jueves, 4 de septiembre de 2025

5. EL DESPRENDIMIENTO ES AMABLE Y NOS DIGNIFICA. MES A LA VIRGEN DE LAS MERCEDES

DÍA QUINTO

EL DESPRENDIMIENTO ES AMABLE Y DIGNIFICA

 

MES 
en honor de
 N. S. DE LAS MERCEDES

Padre Antonio Pastor Codesal, OP

 

ORACIONES PARA INICIAR

Y FINALIZAR CADA DÍA

 

Oración primera para todos los días

 

Por la señal…

 

ORACIÓN

Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio.  Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.

 

Se lee lo propio para cada día.

 

DÍA QUINTO

MEDITACIÓN

EL DESPRENDIMIENTO ES AMABLE Y DIGNIFICA

 

El amor del hombre debe fijarse en las riquezas inmortales que tienen por centro a Dios y desprenderse de las transitorias cuando sean obstáculo para conseguir aquellas.

Las transitorias producen alegría expansiva y tumultosa que se parece a los torrentes producidos por un nublado; pasa el nublado dejó de correr el torrente. Las inmortales producen alegría profunda y verdadera que se asemeja a los ríos inagotables. Esta alegría sólo el amor de Dios la produce. Y el amor de Dios levanta su llama en el corazón cuando lo encuentra limpio de amores desordenados de la tierra.

“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos” (S. Mt. C. V). dijo el Señor. ¿Quién más rico que Él, Creador y dueño del Universo? ¿Quién vivió en más pobreza que Él, que nació en el establo, fue reclinado en un pesebre, vivió sin hogar, murió sin vestido en la cama de una Cruz?

 

EJEMPLO

El ejemplo más señalado de la Santísima Virgen de las Mercedes lo constituye la fundación de la Orden de la Merced.

Era en 1218, época en que gran parte de los cristianos españoles gemían en las terribles mazmorras de los infieles moros en el norte de África. La Santísima Virgen María, Madre de Dios, se enterneció de la suerte de los cristianos que perdían la vida a fuerza de tormentos y penalidades; y en algunos casos más desgraciados también perdían la fé, y con ella la vida del cielo. Ella misma inspiró a San Raimundo de Peñafort, a San Pedro Nolasco y al Rey Jaime de Aragón la Orden de Redención de Cautivos, o de la Merced, para lograr la libertad de los encarcelados por los moros.

Aprobada por el Sumo Pontífice esta Orden desplegó grande celo en su misión, consiguió la libertad de muchos prisioneros, redimidos con dinero, y a veces con la prisión de religiosos mercenarios, que se quedaban en rehenes, salvando así las vidas y las almas de muchos infelices cristianos.

 

Oración final para todos los días

 

Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha. 

Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.

Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén. 

 

Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.

Avemaría... (x 3)