sábado, 27 de septiembre de 2025

28 DE SEPTIEMBRE. SAN WENCESLAO, DUQUE DE BOHEMIA, MÁRTIR (908-936)



28 DE SEPTIEMBRE

SAN WENCESLAO

DUQUE DE BOHEMIA, MÁRTIR (908-936)

N la mañana del 28 de septiembre del año 936, un mártir salpicaba con su sangre los muros sagrados de la iglesia de San Cosme y San Damián —en Boleslavia—, víctima de uno de los crímenes más horrendos que registra la historia humana: era el primogénito de los príncipes Wratislao y Dragomira, Wenceslao, duque de Bohemia, héroe nacional, padre y celestial Patrono de su Patria...

En Stochov —Checoeslovaquia— germina el tallo de esta vida, destinada a ser tea de discordias familiares, foco de envidias, blanco de odios, flor de santidad y de martirio. La aurora de su nacimiento alumbra un drama en carne viva, en cuyo reparto le corresponde el papel de víctima. Su padre —prototipo del gobernante cristiano, leal, generoso, amigo de la paz— muere pronto. Su madre es una mujer cruel, vengativa, ambiciosa, con corazón de hiena y alma de fanática pagana. En manos de esta mala hembra quedan, desamparados, Wenceslao y su hermano Boleslao. ¿Cómo va a florecer en ellas el príncipe que por su santidad y cristiana política conquistará una nación entera para la fe de Cristo?...

Pero ahí está su santa abuela, Ludmila, con las llaves de la Providencia. Mientras que Boleslao recibe las perversas lecciones de su madre, Wenceslao halla. en su abuela la sombra bienhechora, la mano dulce y santa de esa mujer que no falta nunca en la forja de las grandes almas. Lo hace bautizar, siembra en su alma virgen la semilla del Evangelio, lo envía al colegid de Budweis. dirigido por un sacerdote católico, lo educa, en suma, como a quien ha de sentarse en un trono y ser delegado de la justicia de Dios.

Llega la hora de empuñar el cetro. Y con ella el momento de las intrigas. Dragomira, tras echar en cara a su suegra el haber hecho de su hijo un monje en vez de un príncipe detenta el poder, con propósito de traspasarlo a Boleslao, más dócil a sus criterios, como modelado a su imagen y semejanza. La nación, empero, reconoce al primogénito, y la madre se ve obligada a retirarse. En su alma envenenada nace entonces una idea diabólica: deshacerse de su suegra y de su hijo. Ludmila es fácil presa para su refinada sevicia: unos desalmados le sofocan la vida con su propio velo y hacen de ella una mártir. Eliminar, en cambio, a Wenceslao, no es tan sencillo. porque la opinión pública está dividida. Sin embargo, esta desnaturalizada madre que le ha dado el ser no cejará de maquinar contra su vida, hasta arrebatársela también impíamente.

El primer atentado fue una inteligencia secreta con Radislao de Kurín, para que invadiera Bohemia. Wenceslao, puesta en Dios su confianza, no sólo salió al encuentro de su enemigo, sino que concertó con él un combate personal a fin de evitar derramamientos de sangre. Mas, he aquí que, al arremeterse, vio el de Kurín a dos ángeles al lado del joven Duque, y cayó a sus pies pidiéndole perdón. Allí quedó firmada la paz que trajo al pueblo de Bohemia los mejores días de gloria.

El corto reinado de Wenceslao es, en efecto, justiciero y fecundo. Cumpliendo los deberes de su cargo con rectitud y fortaleza, lleva a cabo una tarea apostólica y diplomática difícil de superar: logra aglutinar la diáspora de pueblos que integran el país; establece una política de paz y reconciliación con el Imperio; suprime los patíbulos y transforma las cárceles en hospitales; llama a los sacerdotes expatriados durante la calamitosa regencia ; construye templos suntuosos, como la iglesia de San Vito de Praga; favorece las artes y las ciencias; dicta normas de moralidad; se prodiga en limosnas... «Fue —dice un contemporáneo— guardador de la disciplina del Señor, veraz en sus palabras, justo en sus juicios, fiel en sus promesas, piadoso sobre toda ponderación humana... Observaba sin desmayo las virtudes de la humildad, de la paciencia, de la mansedumbre y de la caridad». La devoción a la Sagrada Eucaristía es la nota característica de su espiritualidad. Todos los días procura que se ofrezca el Santo Sacrificio de la Misa, y él mismo, con trigo de su cosecha y uvas de su viña, prepara el vino y las hostias. Tiene envidia de los ministros del altar, y hubiera sido sacerdote, de no haber tenido que ser rey...

El dedo de Dios había escrito que la corona de los reyes de Bohemia debía descansar sobre la cabeza de un Mártir. Y así fue. Se formó una infame conspiración, instigada por Dragomira y dirigida por Boleslao. Éste —en el mes de septiembre de 936— envió a su hermano la siguiente invitación: «Ven a Boleslavia a pasar con nosotros la fiesta de San Cosme y San Damián y luego celebraremos en santa compañía la de San Miguel». Wenceslao, bueno hasta la ingenuidad —o santo hasta el heroísmo— aceptó. Y en el mismo umbral de la iglesia entregó su hermosa vida, cosido a puñaladas por el fratricida Boleslao y sus pérfidos cómplices.

Wenceslao había cristianizado a su Patria y le había dado un puesto en el consorcio de las naciones civilizadas, y Bohemia, agradecida, le honró como a Santo, le llamó héroe nacional y padre de la patria y lo proclamó su celestial Patrono. Con su lanza, llevada a la vanguardia de los ejércitos, se asegurar la victoria. Por eso alrededor de su estandarte, adornado con el águila negra, se han agrupado siempre los buenos patriotas de Checoeslovaquia.