martes, 24 de septiembre de 2024

25. ESTAMOS OBLIGADOS A HONRAR, SERVIR, AMAR E IMITAR A DIOS. SAN JUAN E...

OCTAVO COLOQUIO

ESTAMOS OBLIGADOS A SERVIR, HONRAR, AMAR E IMITAR A DIOS

MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD

Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS

San Juan Eudes

 

Para comenzar cada día:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, digamos la siguiente oración:

 

Profesión de Humildad

 

Señor Jesucristo, nada somos,

nada podemos ni valemos,

nada tenemos a no ser nuestros pecados.

Somos siervos inútiles, nacidos en la enemistad,

últimos de los hombres,

primeros de los pecadores.

Sea para nosotros la vergüenza y la confusión,

y para ti, la gloria y el honor por siempre jamás.

Señor Jesucristo, compadécete de nosotros. Amén.

 

OCTAVO COLOQUIO

ESTAMOS OBLIGADOS A SERVIR, HONRAR, AMAR E IMITAR A DIOS

 

1

Aunque, por imposible, no hubiéramos recibido jamás favor alguno de Dios, ni estuviéramos obligados a servirle por causa de nuestra creación y conservación, por la creación y conservación del mundo y por sus títulos y derechos que por ello tiene sobre nosotros, tenemos obligaciones infinitas y mucho más urgentes por lo que es Dios en sí mismo. Abramos, pues, los ojos de la fe para contemplar y adorar, con todo respeto y humildad, su ser infinito, su esencia incomprensible, su divinidad inefable, su majestad suprema, de la siguiente manera:

¡Oh esencia divina, océano de maravillas sin fondo y sin riveras! ¡Mar inmenso y mundo incomprensible y prodigioso!

¡Oh unidad y simplicidad de mi Dios, oh eternidad sin comienzo ni fin, en la que todas las cosas están siempre presentes! ¡Oh inmensidad, oh infinitud que encierras todas las perfecciones imaginables y las que escapan a la imaginación! ¡Oh inmortalidad, oh inmutabilidad, oh invisibilidad, oh luz inaccesible,  oh verdad incomprensible!

¡Oh abismo de ciencia y de sabiduría! ¡Oh santidad de mi Dios que lo desprende de todas las cosas y lo retira y concentra en sí mismo! Tan desprendido se halla de todas sus obras que soporta sean destruidas en su presencia, que un día incendiará este mundo y que ha entregado y abandonado a la cruz y a la muerte a la más excelsa de todas ellas, al Hombre-Dios. ¡Oh fuerza divina que todo lo sostienes y todo lo realizas! ¡Oh divina omnipotencia, oh providencia que todo lo gobiernas! ¡Oh justicia, oh bondad, oh misericordia, oh hermosura, oh gloria, oh felicidad! ¡Oh plenitud de bienes, de gozo, de paz y de honor! ¡Oh divina voluntad que haces bien todo cuanto te place en el cielo y en la tierra! ¡Oh amor, oh caridad!... ¡Oh divina vigilancia que eres los ojos del poder, de la misericordia y de la justicia de mi Dios! ¡Oh designios, afectos y diversas operaciones de Dios en sí mismo! ¡Oh vida infinitamente feliz y gloriosa de mi Dios! ¡Oh divino señorío que puedes disponer como te place de todas las cosas sin que nada pueda llamarte a cuentas!

¡Oh gran Dios, con Cristo y por Cristo, tu Hijo, y en unión con las adoraciones, alabanzas y bendiciones que él te tributa por sí mismo y por todos sus miembros, ¡adoro tantas grandezas y perfecciones y las innumerables que no conozco! ¡Cuánta alegría siento al verte tan grande y en posesión plena de toda clase de bienes y excelencias! Ciertamente, Dios mío, si yo poseyera todas esas grandezas y tú no las tuvieras, gustoso las abandonaría para revestirle de ellas.

 

2

Consideremos lo que las tres Personas divinas son y realizan mutuamente las unas con las otras.

El Padre comunica sin cesar a su Hijo su ser, su vida, sus perfecciones, su gloria, su felicidad, sus bienes y tesoros.

El Hijo agradece sin cesar a su Padre, como a su origen, todo cuanto recibe de él, y se encuentra en estado perpetuo de relación, de gloria y de alabanza hacia él.

El Padre y el Hijo comunican al Espíritu Santo lo que son, lo que tienen, lo que pueden y saben.

El Espíritu Santo agradece sin cesar al Padre y al Hijo, como a su principio, cuanto recibe de ellos. Y estas divinas comunicaciones, procesiones y relaciones (...) son eternas, continuas e inmensas, porque llenan los cielos y la tierra.

Y por tales comunicaciones y procesiones, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo tienen la misma esencia y divinidad, viven con una misma vida, tienen igual poder, sabiduría, bondad y santidad, y se hallan en perfectísima unidad y sociedad.

Estas divinas personas se contemplan mutuamente y sin cesar y se ocupan perpetuamente en alabarse, amarse y glorificarse las unas a las otras.

Oh santa Trinidad: te adoro, bendigo y glorifico en todas estas cosas. Me uno al amor y a las alabanzas que tus divinas personas se tributan mutuamente. Te ofrezco la gloria que tienes en ti misma y Le digo con la santa Iglesia: Te damos gracias por tu grande gloria. Te doy gracias infinitas, Padre eterno, por la divina generación de tu Hijo. Os doy gracias, Padre e Hijo, porque en unidad de principio espiráis al Espíritu Santo. Os doy gracias, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por el amor, la gloria y las alabanzas que os tributáis.

¡Oh divina comunidad, oh unidad, oh sociedad, oh amor, oh vida de las tres divinas Personas! ¡Qué alegría y felicidad la mía al saber que estás colmada de gloria y felicidad inconcebibles y de infinidad de bienes; ¡que eres Dios, un solo Dios, que vives y reinas por los siglos de los siglos! Aclamad al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores, sabed que el Señor es Dios.

 

3

Todas las perfecciones de la esencia divina y las maravillas de las tres Personas eternas, son otras tantas razones que nos obligan a servir, honrar y amar a un Dios tan grande y admirable. ¡Cuánto honor exige de nosotros su suprema grandeza y majestad! ¡Cuánto respeto merece su temible justicia! ¡Cuánta obediencia debemos a su soberanía! ¡Qué pureza de corazón y de vida reclama su santidad de aquellos que lo sirven!

Ciertamente la obligación que tenemos con el Padre eterno por el ser y la vida que comunica a su Hijo en su generación eterna, y con el Padre y el Hijo por lo que comunican al Espíritu Santo es infinitamente mayor que por la creación de mundos innumerables.

Cuántas obligaciones tenemos hacia las tres divinas Personas por el amor, las alabanzas y la gloria que se tributan mutuamente desde toda la eternidad y por toda la eternidad. Ciertamente les debemos más servicio y obediencia por todas estas cosas que por todas las gracias que hemos recibido y recibiremos de su largueza. Porque los intereses de las tres eternas Personas deben sernos infinitamente más caros que los nuestros. Entreguémonos, pues, a Dios para servirlo y honrarlo como él lo desea.

Y si lo que Dios más desea de nosotros es que lo imitemos como a nuestro modelo, y si Jesucristo nos dice: Sed perfectos, como es perfecto vuestro Padre celestial, y su apóstol: Sed imitadores de Dios, entreguémonos a él con el deseo ferviente de imitarlo en su santidad, pureza, caridad, misericordia, paciencia, vigilancia, mansedumbre y demás perfecciones y roguémosle que él mismo imprima en nosotros la semejanza perfecta de su santidad, de su vida y de sus virtudes divinas.

 

Jaculatoria: Te damos gracias por tu inmensa gloria.

 

Para finalizar cada día:

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.