lunes, 23 de septiembre de 2024

24. DEBERES PARA CON DIOS POR SUS DERECHOS SOBRE NOSOTROS. SAN JUAN EUDES

SÉPTIMO COLOQUIO

DEBERES PARA CON DIOS POR SUS DERECHOS SOBRE NOSOTROS

 

MEDITACIONES SOBRE LA HUMILDAD

Y COLOQUIOS INTERIORES DEL CRISTIANO CON SU DIOS

San Juan Eudes

 

Para comenzar cada día:

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestro enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Poniéndonos en la presencia de Dios, digamos la siguiente oración:

 

Profesión de Humildad

 

Señor Jesucristo, nada somos,

nada podemos ni valemos,

nada tenemos a no ser nuestros pecados.

Somos siervos inútiles, nacidos en la enemistad,

últimos de los hombres,

primeros de los pecadores.

Sea para nosotros la vergüenza y la confusión,

y para ti, la gloria y el honor por siempre jamás.

Señor Jesucristo, compadécete de nosotros. Amén.

 

SÉPTIMO COLOQUIO

DEBERES PARA CON DIOS POR SUS DERECHOS SOBRE NOSOTROS

 

1

Ya hemos considerado atentamente los atributos de Dios en relación con nosotros y los derechos que tiene por habernos creado. Nos toca ahora pensar en las obligaciones que de ello se desprenden. Porque:

1.         Si Dios es nuestro principio debemos permanecer en él, llevar una vida digna de nuestro origen, colocarlo como punto de referencia de lo que somos y de lo que hacemos y damos e inmolamos continuamente a él para que se adueñe plenamente de nosotros. Mirad la cantera de donde os extrajeron.'

2.         Si Dios es nuestro fin, nuestro centro y nuestro supremo bien, debemos suspirar continuamente por él, desearlo, buscarlo por doquiera y en todas las cosas y no hallar reposo ni contento fuera de él.

3.         Si Dios es nuestro prototipo, debemos estudiar incesantemente su vida y sus perfecciones para imitarlas y hacer de nosotros la imagen viviente de tan adorable ejemplar. Te ajustarás al modelo que te fue mostrado en la montaña.

4.         Si Dios es nuestro rey, nuestro gobernador y protector, le debemos honor, obediencia y confianza

5.         Si Dios es nuestro soberano, con un poder infinitamente mayor que el del alfarero sobre su vasija de barro, por el cual, como dice Job, puede herirme mil veces, aún sin motivo, debemos abandonarnos totalmente a él.

6.         Si Dios es nuestro supremo juez debemos someternos al poder que tiene de juzgarnos. Debemos adorarlo, bendecirlo y glorificarlo en todos sus juicios, conocidos o no, que cada día realiza sobre todas las criaturas y especialmente sobre nosotros. Lo adoramos de manera especial en el juicio que ejerce a cada instante sobre las almas que se presentan ante su tribunal y en el juicio, sea cual fuere, que realizará sobre nosotros a la hora de nuestra muerte y en el día del juicio final. Finalmente debemos temerlo, porque es horrendo caer en las manos del Dios Vivo, y vivir como quienes han de presentarse dentro de poco ante su trono para darle cuenta hasta de una palabra ociosa.

Tales son nuestras obligaciones. Humillémonos por haberlas desempeñado tan mal. Pidamos misericordia. Roguemos a nuestro Señor Jesús, que vino a la tierra para ser nuestra propiciación, que repare nuestras faltas. Deseemos ardientemente ceñimos en adelante a estas obligaciones e invoquemos para ello la ayuda de la divina gracia.

 

2

Quien peca mortalmente no sólo priva a Dios del respeto que le debe. También lo despoja, en cuanto del pecador depende, de los derechos que Dios tiene sobre él y le desconoce y usurpa los atributos que fundamentan esos derechos. Y así, con sus obras, reniega de Dios, a su manera lo destruye, y se tiene a sí mismo por Dios.

Porque, ¿quién es Dios? Es el supremo bien, que debemos estimar por encima de todo. Es aquél cuya gloria, contento, interés y voluntad debemos preferir a toda otra gloria, contento, interés y voluntad. Es el principio, el fin, el centro, el ejemplar, el rey, el dueño, el que gobierna todas las cosas. Por consiguiente, a él deben ellas referir, tender, a él preferir, sólo en él buscar la felicidad. Sólo a él como a su norma deben seguir y obedecer.

Lo cual significa arrebatar a Dios sus derechos, usurparlos, y despojarlo de sus títulos para apropiárselos, Es renegar de Dios con sus obras. Escomo decir a Dios: Señor, dicen que eres m i principio, mi fin, mi centro, mi supremo bien, mi modelo, mi norma, mi rey y que, por lo mismo, tienes múltiples derechos sobre mí. Pero yo quiero desconocer esos títulos y derechos. ¡Soy yo m i principio, ¡ni fin, mi norma y mi conducta! ( ... )

Es esto lo que hace quien comete un pecado mortal. ¡Oh pecado, cuán espantable eres! ¡Cuánto odio siento por ti! Perdóname, Señor, perdona, te ruego, todas mis ofensas.

 

3

Todo aquel que, con palabras, acciones o su mal ejemplo conduce a otros a obrar contra el querer de Dios, o que usa indebidamente de las cosas que Dios puso en este mundo para remediar nuestras necesidades; el que no busca la voluntad de Dios, ni su gloria sino que se sirve de ellas con exceso y llevado por su ambición, su placer o su avaricia, o por la pasión de otro, ese tal también despoja a Dios, en cuanto de él depende, de los títulos y derechos que él tiene sobre las cosas que ha creado, se las apropia y se constituye en su dios.

Porque al incitar a los demás a obrar contra las leyes de Dios, quiere que ellos prefieran su propia voluntad e interés al de Dios. Es como si quisiera que se colocaran en el puesto que Dios tiene respecto a ellos. Y cuando por el mal uso de las cosas creadas no toma como norma la voluntad y la gloria de Dios, sino su pasión y sus inclinaciones depravadas, es evidente que se está apropiando los derechos que Dios tiene sobre sus criaturas.

Porque si Dios es principio y fin de todas las cosas, su voluntad y su gloria deben ser la medida y la norma del uso que de ellas hacemos.

Para saber cuál es el uso que Dios quiere que hagamos de las cosas del mundo, basta considerar cómo actuó su Hijo, Jesús, a quien envió a la tierra para que fuera nuestra norma en ésta corno en todas las cosas.

Pero, Dios mío, ¡qué mal he seguido esa norma divina! ¡Cuán culpable soy por el mal uso de los bienes que me has dado!

¡Cuántas veces te he despojado de tus derechos sobre tus criaturas y me los he apropiado! ¡Perdón, Dios mío, perdóname, ¡te lo ruego! Ya no quiero servirme de nada sino para t u gloria y conforme a tu voluntad, es decir, a imitación de tu Hijo Jesús.

Si en el pasado, Dios mío, me aparté de ti que eres mi principio, mi fin y mi supremo bien, si me he buscado a mí mismo, al mundo y a Satanás, al preferir sus voluntades y las mías a las tuyas, declaro que ahora renuncio enteramente y para siempre a Satanás, al mundo y a mí mismo, para entregarme a ti de manera absoluta y definitiva.

Me doy a ti, Dios mío, como a mi principio; toma plena posesión de mí, para que yo permanezca siempre en ti; que nada haga que no sea digno de mi origen y que seas tú el principio y fin de mis acciones.

Me doy a ti, Dios mío, como a mi fin, mi centro y mi supremo bien. Atráeme a ti. Que a ti te busque incesantemente y que tú seas mi único contento, mi gloria, mi tesoro y mi todo.

Me entrego a ti, Dios mío, como a mi prototipo para que imprimas en mí una semejanza perfecta de t i mismo.

Me entrego a ti. Dios mío, como a mi rey y soberano. Concédemela gracia de hacer lo que me mandes y manda lo que quieras. Condúceme según tu voluntad y líbrame del pecado,

Me entrego a ti como a mi juez y acato de corazón los juicios que has pronunciado y habrás de pronunciar sobre mí en tiempo y eternidad. Por eso te digo con todo respeto y sumisión: Tú eres justo, Señor y recios tus mandamientos. Sí, Señor todopoderoso, tus juicios son verdaderos justos.

Finalmente me entrego y sacrifico totalmente a ti, como a mi Dios. Si reuniera en mi todo ser creado, todas las vidas de los hombres y de los ángeles, y cien mil mundos en mis manos, todo lo sacrificaría a tu alabanza y para cumplir tu voluntad.

Despliega tú mismo, Dios mío, tu poder y tu bondad y toma posesión de mí, para consagrarme a ti y sacrificarme totalmente y para siempre a tu purísima gloria.

 

Jaculatoria: Renuncio a ti, Satanás y me entrego a ti, Dios mío, Dios de mi corazón. Y al decir "Satanás" queremos significar el pecado, el espíritu maligno, el mundo y nosotros mismos que, sin tu gracia, somos verdaderos hijos de Satán.

 

Para finalizar cada día:

 

LETANÍAS DE LA HUMILDAD

Venerable Cardenal Merry del Val

 

Jesús manso y humilde de corazón, óyeme.

 

Del deseo de ser lisonjeado, líbrame Jesús

Del deseo de ser alabado, líbrame Jesús

Del deseo de ser honrado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aplaudido, líbrame Jesús

Del deseo de ser preferido a otros, líbrame Jesús

Del deseo de ser consultado, líbrame Jesús

Del deseo de ser aceptado, líbrame Jesús

 

Del temor de ser humillado, líbrame Jesús

Del temor de ser despreciado, líbrame Jesús

Del temor de ser reprendido, líbrame Jesús

Del temor de ser calumniado, líbrame Jesús

Del temor de ser olvidado, líbrame Jesús

Del temor de ser puesto en ridículo, líbrame Jesús

Del temor de ser injuriado, líbrame Jesús

Del temor de ser juzgado con malicia, líbrame Jesús

 

Que otros sean más estimados que yo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil. Jesús dame la gracia de desearlo

Que otros sean preferidos a mí en todo. Jesús dame la gracia de desearlo

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda. Jesús dame la gracia de desearlo

 

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén.

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

San Juan Eudes, ruega por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártela con tus familiares y amigos!

***

Ave María Purísima, sin pecado concebida.