Santo Rosario.
Por la señal...
Monición inicial:
Con oraciones de San Agustín tomadas del Libro de las Confesiones meditamos
los misterios luminosos del Santo Rosario.
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS
LUMINOSOS
1.-El Bautismo del Señor en el Jordán
“¡Oh Señor!, siervo
tuyo soy e hijo de tu sierva. Rompiste mis ataduras, yo te ofreceré un
sacrificio de alabanza. Que te alabe mi corazón y mi lengua y que todos mis
huesos digan: Señor, ¿quién semejante a ti? Que lo digan, y que tú respondas y digas
a mi alma: Yo soy tu salvación. ¿Quién fui yo y qué
tal fui? ¡Qué no hubo de malo en mis obras, o si no en mis obras, en mis
palabras, o si no en mis palabras, en mis deseos! Pero tú, Señor, te mostraste
bueno y misericordioso, poniendo los ojos en la profundidad de mi muerte y
agotando con tu diestra el abismo de corrupción del fondo de mi alma. Todo ello
consistía en no querer lo que yo quería y en querer lo que tú querías. Pero
¿dónde estaba durante aquellos años mi libre albedrío y de qué bajo y profundo
arcano no fue en un momento evocado para que yo sujetase la cerviz a tu yugo
suave y el hombro a tu carga ligera, ¡oh Cristo Jesús!, ayudador mío y redentor
mío? ¡ ¡Oh, qué dulce fue para mí carecer de
repente de las dulzuras de aquellas bagatelas, las cuales cuanto temía entonces
perderlas, tanto gustaba ahora de dejarlas! Porque tú las arrojabas de mí, ¡oh
verdadera y sana dulzura!, tú las arrojabas, y en su lugar entrabas tú, más
dulce que todo deleite, aunque no a la carne y a la sangre; más claro que toda
luz, pero al mismo tiempo más interior que todo secreto; más sublime que todos
los honores, aunque no para los que se subliman sobre sí. Libre estaba ya mi
alma de los devoradores cuidados del ambicionar, adquirir y revolcarse en el
cieno de los placeres y rascarse la sarna de sus apetitos carnales, y hablaba
mucho ante ti, ¡oh Dios y Señor mío!, claridad mía, riqueza mía y mi
salvación.”
2.-El Milagro de las Bodas de Cana
“Nuestra Vida
verdadera bajó acá y tomó nuestra muerte, y la mató con la abundancia de su
vida, y dio voces como de trueno, clamando que retornemos a él en aquel lugar
secreto desde donde salió para nosotros, pasando primero por el seno virginal
de María, en el que se desposó con la naturaleza humana, la carne mortal, para
que no sea siempre mortal. Y de allí, tal como el esposo que sale de su tálamo
exultó como un gigante para correr su camino. Porque no se retardó, sino que
corrió dando voces con sus palabras, con sus obras, con su muerte, con su vida,
con su descendimiento y su ascensión, clamando que nos volvamos a él, pues si
partió de nuestra vista fue para que entremos en nuestro corazón y allí le
hallemos; porque si partió, aún está con nosotros. No quiso estar mucho tiempo
con nosotros, pero no nos abandonó. Se retiró de donde nunca se apartó, porque
él hizo el mundo, y estaba en el mundo, y vino al mundo a salvar a los
pecadores. Y a él se confiesa mi alma y él la sana de las ofensas que le ha
hecho.”
3.- El anuncio del Reino invitando a la conversión.
“Hijos de los hombres,
¿hasta cuándo seréis duros de corazón? ¿Es posible que, después de haber bajado
la Vida a vosotros, no queráis subir y vivir? Mas ¿adónde subisteis cuando estuvisteis en alto y pusisteis en el
cielo vuestra boca? Bajad, a fin de que podáis subir hasta Dios, ya que
caísteis ascendiendo contra él”
4.-La Transfiguración del Señor
“¿Quién me concederá
descansar en ti? ¿Quién me concederá que, vengas a mi corazón y le embriagues,
para que olvide mis maldades y me abrace contigo, único bien mío? ¿Qué es lo que
eres para mí? Apiádate de mí para que te lo pueda decir. ¿Y qué soy yo para ti,
para que me mandes que te ame y si no lo hago te aíres contra mí y me
amenaces con ingentes miserias? ¿Acaso
es ya pequeña la misma miseria de no amarte? ¡Ay de mí! Dime, por tus
misericordias, Señor y Dios mío, qué eres para mí. Di a mi alma: «Yo soy
tu salvación». Que yo corra tras esta
voz y te dé alcance. No quieras esconderme tu rostro. Muera yo para que no
muera y para que lo vea.”
5.- La institución de la Eucaristía
“Tarde te amé,
hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas
dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba
sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo
estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en
ti, no serian. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y
resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro
por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed,
me tocaste, y abráseme en tu paz.”