Santo Rosario.
Por la señal...
Monición
inicial: Se hace hoy
memoria de San Alberto Hurtado, oriundo de Chile, sacerdote de la Compañía de
Jesús, que fundó una obra para que los pobres que carecen de techo y los
vagabundos, sobre todo niños, pudieran encontrar un verdadero y familiar hogar
(1952). Con sus pensamientos meditamos el santo Rosario, pidiendo a Nuestra
Señora –como el solía hacer- que dirija sobre nosotros su mirada de madre
buena.
Señor mío
Jesucristo...
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración
de Jesús en el Huerto
“"¿Desalientos?
Vendrán. Fracaso aparente o real, abandono, incomprensión, incluso por parte de
amigos y superiores; todo esto tiene que saborear el servidor de Cristo, el que
quiere ir tras Él. Pero mientras esté unido con Él, las tinieblas sólo podrán
tener poder sobre él un momento."
2. La
flagelación de Jesús atado a la columna.
“Jesús
perdonó a la adúltera. Hay algunos que quisieran sacar este pasaje del Nuevo
Testamento porque Cristo ni siquiera retó a la mujer. Pero para quitarlo habría
que quitar a Jesús del Evangelio porque es el mismo de la Samaritana, de
Magdalena, del buen ladrón. ¿Que no tomó en serio el pecado El, a quien araron
sobre sus espaldas? ‘Cuenta si puedes mis llagas’… ¡Vaya si tomó en serio el
pecado! Pero sufrió El por nosotros y cuando vio en el tono y expresión de ella
su contrición, le abrió el río misericordioso de su corazón, del buen amor.”
3. La coronación
de espinas
“Las
dificultades debieran ser motivo para intensificar más la vida sobrenatural a
fin de tener fuerzas para cargar con una cruz que a veces se luce más pesada
que la de nuestros padres.”
4. Nuestro
Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
"¿Has
pecado? Haz penitencia. ¿Has pecado mil veces? Haz penitencia mil veces. A tu
lado se pondrá Satanás para desesperarte. No lo sigas, más bien recuerda estas
cinco palabras: ‘Jesús recibe a los pecadores’, palabras que son un grito
inefable de amor, una efusión inagotable de misericordia, y una promesa
inquebrantable de perdón"
5. La
crucifixión y muerte del Señor
“Hermanos,
si tenemos pecados y ¿quién de nosotros no lo tiene? Acordémonos que Jesús es
siempre el mismo: ayer, hoy y siempre. Vamos a su corazón herido por la lanza y
dejemos caer en Él el fardo de nuestras culpas. Tengamos confianza,
inquebrantable confianza en que su amor infinito es más fuerte que todas
nuestras miserias, que todos nuestros crímenes. Pidámosle perdón y hoy como
ayer su voz bendita nos dirá la dulce palabra: Hijo, vete en paz y no quieras
pecar más.”