sábado, 3 de diciembre de 2022

Día 4. AL CUMPLIRSE EL TIEMPO, ENVÍO DIOS A SU HIJO. San Alfonso María

4 de diciembre

CUANDO VINO EL CUMPLIMIENTO DEL TIEMPO, ENVIÓ DIOS A SU HIJO

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

                        

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

4 diciembre

CUANDO VINO EL CUMPLIMIENTO DEL TIEMPO, ENVIÓ DIOS A SU HIJO. Ga 4, 4

 

Considera como Dios, después del pecado de Adán, dejó pasar cuatro mil años antes de enviar a la tierra a su Hijo para redimir al mundo. Y mientras tanto ¡oh! ¡Qué tinieblas de ruina ocupaban la tierra! El verdadero Dios no era conocido ni adorado sino en un ángulo del mundo apenas. Por todo reinaba la idolatría, siendo adorados por dioses los demonios, las bestias y las piedras. Pero, admiremos en esto la sabiduría divina. ¿Qué difirió la venida del Redentor para hacerla al hombre más digna de agradecimiento? la difirió, para que se conozca mejor la malicia del pecado, la necesidad del remedio y la gracia del Salvador. Si luego de haber pecado Adán hubiese venido Jesucristo, se habría estimado poco la grandeza del beneficio.

Agradezcamos, pues, la bondad de Dios por habernos hecho nacer, después que ya se ha cumplido la grande obra de la Redención. Ved llegado ya el tiempo dichoso que fue llamado la plenitud de todos ellos, por el lleno de la gracia que el Hijo de Dios vino a comunicar a los hombres por medio de la Redención. El Ángel embajador es enviado a la ciudad de Nazaret a la Virgen María, para anunciarle la venida del Verbo, que quiere encarnarse en su seno. La saluda, la llama llena de gracia y la bendita entre las mujeres.

Ella, la elegida por Madre del Hijo de Dios, la humilde Virgen se turba al oír estas alabanzas; mas el Ángel la anima y le dice que ha hallado gracia delante de Dios. Esto es, aquella gracia que traía la paz entre Dios y los hombres, y la reparación de la ruina ocasionada por el pecado. Le advierte después el Nombre de Salvador, que debe imponerle a este su Hijo, y que era al mismo tiempo Hijo de Dios, que debía redimir al mundo y reinar sobre los corazones de los hombres.

Miremos, finalmente, como María acepta el ser Madre de tal Hijo al pronunciar aquellas palabras: Hágase en mí según tu palabra. Fiat mihi secundum verbum tuum. El Verbo eterno toma carne y se hace hombre: et Verbum caro factum est. Demos gracias a este Hijo y démoslas también a esta Madre que, al aceptar serlo de un tal Hijo, acepta al mismo tiempo ser Madre de nuestra salvación, y juntamente Madre de dolores, resignándose desde luego al anuncio de los que había de padecer, por ser Madre de su Hijo, que venía a padecer y morir por los hombres.

 

AFECTOS Y SÚPLICAS

¡Oh, Verbo divino hecho hombre por mí! aunque os vea tan humillado y formado pequeño infante en el vientre de María, yo os confieso y os reconozco por mi Señor y Rey, pero Rey de amor. Mi amado Salvador, ya que habéis venido a la tierra a vestiros de nuestra carne para reinar sobre nuestros corazones, venid a establecer vuestro reino sobre mi corazón que algún tiempo ha estado dominado por vuestros enemigos. Pero, ahora es vuestro, como lo confío; y quiero que siempre lo sea, y que de hoy en adelante seáis Vos su único Señor.

Domina en medio de tus enemigos, os diré con David: Dominare in medio inimicorum tuorum. Los otros reyes reinan con la fuerza de las armas, pero Vos venís a reinar con la fuerza del amor y por esto no venís con pompa regia, no vestido de púrpura, ni de oro, no adornado de cetro, ni de corona, ni rodeado de ejércitos y soldados.

Venís a nacer en un establo pobre, abandonado y a ser colocado en un pesebre sobre un poco de heno, porque así queréis comenzar a reinar en nuestros corazones. ¡Oh, mi Rey niño! y ¿cómo he podido yo rebelarme tantas veces contra Vos y vivir tanto tiempo enemigo vuestro, privado de vuestra gracia, cuando para obligarme a amaros habéis depuesto vuestra majestad divina y os habéis humillado tanto, hasta comparecer ahora de niño en una gruta, luego de adulto en un taller, y después reo sobre la cruz? ¡Feliz de mí si ahora que he salido, como espero, de la esclavitud del pecado, me dejara dominar siempre de Vos y de vuestro amor!

 ¡Oh, mi rey Jesús! que sois tan amable y amante de nuestras almas, tomad, pues, posesión total de la mía. A Vos la entrego toda. Aceptadla, para que os sirva por siempre, pero por amor. Vuestra majestad merece ser temida; pero más merece ser amada vuestra bondad. Vos, Rey mío, sois y seréis el único amor que tendré en esta vida y el único temor será el de disgustaros. Así lo espero. Ayudadme con vuestra gracia, amada Señora mía, María, Vos me habéis de alcanzar el ser fiel a este amado Rey de mi alma.

 

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

***

¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.