Comentario al Evangelio
XII DOMINGO DESPUÉS
DE PENTECOSTÉS
FORMA EXTRAORDINARIA DEL RITO ROMANO
“Se puede tener alguna virtud y permanecer durante
algún tiempo sin pecar aunque no se tenga el amor divino…;pero todas las
virtudes, separadas de la caridad, quedan muy imperfectas, ya que no pueden sin
ella lograr su fin de hacer feliz al hombre…No niego que sin la caridad puedan
nacer y hasta progresar; pero conseguir la perfección para merecer el nombre de
virtudes hechas, formadas y cumplidas, eso depende de la caridad, que les da
empuje para volar a Dios y libar en su misericordia la miel del verdadero
mérito y de la santificación de los corazones donde se encuentran…
Las demás virtudes pueden ayudarse entre sí y
excitarse mutuamente en su obrar y
ejercicio; ¿Quién no sabe que la castidad requiere y despierta a la sobriedad y
que la obediencia lleva a la liberalidad, a la oración y a la humildad?... Pero
de la mezcla de la obediencia y la castidad no puede salir virtud cumplida y
perfecta, ya que les falta la última perfección, que es el amor. Aunque se
pudiera lograr que todas las virtudes se encontrasen unidas en un hombre, menos
la caridad, ese conjunto sería un cuerpo maravillosamente realizado en todas
sus partes…, pero cuerpo sin movimiento, sin vida y sin gracia hasta que Dios
lo inspirase el soplo de la vida
(Gen. 2,7), es decir, la sagrada caridad, sin la cual, de nada sirve” (1 Cor.
13,3).
San Francisco de Sales