sábado, 4 de diciembre de 2021

4 de diciembre. San Pedro Crisólogo, obispo, confesor y doctor

4 de Diciembre: San Pedro Crisólogo, obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia.

 

Pedro, que por su áurea elocuencia recibió el sobrenombre de Crisólogo, nació de padres honrados en el Foro de Cornelio, en la Emilia. Sintiéndose desde su primera edad inclinado a la piedad, ayudó a Cornelio Romano, a la sazón obispo de la ciudad corneliense. El cual, viendo que adelantaba en la ciencia y en santidad, le ordenó de diácono. Al poco, muerto el arzobispo de Ravena, los fieles de la ciudad enviaron a Roma (según costumbre) al sucesor que habían elegido, junto con sus diputados y con el sobredicho Cornelio, el cual llevó a su diácono, a fin de solicitar del papa Sixto III la confirmación del elegido. Mas San Pedro Apóstol y el mártir Apolinar aparecieron en sueños al Sumo Pontífice, teniendo en medio a Pedro, y mandando que a él y no a otro instituyera arzobispo de Ravena. De ahí que el Pontífice, luego que vio a Pedro, conoció que era el elegido del Señor, por lo que hizo caso omiso del candidato presentado, e instituyó a Pedro arzobispo de aquella iglesia metropolitana en el año del Señor 433. Los legados se oponían a tal elección, pero al darles a conocer la visión, se conformaron con la divina voluntad, recibiendo al nuevo arzobispo con gran reverencia.

 

Pedro fue consagrado arzobispo aunque contra su voluntad, conducido a Ravena, y recibido con gran alegría por el emperador Valentiniano, su madre Gala Placidia y todo el pueblo. El santo les dijo que sólo les pedía que, habiendo consentido en tomar, por su provecho espiritual, tan pesado cargo, procurasen obedecer a sus preceptos, y que no se opusiesen a los divinos. Sepultó y ungió con preciosos perfumes a dos santos fallecidos en aquella ciudad: Barbaciano, presbítero, y Germán, obispo de Auxerre, cuya cogulla y cilicio reclamó para sí mismo. Ordenó obispos a Proyecto y Marcelino; en Classe, levantó una fuente verdaderamente extraordinaria, y algunos templos magníficos, así al bienaventurado apóstol Andrés y a otros santos. Reprendió severísimamente los juegos y las representaciones teatrales, así como los bailes que tenían lugar el día primero de enero, diciendo: “Aquel que quiera divertirse con el diablo no podrá gozarse con Cristo”. Por mandato del papa San León I, escribió después al concilio de Calcedonia contra la herejía de Eutíques. Respondió también al mismo Eutíques en otra epístola, que fue unida a las actas del concilio en las nuevas ediciones, y de la cual se hace mención en los anales eclesiásticos.

 

Predicando era tan vehemente en sus palabras, que por su excesivo ardor, muchas veces le faltó la voz, como en el sermón sobre la mujer hemorroisa. Por lo cual, conmovidos los de Ravena, llenaron la iglesia con tantas lágrimas, clamores y oraciones, que el Santo dio gracias a Dios por haber contribuido su contratiempo a aumentar el amor al Salvador. Por último, habiendo gobernado santamente aquella iglesia por espacio de 18 años, conociendo por inspiración divina que se acercaba el fin de su vida, se dirigió a su patria, y en el templo de San Casiano puso sobre el altar mayor, en ofrenda, una gran diadema de oro con perlas preciosas. Ofreció un cáliz de oro y una patena de plata, la cual da al agua que sobre ella se derrama la virtud de curar las mordeduras de los perros rabiosos y las fiebres. Entonces despidió a los de Ravena que le habían seguido diciéndoles que vigilaran atentamente en la elección de su pastor. Y después de haber rogado a Dios y a su patrón San Casiano, que recibieran su alma, dejó esta vida el día 3 de diciembre del año del Señor 450. Su cuerpo fue sepultado honoríficamente, entre las lágrimas y el testimonio de la piedad de todos, cerca del cuerpo de San Casiano, en donde aun en nuestros días se le venera religiosamente. Uno de sus brazos, adornado con oro y perlas, fue llevado a Ravena, donde es venerado en la basílica Ursiniana.

 

Oremos.

Oh Dios, que, para gobernar e instruir a tu Iglesia, designaste de antemano con prodigios divinos, y quisiste que fuera elegido el bienaventurado Pedro Crisólogo, Doctor insigne; te suplicamos nos concedas que merezcamos tener por intercesor en el cielo al que en la tierra tuvimos por maestro de la vida. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos.

R. Amén.