SANTA TERESA DE JESÚS, MODELO DE DEVOCIÓN A SAN JOSÉ. (6)
Preparando nuestra Consagración a San José con san Enrique de Ossó.
Poniéndonos en presencia de Dios, pidiendo el auxilio de la Virgen María y del Ángel Custodio, recita esta oración al Glorioso San José:
Oración a san José
Santísimo patriarca san José, padre adoptivo de Jesús, virginal esposo de María, patrón de la Iglesia universal, jefe de la Sagrada Familia, provisor de la gran familia cristiana, tesorero y dispensador de las gracias del Rey de la gloria, el más amado y amante de Dios y de los hombres; a vos elijo desde hoy por mi verdadero padre y señor, en todo peligro y necesidad, a imitación de vuestra querida hija y apasionada devota santa Teresa de Jesús. Descubrid a mi alma todos los encantos y perfecciones de vuestro paternal corazón: mostradme todas sus amarguras para compadeceros, su santidad para imitaros, su amor para corresponderos agradecido. Enseñadme oración, vos que sois maestro de tan soberana virtud, y alcanzadme de Jesús y María, que no saben negaros cosa alguna, la gracia de vivir y morir santamente como vos, y la que os pido en este mes, a mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
MEDITACIÓN. San Enrique de Ossó
Santa Teresa de Jesús, modelo de devoción a san José.
Composición de lugar. Contempla a san José, que te dice, mostrándote a su apasionada devota, santa Teresa de Jesús: “Esta es mi hija muy amada, a quien debo mi principal gloria en la tierra”.
Petición. Santa Teresa de Jesús, hacednos como vos, devotos verdaderos de san José.
Punto primero. Santa Teresa de Jesús, modelo de devoción al Santo por lo que hizo en vida en su obsequio.
Muchos santos y escritores han trabajado para dar a conocer al excelso patriarca, pero ninguno contribuyó tanto como una virgen elegida por el cielo para esta obra grandiosa, cual fue santa Teresa de Jesús, dice un piadoso autor. “A ninguno cede la palma, añade otro sabio y piadoso autor, a ninguno cede la palma santa Teresa de Jesús en la devoción a san José; porque esta Santa, con el ejemplo y exhortaciones, hizo que por toda la Iglesia católica se venerase con especialísima devoción la fiesta de san José, y que continuamente fuese invocado; y que al Santo se recurriese en las tentaciones y en las necesidades, así públicas como privadas”. Lo mismo aseguran los bolados en la vida de la santa. Lo mismo aseguró el glorioso patriarca al aparecerse con la Santa a su hija, la venerable Francisca del Santísimo Sacramento. ¿Qué hizo la seráfica Doctora para que su señor y padre san José, que así le llamaba, fuese conocido, amado e invocado y honrado por todos los fieles? Léase su vida, y se verá mejor que nosotros podamos apuntar, cuánto hizo la Santa en obsequio de su padre y señor san José. La vida de la incomparable heroína española es una invocación y obsequio continuo al Santo. Si hace alguna fiesta con inusitada pompa, es la fiesta del glorioso san José. Si va a fundar, siempre lleva consigo una imagen de san José. Si emprende un negocio, no lo hace sin encomendarlo antes a san José. El primer convento, la primera Iglesia que hizo fue bajo la advocación de san José. A trece de sus monasterios les puso el nombre de san José, y a todos los colocó bajo su protección. Si se hallaba enferma, en apuros y necesidades y peligros, el socorredor y provisor en todas ellas era san José. Si es madre espiritual de innumerables hijos e hijas, los cría con la leche de la devoción a san José. Si recorre todos los grados de la oración y contemplación la más altísima, lo hace guiada y amaestrada por el glorioso san José. Si recibe en vida gracias especialísimas de Jesús y María, casi siempre interviene san José.
Si vive, trabaja, padece por Jesús, y muere en sus brazos, y su alma penetra en forma de cándida paloma en el pecho de Cristo al expirar, es asistida del glorioso san José.
¿No es verdad, devoto Josefino, que santa Teresa de Jesús puede llamarse con toda propiedad Teresa de José? Aprende de la Santa a honrarle y a propagar su devoción. Para ello sé también muy devoto de santa Teresa de José, y pídele que te alcance dicha gracia.
Punto segundo. Santa Teresa de Jesús, modelo de devoción a san José por lo que ha hecho después de su muerte.
Nuestro padre, el sapientísimo León XIII, en su breve de 28 de enero del año 1890, al decretar para España fiesta de precepto el día de san José, dice estas gravísimas palabras en obsequio de la Santa y de su devoción al excelso patriarca: “La castísima virgen Teresa de Jesús, insigne por el ejercicio de todas las virtudes, enardecida en el vehementísimo amor de Jesús, y venerando con una devoción increíble la eximia dignidad de san José, a quien Jesucristo nuestro salvador quiso que se respetara como su padre, predicó su patrocinio y promovió su culto”. Mas la Santa, como hemos visto, no solo predicó el patrocinio de san José y promovió su culto de un modo increíble por sí misma y mientras vivió, sino por medio de sus hijos e hijas, que han sido y son apóstoles de la devoción al Santo, después de su muerte. Su hijo predilecto, el venerable Gracián, escribió La Josefina, libro de los más sabia y piadosamente escritos en obsequio del santo patriarca. En el siglo pasado tenía la Orden del Carmen descalzo más de ciento cincuenta monasterios e iglesias fundadas bajo la advocación de san José. En nuestra Cataluña eran tan conocidos por su devoción especial al Santo, que les llamaban comúnmente los Josepets, los Josefinos. Manifestose la devoción y celo de la gloria del incomparable patriarca en que arde la seráfica Virgen, cuando fue canonizada; porque tratando muchos de sus hijos, con licencia del provincial, de cambiar el título de san José por el de la Santa, que tenían muchos de sus monasterios, enojada por esta pretendida mudanza se apareció a su hija, la venerable Isabel de santo Domingo en Ávila, y le mandó: “Dirás al padre provincial que quite el título de mi nombre a los monasterios y les restituya el de san José”. De modo que así como todos confiesan que los hijos del Carmelo antecesores a santa Teresa de José fueron los primeros y más diligentes propagadores de la devoción al Santo en Oriente y después en Occidente, así santa Teresa de José, con sus hijos fueron los más activos propagadores de dicha devoción en Occidente y en todo el mundo con su ejemplo, con sus predicaciones y con sus escritos. Bien dijo el sabio Fr. Fernando Blanco, obispo de Ávila y después dignísimo arzobispo de Valladolid, que Teresa de Jesús púsose en medio de la Trinidad de la tierra con su travesura santa y su amor y celo incomparables, siendo y apellidándose con toda verdad lo mismo Teresa de Jesús, que Teresa de María y Teresa de José.
¡Oh santa bendita, benjamina y secretaria de Jesús, de María y de José! Inflama nuestro corazón en el amor de Jesús, María y José, para que formen nuestras delicias en el tiempo y por toda la eternidad. Amén.
Punto tercero. Santa Teresa de Jesús, modelo de la devoción a san José por sus escritos.
No puede, en verdad, con palabras persuadirse con mayor eficacia la devoción al glorioso patriarca, que lo hace la Santa en el libro de su Vida, C VI, cuando escribe: “Tomé por abogado y señor al glorioso san José, y encomendeme mucho a él: vi claro que ansí desta necesidad como de otras mayores de honra y pérdida de alma, este padre y señor mío me sacó con más bien que yo le sabía pedir. No me acuerdo hasta ahora haberle suplicado cosa que la haya dejado de hacer. Es cosa que espanta las grandes mercedes que me ha hecho Dios por medio de este bienaventurado Santo, de los peligros que me ha librado, ansí de cuerpo como de alma: que a otros santos parece les dio el Señor gracia para socorrer en una necesidad; a este glorioso Santo tengo experiencia que socorre en todas; y que quiere el Señor darnos a entender, que ansí como le fue sujeto en la tierra, que como tenía nombre de padre siendo ayo, le podía mandar, ansí en el cielo hace cuanto le pide. Esto han visto otras algunas personas, a quien yo decía se encomendasen a él, también por experiencia: ya hay muchas que le son devotas de nuevo, experimentando esta verdad. Procuraba yo hacer su fiesta con toda la solemnidad que podía, más llena de vanidad que de espíritu, queriendo se hiciese muy curiosamente y bien, aunque con buen intento; mas esto tenía malo, si algún bien el Señor me daba gracia que hiciese, que era lleno de imperfecciones y con muchas faltas; para el mal y curiosidad, y vanidad tenían gran maña y diligencia; el Señor me perdone. Querría yo persuadir a todos fuesen devotos de este glorioso Santo, por la gran experiencia que tengo de los bienes que alcanza de Dios. No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios, que no la vea más aprovechada en la virtud; porque aprovecha en gran manera a las almas que a él se encomiendan. Paréceme ha algunos años, que cada año en su día le pido una cosa y siempre la veo cumplida: si va algo torcida la petición, él la endereza para más bien mío. Si fuera persona que tuviera autoridad de escribir, de buena gana me alargara en decir muy por menudo las mercedes que ha hecho este glorioso Santo a mí y a otras personas; mas por no hacer más de lo que me mandaron, en muchas cosas seré corta más de lo que quisiera, en otras más larga que era menester; en fin, como quien en todo lo bueno tiene poca discreción. Solo pido por amor de Dios que lo pruebe quien no me creyere, y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca, y tenerle devoción: en especial personas de oración siempre le habrían de ser aficionadas. Que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no den gracias a san José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso Santo por maestro, y no errará en el camino”.
¿Puede escribirse más bella y completa historia del patrocinio universal de san José, que la que nos ha dejado la Santa escrita en estas palabras? ¡Oh, no es posible! Probemos, pues, con la experiencia la verdad de lo que dice, y bendeciremos como ella las bondades de san José.
Obsequio. No dejaré pasar día sin invocar a san José y acudir a él en todas mis necesidades.
Jaculatoria. Jesús, José, Teresa y María, amparadme en vida y en mi última agonía.
Oración final para todos los días
Acordaos, oh castísimo esposo de la Virgen María, dulce protector mío san José, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han invocado vuestra protección e implorado vuestro auxilio, haya quedado sin consuelo. Animado con esta confianza, vengo a vuestra presencia y me recomiendo fervorosamente a vuestra bondad. ¡Ah!, no desatendáis mis súplicas, oh padre adoptivo del Redentor, antes bien acogedlas propicio y dignaos socorrerme con piedad.