¿QUÉ NOS PIDE LA VIRGEN EN LOS
PRIMEROS SÁBADO DE MES?
PRIMER
SÁBADO DE MES. Marzo 2019
Queridos
hermanos:
Hemos
considerado ya en el mes de noviembre lo que la Virgen nos promete a quienes
haga los primeros sábados de mes: darnos en la hora de la muerte las gracias
necesarias para la salvación. Esta es la gran promesa del Inmaculado Corazón de
María. Una promesa que no hemos de desperdiciar.
Una
promesa de tremenda importancia porque como la pregunta del Evangelio: ¿De qué
le sirve al hombre ganar el mundo entero si al final pierde su alma? ¿De qué
nos servido la vida y todo lo que hayamos hecho si al final perdemos nuestra
alma? La salvación es lo único
importante. Si nos salvamos habremos ganado, si nos condenamos habremos
perdido. Nos jugamos la eternidad.
En
este primer sábado de mes quisiera que nos detuviésemos a considerar aquello
que la Virgen nos pide a cambio. Nos promete las gracias necesarias para la
hora de la muerte, y a cambio, ¿qué nos pide? La Virgen tras manifestar su
corazón inmaculado rodeado de espinas y explicar que estas son los pecados con
que los hombres ingratos la hieren le dice a Sor Lucía:
“Tú procura consolarme y a todos los que, durante cinco meses, en el
primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me
hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el
fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las
gracias necesarias para su salvación.”
Fijémonos
primero en ese “tú al menos procura consolarme”. Ese tú es dirigido a Sor Lucía
que ha fue elegida del cielo para esa misión tan particular de ser apóstol del
Inmaculado Corazón de María y ser su particular reparadora. Todavía la iglesia
no ha juzgado acerca de la santidad de aquella niña que después terminó
consagrándose a Dios como monja carmelita. Su proceso de canonización está
abierto y quiera Dios que pronto la veamos en los altares. Pero pensemos que
belleza de alma debería tener Lucía para esta misión tan especial: Ser apóstol
y reparadora del Inmaculado Corazón de María. Sin duda alguna su humildad y su
pureza resplandecían en su rostro.
Pero
ese tú dirigido a Lucía está también dirigido a cada uno de nosotros, a los que
nos ha llegado también el conocimiento de esta revelación del cielo. Si nunca
lo hubiésemos escuchado, desconoceríamos este mensaje y no tendríamos
obligación moral de acogerlo. Pero, al contrario, se nos ha contado y lo
conocemos y debemos sentirnos interpelados. Hoy, el Inmaculado Corazón de María
también nos dice a cada uno de los que estamos aquí presentes: “Tú al menos
procura consolarme.”
Debemos
sentirnos orgullosos y privilegiados de esta elección de la Madre de Dios. Se
ha fijados en nosotros y quiere que le ofrezcamos nuestro acto de reparación.
Quizás
alguno piense que estoy desfigurando las palabras de la Virgen queriendo
aplicarlas a nosotros. Pero, ¿qué es lo que añade a continuación nuestra
Señora? “Di a todos.” A todos. Es una llamada universal para todos los
católicos, para todos los bautizados. Ahí estamos cada uno de nosotros.
Bien.
Continuemos con la petición de la Virgen.
“Durante
Cinco primeros sábados”. La Virgen quiere este acto de reparación en sábado,
porque es su día, el día de la Virgen. El sábado es el último día de la semana,
el día sagrado para el pueblo judío. Es el día que da paso y nos lleva al
domingo, día de Cristo Resucitado. María es la que nos conduce y nos da a
Cristo. Ella es la que da paso al primer y octavo día, porque a través de ella
vino Cristo a nosotros y a través de ella también entraremos en el octavo día
que marca la eternidad: os daré las gracias necesarias para la hora de la
muerte.
La
Virgen quiere que se haga el primer sábado de mes. Y podemos entender para que
todo el mes estemos pendiente de ella, para que todo el mes quede consagrado
por su amor maternal y su protección.
La
Virgen quiere que sean cinco sábados. Las razones las hemos meditado a lo largo
del curso pasado. Como Jesús le reveló a Sor Lucía, cinco primeros sábados
porque cinco son las principales blasfemias e injurias que se cometen contra el
Inmaculado Corazón de María: contra su Inmaculada Concepción, contra su
Virginidad, contra su Maternidad divina y espiritual sobre todos los hombres,
la blasfemia e injuria de aquellos que inculcan en los niños y en los jóvenes
el desprecio hacia la Virgen y por aquellos que ultrajan las sagradas imágenes
de nuestra Señora.
Ya
me habéis oído otras veces como Sor Lucía estaba continuamente haciendo los
primeros sábados de mes. Terminaba unos y empezaba otros. Hay tantas almas que
salvar, hay tantas almas por las que podemos ofrecerlos. Seguramente nunca se
le borró de su mente aquellas palabras que escuchó de niña en la aparición de
agosto de 1917: “Orad, orad mucho y haced sacrificios por los pecadores. Son
muchas almas las que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y rece
por ellas”.
¡Sólo
en el cielo sabremos el número de almas que hayamos podido ayudar con nuestras
oraciones y sacrificios!
La
Virgen quiere que en el primer sábado de mes confesemos y comulguemos. No hay
mejor forma de reparar el pecado que confesando nuestros pecados, incluso
cuando no haya conciencia de pecado mortal, hemos de recibir el sacramento del
perdón porque nos comunica la gracia que no podemos contar ni medir, ni nunca
tenemos suficiente. Y estando el alma en gracia y más unidos a Cristo,
recibirle en la sagrada comunión.
Hoy
se comulga mucho más que en el momento en el que la Virgen hizo esta petición.
La pregunta sería, pero ¿comulgamos mejor?
Hemos
de acercarnos al Sagrado Banquete de la Eucaristía con temor y temblor. Es Dios
mismo que se da en alimento a nuestras almas, que se une a nosotros para que
nosotros seamos transformados en él. Es participar de su oblación al Padre para
reparar el pecado de la humanidad.
Confesar
y comulgar es el mejor modo y el que la Virgen nos pide para reparar su
Inmaculado Corazón; y somos nosotros los agraciados con tan grandes dones.
Confesión
y comunión que puede hacerse días antes o después, según la oportunidad que
tengamos para ello.
¿Qué
más nos pide la Virgen? Rezar el rosario y meditar sus misterios durante 15
minutos. Creo que no es necesario hacer más hincapié en lo bueno y ventajoso
que es el rezo del rosario. La Virgen nos pide que acompañemos el rezo del
rosario con la meditación de los misterios que son un resumen y compendio de la
Vida de Cristo y de la Virgen para que tengamos siempre delante de nuestros
ojos las obras de Cristo. Meditación que puede ser guardar un silencio
contemplativo en cada misterio o servirnos de alguna reflexión que lo ilumine.
Finalmente,
todo ello, con “la intención de desagraviarme”. He aquí lo más importante de
los cinco primeros sábados de mes. La intención que hemos de tener de
desagraviar y reparar el Corazón Inmaculado de María.
Intención
que hemos de purificar de nuestros propios intereses y que ha de perfeccionarse
por el amor. Nuestra reparación más que una búsqueda egoísta de salvación ha de
ser fruto y respuesta del amor a nuestra Madre del cielo que por nuestra
salvación pasó tanto trabajos y sufrió hasta la muerte mística expresada en esa
espada que atravesó su corazón.
¡Qué
bien comprendió esto santa Teresita del Niño Jesús! Compuso una poesía titulada
¿Por qué te amo, oh María? Y desengrana cada uno de los misterios de la Virgen
en relación con su propia vida. Os invito a buscarla y meditarla.
La
santa sintiéndose tan amada de la Virgen
termina expresando su deseo de llegar a su encuentro en el cielo y como niña
pequeña ponerse en sus rodillas y decirle los motivos de su amor, que se resumen
en su condición de madre:
“No
temo el resplandor de tu gloria suprema,
he
sufrido contigo,
y
ahora quiero
cantar
en tus rodillas, Virgen, por qué te amo
¡y
repetir por siempre y para siempre
que
yo soy hija tuya...!”
La
Virgen es nuestra Madre, correspondámosle con verdadero amor de hijos. ¡Qué así
sea!