X DOMINGO DESPUÉS DE
PENTECOSTÉS
FORMA EXTRAORDINARIA DEL RITO ROMANO
El
orgullo es la raíz de todos los pecados, porque el orgulloso se convierte en
avaro para mantener su fausto, en glotón por ostentación, en perezoso, porque
se cree ya con suficiente virtud y, aunque avaro, es prodigo por vanidad. Y no
digo nada de su obstinación, desobediencia, hipocresía, espíritu peleón y otro
tantos vicios que tienen en el orgullo su fuente. Dice San Gregorio (cf. Moral., 1,34 c. último) que, así como la
humildad es la señal más segura de la predestinación, el orgullo lo es de la
reprobación.
a) Vicio oculto
Además
es peligrosísimo por tres razones. La primera porque es un vicio oculto. Todos
los demás se manifiestan claramente, como la glotonería, la avaricia, la
cólera, en tanto que la mayoría de las veces somos esclavos del orgullo sin
advertirlo, porque es un vicio interior que se cubre, como con una piel de
oveja, con la apariencia de humildad, escondiendo una infernal ambición. Cuando
los apóstoles venían alegres por haber obrado milagros, el Señor les advierte
que no se alegrasen de ello, sino de que su nombre este escrito en el cielo
(Lc. 10,17).
De
ahí nace el que busquemos los dones de Dios y hasta las virtudes, no por Dios,
sino por nuestra propia excelencia, como demuestra claramente la envidia que
nos embarga cuando vemos que otro los posee y hasta nos adelanta.
b) Se presenta en
publico
En
segundo lugar, el orgullo es peligroso porque se presenta en público. Todo el
mundo se avergüenza de sus vicios, pero, en cambio, se complace en hacer
ostentación de los motivos de su orgullo. Ahí tenéis al soberbio enseñando a
todos sus lujos, sus casas, sus muebles, tapices, dignidades; en fin, toda la
paja que sirve para encender su vanidad. Por eso mismo, porque este vicio no
está sujeto a la vergüenza en mucho más difícil de corregir.
c) El último en
abandonar al hombre
Finalmente,
el orgullo es peligroso, porque es el último en abandonar al hombre, aunque sea
quizá el primero que le ataque. Cuando se han vencido todos los vicios, queda
todavía la última victoria y la lucha más difícil y más peligrosa, humillar el
orgullo.
¡Oh
miseria extrema la del hombre, que, cuando quiere descansar, ve que le comienza
la mayor fatiga! Ya eres justo, perfecto; ya abundas en toda clase de bienes y
de virtudes, y esa misma abundancia se va a convertir en la principal causa de
tus temores. Ahora es cuando debes comenzar a temer la soberbia. Ten en cuenta
que este vicio nació en el cielo y se apega especialmente a las almas
celestiales, ¿Hay alguien más santo que San Pablo? Y, sin embargo, cuando ya no
tenía que combatir la carne y la sangre, cuando había recorrido los cielos, de
repente tiene miedo de que la grandeza de sus revelaciones le envanezca, y he
aquí que se le da un aguijón de la carne que le abofetee para humillarle e
impedirle que el orgullo le derribe. Y ¿no temeremos nosotros n vicio que San
Pablo temió?
Santo Tomas de
Villanueva