DÍA DÉCIMO TERCERO
POR LA PACIENCIA, SE CONSERVA LA PAZ
MES
en honor de
N. S. DE LAS MERCEDES
Padre Antonio Pastor Codesal, OP
ORACIONES PARA INICIAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
Oración primera para todos los días
Por la señal…
ORACIÓN
Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio. Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.
Se lee lo propio para cada día.
DÍA DÉCIMO TERCERO
MEDITACIÓN
POR LA PACIENCIA, SE CONSERVA LA PAZ
Del todo contrario son los efectos de la paciencia y mansedumbre. La serenidad del juicio, la tranquilidad de porte y de conducta, el dominio sobre las pasiones en los momentos difíciles, suponen una fuerza sobrehumana, y dan, al mismo tiempo la categoría de alta superioridad a las personas que, por estos medios, mejor que por la ira y la venganza, logran dominio y triunfo en la vida. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra, dijo el divino Maestro (S. Mt. C. V)
Aprende a dominarte. Cuando recibas ofensas o injurias, en vez de pensar en iras y venganzas, piensa en lo que tú has ofendido a Dios y cómo Él te continúa amando; piensa en lo que los hombres ofendieron a Jesús, y cómo Él les hacía beneficios y cómo murió por todos, repite la frase del Padrenuestro: Perdónanos nuestras deudas así como perdonamos a nuestros deudores.
Fija tu consideración en Jesús que no se quejaba cuando lo maldecían; que fue a la muerte como manso cordero. Fija tu consideración en la Virgen María, que sufrió tanto de parte de los hombres, en su más grande amor, que era su Hijo, y con tanta paciencia pensando que así cumplía las disposiciones del cielo.
En Belén, en la huída a Egipto, en Egipto, en Nazaret, en Jerusalén, en toda Palestina, en el Calvario, cuánto no penaría la Virgen María… no hubo dolor semejante a su dolor, porque no hubo amor semejante a su amor entre las criaturas.
EJEMPLO
En 1685 los turcos invadieron Europa, ganaron varias batallas, llegaron a poner cerca a la importante ciudad de Viena. Momentos hubo en que los defensores creyeron su causa perdida, sosteniendo su esperanza con la continua invocación a la Virgen María. El 8 de septiembre de dicho año se hallaban los cristianos reducidos ya al último extremo. En esto reciben la noticia de que se acercaba un ejército polaco del mando de Sobieski para liberarlos, con lo cual se reanimaron. Sobieski hizo celebrar una misa a la Santísima Virgen oyéndola él de rodillas y rezando el Santo Rosario, después acometió a los turcos con estas palabras: “marchemos bajo la protección poderosa de la Madre de Dios”.
El resultado fue que Sobieski entró luego triunfador en Viena, que entusiastamente lo aclamaba su salvador (Id. Ib. p. 139).
Oración final para todos los días
Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha.
Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.
Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén.
Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.
Avemaría... (x 3)