viernes, 23 de febrero de 2018

PRIMERO SE LE HACE AMIGO. San Juan Crisóstomo




COMENTARIO AL EVANGELIO CATENA AUREA

VIERNES DE LA I SEMANA DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Comentario de san Juan Crisóstomo, in Ioannem, hom. 35
Según mi parecer, era el día de la fiesta de Pentecostés 1. Subió Jesús a Jerusalén, como siempre en los días de las fiestas, para que los judíos, viendo que las celebraba con ellos, no lo considerasen como enemigo de la Ley. Y por esta razón podría atraer a la multitud sencilla por medio de milagros y de enseñanzas, especialmente en los días de fiesta, que era cuando concurrían y se ponían cerca de El.
Convenía, por tanto, que se diese a conocer el bautismo, limpiando de los pecados, cuya imagen quedó representada en la piscina, así como de otras maneras. Primeramente dio el Señor el agua que limpia las inmundicias de los cuerpos y las maldades que, aunque no existen en realidad, se cree que existen, como son las que provienen de los cadáveres corruptos y de la lepra, y que se consideran como contagiosas. Además, hizo que pudiesen curarse varias enfermedades por medio del agua. Por esto sigue: "En estos yacía grande multitud de enfermos", etc. Y queriendo el Señor llevar consigo la gracia del bautismo, no sólo cura los pecados, sino que también las enfermedades. Y así como los ministros que están cerca del rey son más estimados que los que están lejos, así acontece también en los milagros. Mas no curaba sencillamente con el sólo tacto de las aguas -aun cuando esto siempre sucedía-, sino por medio de la bajada de un ángel. Por esto sigue: "Porque un ángel del Señor descendía en cierto tiempo a la piscina, y se movía el agua". Así sucede en los bautizados, que no es el agua únicamente la que opera, sino que cuando recibe la gracia del Espíritu Santo, entonces es cuando purifica todos los pecados. Cuando bajaba el ángel, movía el agua y le comunicaba la virtud de sanar, para que sepan los judíos que con mucha mayor razón el Señor de los ángeles podría curar todas las enfermedades del alma. Pero allí la enfermedad era un obstáculo para el que deseaba curarse, pues añade: "y el que primero entraba en la piscina, después del movimiento del agua, quedaba sano", etc. Pero ahora todos pueden acercarse al bautismo, porque no es un ángel quien mueve las aguas, sino el Señor de los ángeles, que todo lo hace. Y aun cuando vengan los hombres de todo el mundo, la gracia no se consume, sino que se conserva igual; y así como los rayos del sol alumbran todo el día y no se consumen ni disminuye su luz porque alcance a muchos, así la acción del Espíritu Santo mucho menos disminuye en los que la reciben, por grande que sea la multitud de aquéllos sobre quienes descansa. Y solamente se curaba uno después del movimiento de las aguas, para que aprendiesen que con el agua se curaban las enfermedades del cuerpo. De esta forma, ejercitados por mucho tiempo, creerían también que por medio del agua se pueden curar las enfermedades del alma.
No le cura en seguida en cuanto entra, sino que primero se le hace amigo y, por medio de preguntas, le presenta el camino de la fe, que habría de tomar después. Y no prueba su fe, como lo hizo respecto de los ciegos, cuando les decía: "¿Creéis que yo puedo hacer esto?" ( Mt 9,28). Porque éste aún no lo conocía claramente. Unos conocían su poder en otras cosas y oían esto muy convenientemente, pero a otros, que aun no lo conocían sino que lo harían por medio de sus signos, se les preguntó acerca de su fe después de ocurrido el milagro. Por esto sigue: "Y cuando Jesús vio que yacía aquel hombre y conoció que estaba ya hace mucho tiempo", etc. No le pregunta esto para saberlo, porque esto sería innecesario, sino para dar a conocer la paciencia del hombre en el espacio de treinta y ocho años y que todos los años acudía esperando quedar libre de su enfermedad, y para que conozcamos también la razón por qué, prescindiendo de los demás, se fijó en éste. Y no dice "si quieres, te curaré", porque aun no esperaba cosa grande de Jesucristo. Y no se turbó por la pregunta, ni dijo: has venido a injuriarme, cuando me preguntas si quiero ser sano, sino que le responde con mansedumbre. Por esto sigue: "El enfermo le respondió: Señor, no tengo hombre", etc. No había conocido quién era el que preguntaba, ni que podría curarle; únicamente creía que Jesucristo serviría para introducirle en el agua. Pero el Señor le manifestó que todo podía hacerlo con su palabra. Por esto sigue: "Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda".