sábado, 17 de febrero de 2018

NO TODO EL QUE ORA SUBE AL MONTE, SINO SÓLO EL QUE ORA BIEN Y BUSCA A DIOS ORANDO. San Beda el Venerable




COMENTARIO AL EVANGELIO CATENA AUREA

SÁBADO DESPUÉS DE CENIZA
Forma Extraordinaria del Rito Romano


Comentario de San Beda, el Venerable, Liber 2 cap 28 in cap. 6 Marci.
Mas se dirá con razón cómo es que San Marcos refiere que, verificado el milagro de los panes, fueron los discípulos atravesando el mar a Betsaida, siendo así que parece decir que fue en el mismo Betsaida donde se realizó el milagro. Pero podemos entender que San Lucas dijo: "En el desierto", que es Betsaida, para designar, no el interior de la misma ciudad, sino los lugares desiertos pertenecientes a ella; y San Marcos dice: "Para que pasasen antes que El hacia Betsaida", en donde está dicha ciudad.
"Así que les despidió". 
No todo el que ora sube al monte, sino sólo el que ora bien y busca a Dios orando. El que en la oración pide riquezas, honores mundanos, o la muerte de su enemigo, quedándose en lo más bajo hace viles las preces que dirige a Dios. San Juan nos declara porqué el Señor despidiendo al pueblo subió a orar al monte, diciendo: "Por lo cual, conociendo Jesús que habían de venir para llevársele por fuerza, y levantarle por rey, huyóse El solo otra vez al monte" ( Jn 6,15)
Teodoro Faraditano, obispo en otro tiempo, escribió que el Señor, según la carne no tenía peso específico, y que así había andado sobre el mar; pero la fe católica afirma lo contrario, como dice Dionisio : Ignoramos cómo sin mojarse los pies y teniendo peso natural anduvo sobre la sustancia húmeda e inconsistente.
Admiraban en verdad los discípulos, aún carnales, la grandeza de tanta virtud, y no podían sin embargo, conocer todavía en El la verdad de la majestad divina. "Porque su corazón estaba aún ofuscado".
En sentido místico, el trabajo de los discípulos remando y el viento contrario señalan los trabajos de la santa Iglesia, la cual entre las olas del siglo enemigo y el aliento de los espíritus inmundos se esfuerza por llegar al descanso de la patria celestial. Con razón, pues, se dice que la barca estaba en medio del mar, y El sólo en tierra, porque nunca ha sido afligida la Iglesia con tanta persecución de los gentiles; de modo que no parecía sino que su Redentor la había abandonado del todo. Pero ve el Señor a los suyos luchar en el mar, y para que no desfallezcan en las tribulaciones, los fortifica con una mirada de su misericordia, y algunas veces los libra del peligro de un modo manifiesto. Llega a ellos a la cuarta vigilia, al aproximarse el día, porque cuando el hombre eleva su espíritu a la luz del auxilio superior, encuentra allí al Señor, y amainan los peligros de las tentaciones. 
Muchas veces parece que el piadoso Cielo ha abandonado a los fieles que se hallan en tribulación; de modo que se podría juzgar que Jesús quiso pasar adelante de los discípulos que luchaban con el mar. Y aun hay herejes que juzgan que el Señor era un fantasma, y que no tomó de la Virgen carne verdadera. 
Al punto que está en cualquier corazón por gracia de su amor, cesan las luchas promovidas por las pasiones, el mundo y los espíritus malignos.
Lo conocieron por su nombre, no por el rostro; o acaso lo conocieron muchos por la grandeza de sus milagros y por su rostro. Observemos cuánta era la fe de los hombres de la tierra de Genesaret, que no se contentan con tener ellos la salud, sino que avisan a otros pueblos de las inmediaciones, para que se apresuren a venir al médico. "Y recorriendo toda la comarca entera, empezaron las gentes a sacar en andas", etc. 
En sentido místico, debemos entender por la franja de su vestido el menor de sus preceptos, porque el que lo quebrante será llamado el menor en el reino de los cielos; o el asumir nuestra carne, por lo que tenemos acceso al Verbo de Dios, y gozaremos después de su Majestad.