miércoles, 28 de diciembre de 2022

29 de diciembre. DE JESÚS SOBRE LA PAJA. NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA

29 de diciembre

DE JESÚS SOBRE LA PAJA

NAVIDAD CON SAN ALFONSO MARÍA

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS:

 

+Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

Dispongámonos a hacer este momento de oración, elevando a Dios nuestro pensamiento y nuestro corazón; y digamos: 

                        

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo la mejor prenda de tu amor, para que hecho hombre en las entrañas de una virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio. Yo en nombre de todos los mortales te doy infinitas gracias por tan soberano beneficio.

En retorno de él te ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de tu hijo humanado, y te suplico por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongas nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido y con tal desprecio de todo lo terreno, que Jesús recién nacido, tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén. 

Se reza tres veces Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo

 

Gloria al Padre

y al Hijo

y al Espíritu Santo.

Como era en el principio,

ahora y siempre,

por los siglos de los siglos. Amén.

 

***

29 de diciembre

DE JESÚS SOBRE LA PAJA

 

Nace Jesús en el establo de Belén. Allí la pobre Madre no tiene ni lana, ni plumas para preparar lecho al tierno Niño. En tal situación ¿qué hace María? Reúne un montoncito de paja dentro de un pesebre y, sobre ella, recostó al Hijo: Et reclinavit eum in proesepio.

Pero ¡oh, Dios! Que esta es cama muy dura y penosa para un infantillo recién nacido. Sus miembros son muy tiernos y, especialmente, los de Jesús, formado con delicadeza especial por el Espíritu Santo, a fin de que fuese más sensible a las penas. Motivo por el que se hizo muy dolorosa la de un lecho tan duro.

Pena y oprobio; porque ¿hubo jamás hijo alguno, aún del hombre más plebeyo y olvidado, que fuese expuesto, al nacer, sobre la paja? Ella es el lecho propio de los animales, ¡y el Hijo de Dios no tiene otra sobre la tierra!

San Francisco de Asís, estando sentado un día a la mesa, oyó leer las sobredichas palabras del Evangelio: Y le reclinó en un pesebre, y, al momento, dice: ¿Cómo? Mi Señor está sobre la paja, ¿y he de estar yo sentado? Levantóse en seguida de su asiento, se echó en el suelo y allí concluyó su pobre comida, mezclándola con lágrimas de ternura que derramaba al considerar lo que padeciera el niño Jesús, estando recostado sobre cama tan dura.

Pero ¿por qué María, que tanto había deseado ver nacido a este Hijo? ¿por qué la Señora, que tanto le amaba, no le retenía entre sus brazos, en vez de ponerle a padecer sobre el pesebre? Misterio es esto, dice santo Tomás de Villanueva: Ni le hubiera colocado en tal lugar, si en ello no se obrase algún misterio.

Muchos lo explican de diversos modos; pero más que todas, agrada la explicación de San Pedro Damiano, que dice: Quiso Jesús, apenas había nacido, ser puesto sobre la paja, para enseñarnos la mortificación de los sentidos.

El mundo estaba perdido por los placeres sensuales. Por los mismos se había perdido Adán y tantos descendientes suyos hasta aquel momento. Vino el Verbo eterno del cielo a enseñarnos el amor de padecer y comenzó, de Niño, a darnos lecciones, eligiendo para sí, los más ásperos padecimientos que pudo sufrir un recién nacido.

De aquí, pues, fue que Él mismo inspiró a la Madre dejase de tenerlo sobre su regazo y lo recostase en aquel duro lecho, a sentir en mayor grado el frío de aquella gruta y las punzadas de aquellas toscas pajas.

 

AFECTOS Y SÚPLICAS

¡Oh, enamorado de almas! ¡Oh, amable Redentor mío! Con qué ¿no os basta la pasión dolorosa que os espera, la muerte amarga que os está preparada sobre la cruz, sino que, desde el principio de vuestra vida, desde niño, ya queréis comenzar a padecer?

Sí, porque desde niño queréis Vos comenzar a ser mi Redentor y satisfacer a la divina justicia por mis pecados. Elegís por cama la paja, para librarme del fuego del infierno, en el que mil veces he merecido ser arrojado.

Lloráis y dais vagidos producidos por el dolor que os causa tan penoso lecho, para alcanzarme con vuestras lágrimas el perdón de vuestro Padre.

¡Ah! ¡Que éstas, vuestras lágrimas, me afligen y consuelan! Me afligen por la compasión, viéndoos, niño inocente, padecer tanto por delitos que no son vuestros; pero, me consuelan, mientras reconozco, en vuestros dolores, mi salvación y el amor inmenso que me tenéis.

Más, no quiero, Jesús mío, dejaros solo a llorar y penar. Quiero también llorar yo, que únicamente debo hacerlo por los disgustos que os he dado. Yo, que he merecido el infierno, no rehúso cualquier pena por recobrar vuestra gracia.

¡Oh, mi Salvador!, perdonadme, restituidme a vuestra amistad, haced que os ame y después castigadme como queráis. Libradme de las penas eternas y luego tratadme como os agrade. No os pido en esta vida placeres, porque no los merece quien ha tenido el atrevimiento de disgustaros a Vos, bondad infinita. Estoy contento de sufrir todas las cruces que Vos me enviaréis; pero, Jesús mío, quiero amaros.

¡Oh, María! Vos, que acompañasteis tan cumplidamente con vuestras penas las de Jesús, alcanzadme la virtud de sufrir las mías con paciencia. ¡Pobre de mí, si después de tantos pecados, no padezco alguna cosa en esta vida! Y dichoso, si tengo la suerte de acompañar, padeciendo, a Vos, Madre mía dolorosa y a mi Jesús, siempre afligido y crucificado por mi amor.

 

PARA FINALIZAR TODOS LOS DÍAS

 

Concluyamos nuestra oración implorando la intercesión de la santísima Virgen María y del Glorioso Patriarca san José:

 

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María que por tus grandes virtudes y especialmente por tu humildad, mereciste que todo un Dios te escogiera para madre suya. Te suplico que tú misma prepares y dispongas mi alma para celebrar el nacimiento de tu adorable Hijo.

¡Oh dulcísima Madre!, concédenos recibir a tu Hijo con tu pureza, humildad y devoción, tu profundo recogimiento y divina ternura para que seamos un día dignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

 

Oración a San José

Oh Santísimo San José, esposo de María y padre putativo de Jesús, infinitas gracias doy a Dios porque te escogió para tan altos ministerios y te adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Por el amor que le tuviste al Divino Niño, te ruego la gracia de abrasarme en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente hasta que lo vea y goce en el cielo. Amén. 

 

***

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.

Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.

Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.

Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.

Santos Patriarcas, Profetas y justos que aguardasteis la llegada del Mesías, rogad por nosotros.

Todos los santos y santas de Dios, rogad por nosotros.

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¡Querido hermano, si te ha gustado esta meditación, compártelo con tus familiares y amigos.

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Ave María Purísima, sin pecado concebida.