sábado, 2 de octubre de 2021

CARIDAD. DÍA 3. MES DEL ROSARIO

MES DEL ROSARIO

 

Postrados ante una imagen de la Santísima Virgen (si es posible de Nuestra Señora del Rosario) se dirá:

Por la señal...

 

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, por ser Vos quien sois, bondad infinita, me pesa de haberos ofendido y propongo con vuestra gracia no pecar más; lo que espero mee concederéis por vuestra pasión y muerte, para perseverar en vuestro servicio hasta alabaros en el cielo. Amén

Se lee y medita la reflexión de cada día.

 

Día 3

La Visitación de la Virgen a Santa Isabel

CARIDAD

Dios es caridad.

El Apóstol San Pablo nos enseña que sin caridad todas nuestras virtudes no pueden ser agradables al Señor.

Consideremos a la Santísima Virgen dotada de todas las perfecciones y, por consiguiente, llena su alma de una caridad que, su unión con el Dios de los amores hacía fuese muy ardiente.

Su humilde condición de pobrecita esposa de un carpintero, no le permitiría que esta caridad la manifestara en abundantes socorros materiales, pero ¡qué copiosos los derramaría en las almas de los que tenían la dicha de exponerle sus necesidades!

Esta santa caridad fue la que le inspiró el deseo de visitar a su prima Santa   Isabel y prodigarle sus cuidados el nacimiento del Santo Precursor de su Divino Hijo.

Presentía los favores con que colmaría el Señor aquella dichosa familia por su visita, y así, llena de gozo, emprendió el camino a la casa de su prima, acompañada de su santo esposo, sin que las incomodidades que tuviera que sufrir la hicieran delatar un momento el cumplir lo que su caridad deseaba.

¡Qué modelo más perfecto del amor que Dios vino a traer a la tierra!

Esforcémonos por imitar aquella caridad, y que sea la nuestra tan grande que veamos en todos nuestros prójimos la imagen de Dios, y con nuestras palabras de compasión y dulzura, con nuestros buenos consejos y ejemplos, con las limosnas materiales y por cuantos medios podamos, ejercitemos nuestra caridad, haciendo que conozcan a Dios tantos desgraciados que le ofenden porque no le conocen.

Hagámosles amable la virtud, haciéndosela ver tal cual es, y enjuguemos sus lágrimas para que lo sean de resignación. Nuestras pobres fuerzas no pueden, de por sí, hacer tan sublime como debe ser nuestra caridad, pero la Santísima Virgen, si se lo pedimos, la bendecirá; y con su ayuda amaremos a nuestros prójimos como a nosotros mismos, como el Señor quiere que le amemos.

 

PRÁCTICA

Procurar en nuestras conversaciones hablar de Dios y al menos con oraciones ejercitar nuestra caridad para hacer obrar bien a aquellos que están cerca de nosotros y necesitan buenos consejos.

 

PETICIÓN

Jaculatoria. María Virgen, Madre del Amor Hermoso, ruega por nosotros.

Bendita sea tu pureza...