lunes, 4 de marzo de 2019

ALMA MÍA, NO DEJES DE AMAR A MARÍA. Oración de san Casimo, confesor

 ALMA MÍA, NO DEJES DE AMAR A MARÍA. 
Oración de san Casimo, confesor
Alma mía, no dejes pasar día alguno sin rendir tus respetos á María; solemniza con devoción sus fiestas, celebra sus asombrosas virtudes.
Admira su grandeza y su elevación sobre todas las criaturas; no ceses de publicar la dicha que logró en ser Madre de Dios, sin dejar de ser Virgen.
Hónrala como á tu Reina, para que te alcance el perdón de los pecados; invócala como á tu Madre, y no permitirá que te arrastre el torrente de las pasiones.
Aunque sé muy bien que María es superior á toda alabanza, también sé que es impiedad, que es locura dejar de alabarla porque no se puede hacer dignamente.
Esta Señora debe ser singularmente alabada y exaltada por todos los hombres; y no debiéramos cesar jamás de honrarla, bende­cirla é invocarla.
Virgen Santa, ornamento y gloria de tu sexo, Tú, que eres reverenciada en toda la Tierra y estás colocada tan elevadamente en el Cielo,
Dígnate oír las oraciones de los que se glorían en cantar tus alabanzas; alcánzanos el perdón de nuestros pecados y haznos dignos de la felicidad eterna.
Dios te Salve, Virgen y Madre, pues por Ti se nos abrieron á nosotros miserables las puertas del Cielo; y á Ti no te pudo morder ni engañar la antigua serpiente.
Después de Dios, ninguno tuvo más parte que Tú en nuestra redención; por eso ponemos en Ti toda nuestra confianza, y esperamos por tu santa intercesión que no nos ha de tocar la infeliz suerte de los réprobos.
Líbrame de aquel estanque de fuego donde se padecen todos los tormentos, y consigúeme por tus oraciones un lugar en la estancia feliz de los bienaventurados.
Alcánzame una pureza inalterable, una modestia que edifique, una dulzura universal, una devoción constante, una prudencia verdadera, un corazón sin artificio y un espíritu recto.
Destierra de mi corazón todo afecto de aversión ó de tibieza; enciende en él una caridad perfecta; apaga toda centella, toda inclinación de concupiscencia; consígueme la perseverancia final y halle yo en Ti toda la asistencia que he menester contra los enemigos de mi eterna salvación.