SEXTA JORNADA
LAS JORNADAS DE LA VIRGEN CON SAN JOSÉ DESDE NAZARET A BELÉN
Con san Enrique de Ossó
Por la señal…
Oración al Niño Dios
Señor mío Jesucristo, Verbo eterno encarnado en las purísimas entrañas de la Virgen María, el amor que me tienes te ha hecho descender del seno del eterno Padre al seno de una Virgen, del seno de una Virgen a un pesebre, de un pesebre a una cruz, y de una cruz al sepulcro, para subirte otra vez al cielo. Ruégote por este tu infinito amor me perdones todos mis pecados que detesto con toda mi alma, y vengas a morar en mi pecho y reclinar tu cabeza y descansar en él. No repares, divino Niño, que mi pecho haya sido cueva de basiliscos, pues he pecado; sino mira a los deseos de mi corazón y a las lágrimas de mis ojos, que te aclaman por su salvador y pretenden consolarte y acompañarte en estas jornadas de dolor, para merecer que Tú me acompañes con tu gracia en las jornadas de este miserable destierro hasta llegar a la última jornada de la gloria. Amén.
Oración a la Virgen Santísima
Virgen María, que estando encinta emprendéis con vuestro castísimo esposo san José las jornadas de Nazaret a Belén con suma pobreza y en el rigor del invierno, por cumplir con el mandato del César; os ruego, Madre clemente, admitáis mi ruin compañía, pues me ofrezco a acompañaros como criado, siervo y esclavo vuestro en tan penoso viaje. Mandad y disponed de mí y de todas mis cosas como cosa y posesión vuestra, porque mi mayor gusto y mi más constante anhelo es vivir y morir en vuestro servicio, ser vuestro paje y esclavo con mi padre y señor san José. Amén.
Oración a san José
Pacientísimo san José, esposo, ayuda y consolador de la Virgen María, reina de los cielos y Madre de Dios, en todos sus grandes trabajos, y muy especialmente en estas ocho jornadas; ruégoos humilde me concedáis piadoso el asociarme a vuestra compañía para regalar con vos a vuestra santísima esposa y Madre mía María. Mirad en qué puedo seros útil con mis servicios, pobres y cortos; pero no lo es el corazón, que desearía daros albergue en él por suplir el desamor y desvío de los hombres. Mandad, que vuestro siervo escucha… Tan solo os pido me alcancéis de Jesús y María el que sea feliz mi jornada del tiempo a la eternidad, y goce, por fin, de su compañía en la gloria. Amén.
Se lee el texto de cada día.
SEXTA JORNADA
Desde Necmas al lugar donde advirtieron José y María
la pérdida de Jesús
Composición de lugar. Contempla a María, tierna y delicada Virgen de diez y seis años, encinta del Hijo de Dios, montada sobre un jumentillo acompañada de san José, que le sirve de paje y guía, en lo más frío del invierno. Mira el camino, unas veces llano, otras montañoso, pero siempre escabroso y pesado por las nieves, lluvias, frío y viento. Contempla a san José cargado con el fardito de ropa del divino Infante, consolando a María y guiando el jumentillo del diestro por los pasos más seguros y veredas más suaves.
MEDITACIÓN
Contempla a los sagrados peregrinos en la pesada jornada del lugarcillo de Necmas al lugar donde más tarde advirtieron la pérdida de su Hijo Jesús… Considera los trabajos de la Virgen Santísima y del casto Esposo al subir los montes altos cubiertos de nieve, y pasar la serranía en medio del más riguroso frío, sin tener lugar cómodo donde albergarse. Los aires helados, las lluvias incómodas, la ingratitud de los hombres, su pobreza extremada…, todo contribuye a hacerles más dolorosa esta jornada... Pondera el dolor que sentiría el Niño Dios en aquella noche larga y pesada, encerrado en las entrañas de María, previendo lo que habían de padecer su santísima Madre y el castísimo José en aquel mismo lugar un día al observar su pérdida; y entrando en estos sentimientos, pídeles gracia de no perder jamás al buen Jesús por tu culpa.
Coloquios y súplicas
¡Oh María, lirio purísimo y trono de la majestad infinita! Yo adoro en tus purísimas entrañas al Hijo de Dios hecho Niño por mi amor; y por los trabajos de esta jornada yo te doy las gracias y te pido me unas por amor a la voluntad de Dios, de suerte que jamás le pierda por mi culpa. Os lo pido con vuestro santo esposo José, que tanto se afanó en este caso para haceros lo menos molesta posible la pena y desamparo de esta jornada, pues no podéis, ni vuestro hijo Jesús, negarle cosa que os pida el santo patriarca. ¡Oh bondadoso san José! Aparta siempre de mí lo que me aparta de Jesús, y viva y muera en su compañía. Amén.
Obsequio. Haz una penitencia por los que están en pecado mortal, para que se conviertan y hallen a Jesús. Reza, además, los siete dolores y gozos al santo patriarca con este fin.
Jaculatoria. Aparta, Jesús, de mí lo que me aparta de Ti.
Se termina con la siguiente oración:
FELICITACIÓN
AL NIÑO JESÚS RECIÉN NACIDO
Yo os felicito y doy la enhorabuena y os doy gracias infinitas, oh mi Niño Jesús, por haber venido al mundo a salvarnos del cautiverio del pecado, y a restablecer la paz entre Dios y los hombres. Yo os felicito, porque descendéis del cielo a un pesebre para abrirnos las puertas del cielo, cerradas por la culpa. Yo os felicito, alabo, honro y os glorifico, porque bajáis del cielo a la tierra, como buen Pastor, para guiarnos, ovejas descarriadas, a vuestro celestial aprisco. Yo os amo y os adoro, Niño Jesús mío, con todo mi corazón, y os doy cuanto tengo y valgo. ¿Qué más queréis de mí? ¡Oh! Yo sí quiero de vos, Niño adorado, que me deis como rico aguinaldo en vuestras Pascuas de Navidad una centella de aquel divino fuego que habéis venido a meter en la tierra, ya que no deseáis otra cosa sino que arda en vuestro amor.
¡Oh fuego que siempre ardes, abrásame!
¡Oh brasa de amor divino, enciéndeme!
¡Oh incendio e infierno de amor divino, consúmeme y mándame ir a Ti, vivir por Ti, suspirar por Ti y morir de amor por Ti! Amén, Jesús.
***
Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.
Inmaculado Corazón de María, sed la salvación mía.
Glorioso Patriarca san José, ruega por nosotros.
Santos Ángeles Custodios, rogad por nosotros.
Ave María Purísima, sin pecado concebida.