YO
PERMANECERÉ CONTIGO: TÚ VIENES A MÍ COMO ALIMENTO DE LA MAÑANA.
Oración
de Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)
Yo permaneceré
contigo…
Tú reinas a la
derecha del Padre
en el reino de tu
eterna gloria
como la palabra
de Dios desde el principio
Tú reinas en el
trono del Todopoderoso
en forma humana
transfigurada
desde la
culminación de tu trabajo en la tierra
Yo creo en esto
porque tu palabra tanto me enseña y porque creo, sé qué alegría me da y qué bendita
esperanza florece de ella.
Porque donde Tú
estás, ahí también están los tuyos el cielo es mi tierra gloriosa comparto
contigo el trono del Padre
El eterno que
hizo todas las criaturas quien, tres veces santo, abraza a todo ser además
tiene un silencioso, especial reino suyo.
La habitación más
íntima del alma humana
es el lugar
favorito de la Trinidad
su trono
celestial en la tierra
Para liberar este
reino celestial de la mano del enemigo el Hijo de Dios vino como el Hijo del
Hombre dio su sangre como el precio de la entrega.
En el corazón de
Jesús, que fue atravesado,
el reino de la
tierra y de los cielos se unen.
Aquí está para
nosotros la fuente de la vida.
Este corazón es
el corazón de la Divina Trinidad, y el centro de todos los corazones humanos
que nos concede la vida de Dios.
Nos atrae hacia
sí con poder secretos
nos esconde en el
seno del Padre
y nos inunda con
el Espíritu Santo.
Este corazón,
late por nosotros en un pequeño tabernáculo donde permanece misteriosamente
escondido en esa quieta, blanca hostia.
Ése es tu trono
real en la tierra, Oh Señor,
que visiblemente
has erigido para nosotros
y te complaces
cuando salgo a su encuentro.
Lleno de amor, Tú
hundes tu mirada en la mía
y acercas tu oído
a mis palabras silenciosas
y llenas de paz
mi corazón.
Aun así tu amor
no se satisface con este intercambio que todavía podría conducir a la separación
tu corazón requiere más.
Tú vienes a mí
como alimento de la mañana en cada pausa cotidiana.
Tu carne y tu
sangre se convierten en comida y bebida para mí y algo maravilloso ocurre.
Tu cuerpo
misteriosamente penetra el mío y tu espíritu se una al mío: no soy más lo que
alguna vez fui.
Tú vas y vienes
pero la semilla que sembraste para futura gloria, permanece enterrada en este
cuerpo de polvo.
Un esplendor del
cielo se queda en el alma,
un brillo
profundo se queda en los ojos,
una elevación en
el tono de voz
Ahí permanece el
lazo que une un corazón al otro el arroyo de vida que brota de la tuya y anima
a cada miembro.
¡Qué maravillosos
son tus prodigios!
No podemos más
que asombrarnos y balbucear y caer silenciosos porque el intelecto y las
palabras fracasan.
Y yo permanezco
contigo.