DÍA VIGÉSIMO
6º DÍA DE LA NOVENA
SEÑALES Y EFECTOS DE LA ENVIDIA
MES
en honor de
N. S. DE LAS MERCEDES
Padre Antonio Pastor Codesal, OP
ORACIONES PARA INICIAR
Y FINALIZAR CADA DÍA
Oración primera para todos los días
Por la señal…
ORACIÓN
Santísima Virgen María, el dulce y consolador título de Nuestra Señora de las Mercedes manifiestamente nos dice cómo es de compasivo vuestro Corazón y de poderoso vuestro auxilio. Pues echad sobre nosotros una mirada de compasión; ved nuestras almas con tantas cadenas de vicios y pecados; nuestra vida con tantas angustias y tribulaciones, sed Redentora de nuestras vidas y de nuestras almas, y; alcanzadnos la merced de vivir cristianamente, de morir santamente, de reinar gloriosamente en el cielo. Amén.
Se lee lo propio para cada día.
DÍA VIGÉSIMO
MEDITACIÓN
SEÑALES Y EFECTOS DE LA ENVIDIA
Como dice el más grande sabio doctor de la iglesia, Santo Tomás de Aquino (S. Th. 2a 2a e 9-36 a 2) “el envidioso se dedica a disminuir la gloria ajena, unas veces secreta y cobardemente con la murmuración escondida, otras de un modo manifiesto con la pública detracción, sin que pueda disimular la tristeza de los biene, ni el deleite en los males del prójimo. Y como el deleite produce amor, y la tristeza odio, ama el mal y odia el bien del prójimo, terminando con odiar a la misma persona, lo cual es la muerte de la caridad”. Maestros en la murmuración son los envidiosos, por lo mismo que mucho la ejercitan, aparentan que sólo al bien público y a la santidad de la religión miran en sus palabras.
Este es uno de los pecados más poderosos y perjudiciales que hay, y que más extendido tiene su imperio por el mundo, especialmente por las cortes y palacios, y casas de señores y príncipes; aunque ni deja universidades, ni cabildos, ni religiones por donde no corra (V. P. Grandada ibid).
Sus efectos llegan a los más graves extremos. Por la envidia del diablo entró la muerte en el orbe de la tierra (S. P. II 24). Por envidia Caín mató a su hermano, el justo Abel (Gen. c. IV, 8). Por envidia Saúl persiguió de muerte a David (Ceu c. XXVII, 4). Y hasta en el mismo Redentor puso sus manos la envidia que lo calumnió, persiguió, atormentó, y, por fin, lo hizo morir en una cruz.
EJEMPLO
Al llegar un misionero a un pueblo preguntó al Sr. Cura si no habría en el lugar alguna alma piadosa en cuyas oraciones pudiera fiarse el buen éxito de la misión. Le fue indicada una pobrecita, mendiga, anciana contenta con su pobreza, que ordinariamente iba a rezar el Rosario a la Iglesia. La llamó el misionero y le encargó que mientras él predicara rezara el Rosario a su intención.
La misión se terminó con muy copioso fruto, y como el Sr. Cura diera las gracias al P. misionero, este le respondió: “es la pobrecita mendiga a quien usted debe agradecer los frutos de esta misión” (Id. Ib. p. 89).
Oración final para todos los días
Santísima Virgen de las Mercedes, Madre queridísima y Reina soberana de mi corazón. Yo os consagro en este día todo mi ser y os pido mercedes para todas mis necesidades. Os consagro mi inteligencia para que Vos la iluminéis con la lumbre de fe viva; os consagro mi corazón para que Vos lo gobernéis con la dulce y segura fuerza de vuestro amor; mi cuerpo y mis sus sentidos para que para que Vos los guardéis de obras malas; os consagro mi vida, para Vos la conduzcáis por los caminos de Dios; que son los del cielo y la eterna dicha.
Y humildemente os pido mercedes para todas mis necesidades; la merced de vuestro poderoso auxilio contra los tres mortales enemigos del alma: mundo, demonio y carne; las pompas del mundo, las tentaciones del demonio, y las malas inclinaciones de la carne; y finalmente la perseverancia en la Divina Gracia para salvarme.
Quiero vivir y morir en la dulce y dichosa esclavitud de vuestro amor. No me abandonéis, oh mi amada Virgen de las Mercedes; guiadme en la vida, asistidme en la muerte y recibidme en la gloria. Amén.
Tres Avemarías para que la Virgen María, Redentora de cautivos, nos libre del cautiverio de los tres enemigos del alma: mundo, demonio y carne, y nos conceda la gracia que le pedimos.
Avemaría... (x 3)