sábado, 19 de febrero de 2022

NOÉ HALLÓ GRACIA ANTE DIOS. San Ambrosio

 


NOÉ HALLÓ GRACIA ANTE DIOS. San Ambrosio

 

Domingo de Sexagésima

Lecciones del II Nocturno de Maitines

 

Del Libro de San Ambrosio, Obispo, sobre Noé y el Arca.

Capítulo 4 cerca del medio.

Vemos que el Señor se irritó. Sabía, ciertamente que el hombre puesto en la región de la tierra y cargado con el peso de la carne, no podía vivir sin pecado (ya que la tierra es como un lugar de tentaciones, y la carne es como incentivo de corrupción); pero los hombres, aunque dotados de razón, y teniendo la fuerza del alma para gobernar su cuerpo, se precipitaron sin miramiento alguno en abismos, de los cuales no querían levantarse. Dios no piensa como los hombres, de modo que cambie de parecer, ni se enoja como si fuera mudable, sino que estas expresiones se emplean para darnos a entender la acerbidad de nuestro pecado, que ha merecido la indignación divina; como si se dijera que nuestras culpas han crecido hasta el punto de provocar el enojo del mismo Dios, que naturalmente no se mueve por la ira, ni por el odio ni por pasión alguna.

Por lo mismo amenazó con la destrucción del hombre. “Desde el hombre, dijo, hasta los animales, desde los reptiles hasta las aves les exterminaré”. ¿Qué mal habían hecho los irracionales? Ninguno; mas, habiendo sido creados para el hombre, destruido éste, para cuyo servicio existían, era muy lógico que también fueran ellos destruidos, por no existir el que debía servirse de ellos. De esto mismo podemos dar una explicación más elevada. El hombre es un ser intelectual, capaz de razón. Esta es la definición del hombre: un animal viviente, mortal, racional. Cuando se extingue en el hombre lo que hay de mejor en él, se extingue el sentimiento, y nada le queda por salvar cuando le falta la virtud que es el fundamento de la salvación.

Para condenación de los demás, y a fin de expresar la piedad divina, se dice que Noé halló gracia delante de Dios. Así se demuestra que los delitos de los demás no desmerecieron al hombre justo, por lo que fue escogido para la propagación de todo el linaje. La Escritura alaba a Noé, no por la nobleza de su familia, sino a causa de su justicia y de su perfección. El linaje del hombre virtuoso lo constituye la prosapia de la virtud, porque si la nobleza de los hombres la constituyen los hombres, la nobleza de las almas la constituyen las virtudes. Las familias se distinguen por la nobleza del linaje, mas las almas por las virtudes.