viernes, 31 de diciembre de 2021

EN AMBAS NATURALEZAS ES EL MISMO HIJO DE DIOS. San León Magno


 1 de enero

OCTAVA DE LA NATIVIDA DEL SEÑOR

Lecciones del II Nocturno de Maitines

Sermón de San León, Papa.

Sermón 7 de la Natividad del Señor.

El verdadero devoto y piadoso venerador de la presente festividad es aquel que no siente algo falso acerca de la Encarnación del Señor, ni nada indigno de su Divinidad. Pues es igualmente peligroso, si a Él, o no le reconocemos la verdad de nuestra naturaleza, o le negamos la igualdad de la gloria paterna. Por lo tanto, cuando procuramos entender el misterio de la Natividad de Cristo, por el cual nació de la Madre Virgen, apartemos lejos las sombras de los raciocinios terrenos, y esté muy distante el humo de la humana sabiduría de los ojos iluminados por la fe.

Divina es la autoridad a la que creemos, divina es la doctrina que seguimos. Pues ya dirijamos la atención del alma al testimonio de la ley, ya a los oráculos de los Profetas, ya a la doctrina evangélica, siempre resulta verdadero lo que promulgó Juan lleno del Espíritu Santo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba en el principio en Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él no se ha hecho cosa alguna de cuantas han sido hechas”. Es verdadero lo que el mismo predicador añadió: El Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre.

En ambas naturalezas es el mismo Hijo de Dios, tomando nuestra naturaleza y no dejando la propia. En el hombre renovando al hombre, y en sí permaneciendo inconmutable. La divinidad que le es común con el Padre, no sufrió detrimento de la omnipotencia, ni la naturaleza de siervo menoscabó la naturaleza de Dios. Ya que la suma y eterna esencia que se abajó para la salvación del linaje humano, elevó a nosotros a su gloria, pero no dejó de ser lo que era. Por lo cual cuando el Hijo Unigénito de Dios se confiesa menor que el Padre, con el que, no obstante se dice igual, demuestra que existe la verdad de ambas naturalezas, para que por la desigualdad demuestre que posee la naturaleza humana, y por la igualdad, la divina.