IV DOMINGO DE CUARESMA
Forma Extraordinaria
del Rito Romano
Después
de esto, Jesús se marchó a la otra parte del mar de Galilea (o de Tiberíades).
Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los
enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los
judíos. Jesús entonces levantó los ojos y, al ver que acudía mucha gente, dice
a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman estos?». Lo decía para
probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: «Doscientos
denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo». Uno de sus
discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: «Aquí hay un muchacho
que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?».
Jesús dijo: «Decid a la gente que se siente en el suelo». Había mucha hierba en
aquel sitio. Se sentaron; solo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los
panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y
lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus
discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se pierda». Los
recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos de los cinco panes de
cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo
que había hecho, decía: «Este es verdaderamente el Profeta que va a venir al
mundo». Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró
otra vez a la montaña él solo.
COMENTARIOS AL EVANGELIO
Homilía de maitines QUISO QUE ADMIRÁRAMOS AL DIOS INVISIBLE A TRAVÉS DE SUS OBRAS VISIBLES. San Agustín obispo
COMULGAR CON LIMPIEZA. San Juan Crisóstomo
Benedicto XVI HA SIDO ENVIADO PARA OFRECER SU PROPIA VIDA