jueves, 14 de octubre de 2021

MANSEDUMBRE. MES DEL ROSARIO. DÍA 15

MES DEL ROSARIO

 

Postrados ante una imagen de la Santísima Virgen (si es posible de Nuestra Señora del Rosario) se dirá:

Por la señal...

 

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, por ser Vos quien sois, bondad infinita, me pesa de haberos ofendido y propongo con vuestra gracia no pecar más; lo que espero mee concederéis por vuestra pasión y muerte, para perseverar en vuestro servicio hasta alabaros en el cielo. Amén

 

Se lee y medita la reflexión de cada día.

 

Día 15

La Coronación de espinas

MANSEDUMBRE

Contemplemos a nuestro adorable Redentor lleno de dolores y oprobios, sufriendo interior y exteriormente por nuestros pecados. Ultrajada su Divina Persona en su Augusta realeza, nos ofrece un perfecto modelo de mansedumbre.

Tejieron los soldados del pretorio una corona de agudísimas espinas, que ajustaron con crueldad sobre la cabeza de nuestro Redentor, haciendo penetrar en ella las espinas que tiñeron de sangre su frente divina, y poniéndole un viejo manto de púrpura sobre sus desgarradas espaldas, colocaron en su mano derecha una caña y así como rey de burla le saludaban doblando la rodilla y diciendo: "Dios te salve, rey de los judíos".

¡Qué dolores tan incomprensibles sufriría este Divino Rey de los cielos y tierra! Y los sufrió sin pronunciar una queja y sin dar la menor prueba de resistencia a lo que querían hacer de Él.

Y es que en su interior les perdonaba, lleno de misericordia y ofrecía por ellos mismos sus sufrimientos con una mansedumbre, que, a no estar poseídos del furor del infierno, admirara a sus mismos verdugos.

La Santísima Virgen, que penetraba todos los misterios de la Pasión de su Hijo, seguía en su imaginación todos sus martirios, taladrando su virginal corazón las espinas que traspasaban la Divina cabeza de aquel Hijo que había ella acariciado tantas veces con ternura maternal. Y a ejemplo del Salvador Divino pedía misericordia para los que tanto le atormentaban, y sufría en silencio.

¡Cuán imperfecta es nuestra mansedumbre! Si alguna vez ejercitamos esta preciosa virtud, que es uno de los frutos del Espíritu Santo, si sufrimos algún menosprecio o algo que hiere nuestro amor propio, si tenemos valor para callar, ¡cómo demostramos nuestro disgusto y cómo interiormente nos revelamos contra el que nos ha ofendido! Y es que sólo miramos las cosas humanamente, sin atender a los bienes que a nuestra alma proporciona una verdadera mansedumbre.

Sufrir con paciencia las flaquezas de nuestros prójimos, soportar sus defectos y no alterarnos por sus desatenciones y menosprecios, eso es señal de poseer la mansedumbre que en grado perfectísimo tuvieron en su vida mortal Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen, nuestra celestial Madre.

 

PRÁCTICA

Suframos las ajenas flaquezas ejercitando nuestra mansedumbre para mortificar el amor propio, de suyo tan susceptible.

 

PETICIÓN

Jaculatoria. ¡Oh, Madre clementísima ruega por nosotros!

Bendita sea tu pureza...