
subió en el barco. Por esto dice: "Y entrando en una nave que era de
Simón, le rogó", etc.
Teofilacto
He aquí la
mansedumbre de Jesucristo, que ruega a Pedro; y la obediencia de Pedro, en
todo.
Crisóstomo
Después que
hizo tantos milagros, expone de nuevo su doctrina; y encontrándose en el mar,
pesca a los que están en tierra. Y de aquí prosigue: "Y estando sentado,
enseñaba al pueblo desde la navecilla".
San Gregorio Nacianceno, hom. de repudio
Condescendiendo
con todos, a fin de sacar al pez del abismo, esto es, al hombre que nada en las
cosas móviles y en las amargas tempestades de esta vida.
Beda
Místicamente
hablando, las dos naves representan al pueblo judío y gentil, los cuales vio el
Señor, porque conoce quiénes son los suyos en uno y otro pueblo; y al verlos
-esto es, visitándolos con su misericordia-, los conduce a la playa tranquila
de la vida futura. Los pescadores son los doctores de la Iglesia, que nos
pescan con la red de la fe, y -como a la playa- nos conducen a la tierra de los
vivos. Pero estas redes unas veces se tienden a la pesca, otras veces se lavan
para plegarlas, porque no todo el tiempo es propicio para la predicación, sino
que el Doctor debe hablar unas veces y otras ocuparse de sí mismo. La nave de
Simón es la Iglesia primitiva, de quien dice San Pablo: "El que hizo a
Pedro Apóstol de los circuncisos" ( Gál 2,8). Se dice bien: una barca,
porque la multitud de los creyentes tenía sólo un corazón y una alma ( Hch
4,32).
San Agustín, de quaest evang. 2, 2
Desde la cual enseñaba a las turbas; porque enseña a las gentes con la autoridad de la Iglesia. Y en cuanto a lo que dice, que subiendo el Señor al barco suplicó a San Pedro que le separase un poco de la tierra, da a entender que se debe predicar a las gentes con moderación; ni mandándoles lo terreno, ni apartándolos de la tierra a lo profundo de los misterios. También quiere decir que debe predicarse primero a las gentes que están más cerca. Después dice: "Entra más adentro" manda predicar a las naciones más remotas.
05-07 Y
luego que acabó de hablar, dijo a Simón: "Entra más adentro, y soltad
vuestras redes para pescar". Y respondiendo Simón, le dijo: "Maestro,
toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada; mas en tu palabra
soltaré la red". Y cuando esto hubieron hecho, cogieron un tan crecido
número de peces, que se rompía su red. E hicieron señas a sus compañeros, que
estaban en el otro barco, para que viniesen a ayudarlos. Y vinieron, y de tal
modo llenaron los barcos, que casi se sumergían. (vv. 5-7)
San Cirilo
Después que
había enseñado bastante al pueblo, vuelve otra vez a sus obras admirables; y
por medio del oficio de pescador, pesca a sus discípulos. De donde prosigue:
"Y luego que acabó de hablar, dijo a Simón: Entra más adentro, y soltad
vuestras redes para pescar".
Crisóstomo
Acomodándose
a las circunstancias de los hombres, así como llamó a los magos por medio de
una estrella, llama ahora a los pescadores por medio del arte de pescar.
Teofilacto
San Pedro no
tardó en obedecer, y por esto prosigue: "Y respondiendo Simón, le dijo:
Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada". No
añadió, pues: No te obedeceré, ni me expondré a trabajar por segunda vez en
vano; sino que añade: "Mas en tu palabra soltaré la red". Y como el
Señor había instruido las turbas desde el barco, no dejó sin recompensa a su
dueño dispensándole beneficios de dos maneras: primero, dándole multitud de
peces, y después, haciéndolo su discípulo; por lo que sigue: "Y cuando
esto hubieron hecho, cogieron una copiosa multitud de peces", etc. Cogió
tantos peces, que no pudo sacarlos afuera, sino que tuvo que pedir auxilio a
sus compañeros que estaban en otro barco, para que viniesen. Los llama por
señas, porque no podía hablar asombrado por la gran cantidad de peces que había
cogido; y aquéllos le prestaron su auxilio, porque dice: "Y vinieron, y de
tal manera llenaron las dos barcas", etc.
San Agustín, De cons Evang., 2, 9
San Juan
parece contar el mismo milagro 1;
pero es otro muy distinto, y que se verificó después de la resurrección del
Señor en el mar de Tiberíades. No solamente se diferencian estos dos prodigios
en cuanto al tiempo, sino también en cuanto a la misma cosa. Porque en el
milagro que refiere San Juan se dice que arrojó la red a la derecha, y sacó
ciento cincuenta y tres peces; grandes en verdad, y tanto, que el evangelista
especificó su magnitud diciendo que, a pesar de ello, las redes no se
rompieron; fijándose sin duda, en este otro prodigio que refiere San Lucas, en
el que se rompían las redes, por los muchos pescados que habían cogido.
San Ambrosio
Místicamente,
la barca de Pedro, que flota según San Mateo y que según San Lucas se llena de
peces, figura la Iglesia flotante en su origen, y llena después hasta rebosar.
No zozobra ésta que tiene a Pedro; pero fluctúa aquella que tiene a Judas: en
una y otra se encuentra Pedro, pero el que permanece firme por sus virtudes es
perturbado por las extrañas. Evitemos el trato con el traidor, no sea que vacilemos
muchos, empujados por uno solo. Hay perturbación allí donde se encuentra poca
fe; y gran seguridad donde hay perfecto amor. Ultimamente, aun cuando se manda
a otros que arrojen sus redes, sólo a Pedro se le dice: "Entra más
adentro"; esto es, hasta el fondo de la cuestión. ¿Qué cosa hay más
elevada que conocer al Hijo de Dios? ¿Mas cuáles son las redes que se manda a
los apóstoles tender sino los discursos, que como los rodeos y vueltas de las
discusiones no dejan escapar a los que cogen? Los instrumentos de los apóstoles
son redes de pesca que no hieren a los que cogen, sino que los reservan; y que,
desde el abismo donde se agitaban, los hacen subir a lo más elevado. Dice,
pues: "Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, sin haber cogido nada";
porque en realidad el fruto que ha de cogerse por medio de la predicación no
depende de los hombres, sino de Dios. Los que antes nada habían cogido ahora
hacen una gran pesca con la Palabra de Dios.
San Cirilo
Esto
prefiguró lo que había de suceder; no trabajan en balde los predicadores de la
doctrina evangélica cuando tienden sus redes, sino que aumentan siempre nuevas
comunidades a la Iglesia de Dios.
San Agustín, de cuest. evang. 2, 2
Las redes
que se rompían y las barcas llenas de tanta abundancia de peces, que casi se
sumergían, significan que habrá en la Iglesia tal multitud de hombres carnales,
que la desgarrarán con herejías, y perturbarán su paz con cismas.
Beda
Se rompe la
red pero no escapa el pez, porque el Señor defiende siempre a los suyos contra
los escándalos de sus perseguidores.
San Ambrosio
La otra nave
es el judaísmo, de la que son elegidos San Juan y Santiago. Estos pasaron de la
sinagoga a la nave de Pedro -esto es, a la Iglesia-, para que llenasen las dos
naves. Todos, pues, se postran cuando se pronuncia el nombre de Jesús, ya sean
judíos, ya griegos.
Beda
O la otra
nave es la Iglesia de los gentiles, la cual, no siendo suficiente una nave, se
llena también de peces escogidos; porque el Señor conoce quiénes son los suyos
( 2Tim 2,19), y sabe el número total de sus elegidos. Aun cuando no encontró a
muchos que creyeran en El entre los judíos, sabe perfectamente quienes van a
admitir la fe y van a ser premiados con la vida eterna, y busca a los suyos una
colocación a propósito en otra nave, llenando también los corazones de los
gentiles con la gracia de su fe. La segunda nave se llama cuando se rompe la
red. Así, cuando Judas el traidor, Simón Mago, Ananías y Safira y muchos de los
discípulos se retiraron, en seguida San Bernabé y San Pablo fueron agregados
para el apostolado de los gentiles.
San Ambrosio
También
podemos entender que la otra nave representa a otra Iglesia, pues de la única
Iglesia se derivan muchas Iglesias particulares.
San Cirilo
Hace señas a
sus compañeros para que le ayuden. Muchos continúan los trabajos de los
apóstoles; en primer lugar aquéllos que escribieron los Evangelios; después,
los que han sido constituidos en pastores y presidentes de los pueblos y en
doctores de la verdadera doctrina.
Beda
Las naves de
éstos se llenan con aumento cada día, y se llenarán hasta el fin del mundo. Y
que después de llenas se sumergen -esto es, que son amenazadas de naufragio
porque no han de ser sumergidas, aun cuando peligren-, el Apóstol lo expone,
diciendo: "En los tiempos venideros habrá días peligrosos; y habrá hombres
egoístas" ( 2Tim 3,1-2). Pues sumergirse las naves significa que los
hombres, después que fueron elegidos por la fe, recaen en la inmoralidad del
siglo.
Notas
1. Ver Jn 21, 1-14
08-11 Y
cuando esto vio Simón Pedro, se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
"Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador". Porque él y todos
los que con él estaban quedaron atónitos de la presa de los peces que habían
cogido. Y asimismo, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de
Simón. Y dijo Jesús a Simón: "No temas; desde aquí en adelante serás
pescador de los hombres". Y llevadas las barcas a tierra, lo dejaron todo,
y le siguieron. (vv. 8-11)
San Ambrosio
San Pedro se
admiraba de los dones de Dios; y cuanto más tenía, menos presumía. Por lo que
dice: "Y cuando esto vio Simón, Pedro se arrojó a los pies de Jesús,
diciendo: Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador".
San Cirilo
Trayendo a
la memoria todos los pecados que había cometido, tiembla y se estremece, como
sucede generalmente que el que está manchado no cree que pueda ser aceptable
delante del que está limpio. Sabía por la ley -o había aprendido por la ley-,
que debe distinguirse entre el bueno y el malo.
San Gregorio Niceno
Cuando mandó
arrojar las redes, se cogió tanta cantidad de peces, cuanta quiso el Señor del
mar y de la tierra. La palabra del divino Verbo siempre es la palabra del
poder, a cuyo mandato habían nacido la luz y todas las demás criaturas en el
principio del mundo. San Pedro se admira de todo esto: "Porque él, y todos
los que con él estaban, quedaron atónitos", etc.
San Agustín, de cons. evang. 4, 17
No nombra a
San Andrés, el cual debía estar en la misma barca, como dicen San Mateo y San
Marcos. Prosigue: "Y Jesús le dijo a Simón: 'No temas'.
San Ambrosio
Di tú
también: Señor, apártate de mí, porque soy un hombre pecador, para que Dios
responda: "No temas". Debemos confesar nuestros pecados al Señor para
que nos trate con indulgencia. Ve cuán bueno es el Señor, cuando concede a los
hombres el gran poder de vivificar. Prosigue: "De aquí en adelante serás
pescador de hombres".
Beda
Esto se
refería a San Pedro de una manera especial, porque así como entonces cogía los
peces por medio de sus redes, más adelante habría de coger a los hombres por
medio de la palabra. Le da a conocer, a la vez, el orden de todo lo que había
de suceder en la Iglesia -cuyo tipo era él- y que todos los días se viene
verificando.
Crisóstomo
Observa
también la fe y la obediencia de los apóstoles.Teniendo entre manos el trabajo
de la apetecida pesca, no se detuvieron en cuanto oyeron la voz del Señor que
les mandaba sino que, abandonadas todas las cosas, lo seguían. Una obediencia
igual exige Jesucristo de nosotros. Y debemos dejar todas las cosas cuando nos
llama, aun cuando nos apremie algo muy necesario; de donde prosigue: "Y
acercadas las barcas a tierra", etc.
San Agustín, de cons. evang. 2, 17
San Mateo y
San Marcos refieren cómo sucedió esto de una manera breve. San Lucas lo explica
de una manera más clara; en lo cual parece que hay alguna diferencia, porque recuerda
que únicamente a San Pedro dijo el Señor: "Desde aquí en adelante serás
pescador de hombres", y los otros dos Evangelistas dicen que el Señor dijo
esto mismo, pero a los dos hermanos. Sin embargo, pudo suceder que primero se
lo dijese a San Pedro, porque se había admirado de la gran cantidad de peces
que había cogido, según insinúa San Lucas, y a los dos después, lo cual
contaron los dos primeros Evangelistas. También puede entenderse que primero
medió lo que dijo San Lucas, porque entonces todavía no habían sido llamados
por el Señor, sino que solamente se había dicho a San Pedro que sería pescador
de hombres; pero no que nunca habría de pescar peces. De aquí se da a entender
que aquéllos volverían a pescar peces, y que después sucedería lo que refieren
San Mateo y San Marcos. Entonces no habían sacado las barcas a tierra, como con
el cuidado de volver a lo mismo, sino que le siguieron, como que los llamaba o
mandaba. Pero si, según San Juan, San Pedro y San Andrés habían seguido a Jesús
desde las orillas del Jordán, ¿cómo dicen otros Evangelistas que los encontró
en Galilea pescando, y los llamó para discípulos suyos? Pero debe entenderse
que vieron al Señor junto al Jordán, sin unirse a El inseparablemente, sino que
tan sólo conocieron quién era, y habiéndole admirado, se retiraron a sus
lugares.
San Ambrosio
En sentido
místico, diciendo: "Señor, apartaos de mi", Pedro niega que los que
coge con la palabra sean su conquista y su botín. Tampoco tú temas referir a
Dios lo que tienes, porque El nos ha concedido lo que era suyo.
San Agustín, De quaest. Evang. 2, 2
O de otro
modo, Pedro, en representación de la Iglesia, llena de hombres pecadores, dice:
"Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador"; como si la
Iglesia, llena de una multitud de hombres pecadores, y casi sumergida por sus
costumbres, alejase de ella en cierto modo el reino de las cosas espirituales,
en las que sobresale especialmente la persona de Jesucristo. Los hombres no
dicen esto con palabras a los buenos ministros del Señor para alejarlos de sí;
pero, con la palabra de sus costumbres y de sus acciones, los obligan a que se
separen de ellos, para no ser dirigidos por buenos, y con tanto mayor motivo
cuanto que así los honran; como San Pedro figuraba su respeto, postrándose a los
pies del Señor, al recordar su vida pasada, diciendo: "Señor, apartaos de
mí".
Beda
Conforta el
Señor el temor de los carnales, para que ninguno, temblando a causa de su
conciencia culpable, o desalentado a la vista de la inocencia de otros, tema
entrar en el camino de la santidad.
San Agustín, De quaest. Evang. 2, 2
El Señor, no separándose de ellos, da a entender que hombres buenos y espirituales no deben asustarse por los pecados de las turbas, ni tener la voluntad -para vivir con más seguridad y paz- de abandonar el ministerio eclesiástico. En cuanto a que sacaron los barcos a tierra y, dejando todas las cosas, lo siguieron, puede significar el fin del tiempo, en el cual los que hayan continuado unidos a Cristo se apartarán enteramente de la mar de este mundo.