8 de septiembre
NATIVIDAD
DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA
Bienaventurado el seno que llevó a Jesús,
y los pechos que lo alimentaron
(Lucas, 11, 27).
Las plegarias y las lágrimas de San Ana le merecieron,
después de veinte años de esterilidad, la gloria de dar al mundo a la
Bienaventurada Virgen María. He aquí la aurora mensajera del Sol de justicia:
demonios, retiraos al infierno; ángeles, regocijaos: pronto los justos ocuparán
los lugares abandonados por los ángeles rebeldes. Hombres, triunfad: María ha
nacido para ser la Madre de Dios que será vuestro Hermano y vuestro Redentor.
Almas santas que gemís en el limbo, consolaos: la puerta de vuestra prisi6n muy
pronto será abierta por el Hijo de la que acaba de nacer.
MEDITACIÓN SOBRE LA NATIVIDAD DE
MARÍA
I. Considera las mercedes con que Dios honra a María
el día de su dichoso nacimiento. El Padre eterno, que la consideraba como Hija
suya, le dio el nombre de María; la hizo Soberana del cielo y de la tierra,
Reina de los ángeles y de los hombres. El Verbo eterno la eligi6 para ser su
Madre; dióle a todos los hombres como hijos adoptivos, con pleno poder para
acordar la gloria eterna a los que la sirvan fielmente. El Espíritu Santo colmó
de gracias a su divina Esposa. Regocíjate con Maña por todos estos favores.
II. Maña responde a los beneficios del Señor con los
sentimientos del más vivo agradecimiento. Dotada, desde su primer instante, del
uso de razón, se sirve de ella para adorar al Padre eterno: se humilla a la
vista del honor que el Verbo encarnado le hace al elegirla por Madre suya:
ofrece su corazón por un acto de amor al Espíritu Santo, su divino Esposo. Haz
tú, por lo menos hoy, lo que hizo Maña en el día de su Natividad. Adora al
Padre eterno, humíllate delante de Jesús, da tu corazón al Espíritu Santo.
III. ¿Qué harás tú para honrar a Maña en el día de su
Natividad? Respétala, porque es todopoderosa en el cielo y en la tierra. Ámala,
porque es la Madre de Jesucristo, y la nuestra por adopción. Ten confianza en
Ella, porque es la Madre de los predestinados. Sé su fiel y constante servidor,
como fue Ella la constante y fiel Esposa del Espíritu Santo. Imita, durante tu
vida, lo que Ella hizo el día de su nacimiento. En medio de las olas
del siglo, debemos refugiarnos junto a María y regular nuestra vida según sus
ejemplos. (San Epifanio).
La devoción a la Santísima
Virgen
Orad por las congregaciones de la Santísima
Virgen.
ORACIÓN
Dignaos, Señor, conceder a vuestros servidores el don
de la gracia celestial, a fin de que la solemnidad del Nacimiento de la Virgen
Bienaventurada, cuyo alumbramiento ha sido para nosotros el principio de la
Salvaci6n, nos obtenga un acrecentamiento de paz. Por J. C. N. S. Amén.