viernes, 18 de agosto de 2017

EL ROSARIO DE HOY CON SAN ALBERTO HURTADO





Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial:  Se hace hoy memoria de San Alberto Hurtado, oriundo de Chile, sacerdote de la Compañía de Jesús, que fundó una obra para que los pobres que carecen de techo y los vagabundos, sobre todo niños, pudieran encontrar un verdadero y familiar hogar (1952). Con sus pensamientos meditamos el santo Rosario, pidiendo a Nuestra Señora –como el solía hacer- que dirija sobre nosotros su mirada de madre buena.
Señor mío Jesucristo... 
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús en el Huerto
“"¿Desalientos? Vendrán. Fracaso aparente o real, abandono, incomprensión, incluso por parte de amigos y superiores; todo esto tiene que saborear el servidor de Cristo, el que quiere ir tras Él. Pero mientras esté unido con Él, las tinieblas sólo podrán tener poder sobre él un momento."
2. La flagelación de Jesús atado a la columna.
“Jesús perdonó a la adúltera. Hay algunos que quisieran sacar este pasaje del Nuevo Testamento porque Cristo ni siquiera retó a la mujer. Pero para quitarlo habría que quitar a Jesús del Evangelio porque es el mismo de la Samaritana, de Magdalena, del buen ladrón. ¿Que no tomó en serio el pecado El, a quien araron sobre sus espaldas? ‘Cuenta si puedes mis llagas’… ¡Vaya si tomó en serio el pecado! Pero sufrió El por nosotros y cuando vio en el tono y expresión de ella su contrición, le abrió el río misericordioso de su corazón, del buen amor.”
3. La coronación de espinas
“Las dificultades debieran ser motivo para intensificar más la vida sobrenatural a fin de tener fuerzas para cargar con una cruz que a veces se luce más pesada que la de nuestros padres.”
4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
"¿Has pecado? Haz penitencia. ¿Has pecado mil veces? Haz penitencia mil veces. A tu lado se pondrá Satanás para desesperarte. No lo sigas, más bien recuerda estas cinco palabras: ‘Jesús recibe a los pecadores’, palabras que son un grito inefable de amor, una efusión inagotable de misericordia, y una promesa inquebrantable de perdón"
5. La crucifixión y muerte del Señor
“Hermanos, si tenemos pecados y ¿quién de nosotros no lo tiene? Acordémonos que Jesús es siempre el mismo: ayer, hoy y siempre. Vamos a su corazón herido por la lanza y dejemos caer en Él el fardo de nuestras culpas. Tengamos confianza, inquebrantable confianza en que su amor infinito es más fuerte que todas nuestras miserias, que todos nuestros crímenes. Pidámosle perdón y hoy como ayer su voz bendita nos dirá la dulce palabra: Hijo, vete en paz y no quieras pecar más.”