DÍA TERCERO
LA AVARICIA NOS HACE RUINES Y DESPRECIABLES
MES
en honor de
N. S. DE LAS MERCEDES
Padre Antonio Pastor Codesal, OP
ORACIONES PARA INICIAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
Oración primera para todos los días
Por la señal…
ORACIÓN
Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio. Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.
Se lee lo propio para cada día.
DÍA TERCERO
MEDITACIÓN
LA AVARICIA NOS HACE RUINES Y DESPRECIABLES
“Las riquezas son de suyo indiferentes; no merecen el nombre de malas; la persona que hace mal uso de ellas es la mala.”
Cabe compararlas a la escalera por donde se puede subir y se puede bajar. Por ellas unos suben a la eterna gloria, otros bajan al eterno fuego. Puede haber propiedades sin avaricia, poseyendo las cosas como si no se poseyesen, según frase de San Pablo (I Cor. VIII. 30); y puede haber avaricia sin propiedades, no teniendo nada y apreciando desmesuradamente tenerlo todo.
Muchos que profesan horror a los vicios concluyen por abrazarse con éste. Con la vejez ceden y se amortiguan otros vicios; pero la avaricia, como hiena que goza encarnizándose en los cadáveres, llega a roer a los que muy pronto serán roidos de los gusanos. En el naufragio de todas las esperanzas terrenas, al verse el hombre cerca de las costas de la eternidad, a donde le empuja, en el alborotado torbellino, el oleaje de la vida, se abraza en su desesperación al oro como a tabla de salvación, sin reparar que el oro es metal pesado y lo sumerge en el abismo.
El avaro cercena y suprime sus limosnas, y termina por cerrar las puertas de su corazón y no tener entrañas, o tenerlas de bronce, para con sus hermanos.” (López Peláez, Los siete pecados capitales.)
EJEMPLO
En el libro Tesoro el Rosario con el número 85 se cuenta el siguiente milagro. Había un caballero muy rico y muy piadoso, gran devoto de la Santísima Virgen, ante cuya imagen, que tenía en el Oratorio de su palacio, pasaba horas del día y de la noche.
Su mujer entró en sospechas al notar que salía del cuarto dormitorio algunas noches, y tardaba en volver.
¡Oh fuerza terrible de los cielos!, una noche, al quedar sola en el dormitorio, se degolló. Al volver el piadoso la encontró muerta y bañada en sangre. Al volver el piadoso marido la encontró muerta y bañada en sangre. Volvió él a orar ante la Virgen presentándole su aflicción. Al acabar su oración, ya su mujer estaba otra vez viva y sana; se arrojó a los pies de su marido diciendo: Perdonadme, que por vuestras oraciones la Santísima Virgen me ha librado del infierno, y me ha devuelto a la vida. (Id. Ib. C III9).
Oración final para todos los días
Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha.
Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.
Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén.
Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.
Avemaría... (x 3)