MI CASA, CASA DE ORACIÓN SERÁ LLAMADA. Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
MARTES DE LA I SEMANA DE CUARESMA
Comentarios al Evangelio
de la Catena Aurea de Santo Tomás de Aquino
Mateo
21, 10-16
Y cuando entró en Jerusalén, se conmovió toda la
ciudad, diciendo: "¿Quién es éste?" Y los pueblos decían: "Este
es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea". Y entró Jesús en el templo de
Dios, y echaba fuera a todos los que vendían y compraban en el templo; y volcó
las mesas de los banqueros, y las sillas de los que vendían palomas. Y les
dice: "Escrito está: mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros
la habéis hecho cueva de ladrones". Y vinieron a El ciegos y cojos, en el
templo, y los sanó. Y cuando los príncipes de los sacerdotes y los escribas
vieron las maravillas que había hecho, y los muchachos en el templo gritando y
diciendo: "Hosanna al Hijo de David", se indignaron. Y le dijeron:
"¿Oyes lo que dicen éstos?" Y Jesús les dijo: "sí: ¿Nunca
leísteis que de la boca de los niños y de los que maman sacaste perfecta
alabanza?" (vv. 10-16)
San Jerónimo
Habiendo
entrado Jesús con todas aquellas gentes, toda la ciudad de Jerusalén se
conmovió, admirando que viniera tanta gente y desconociendo la causa. Por esto
dice: "Y cuando entró en Jerusalén, se conmovió toda la ciudad diciendo:
¿Quién es éste?"
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Se admiran
con razón cuando ven aquella cosa admirable: un hombre que era aclamado como si
fuese Dios; y Dios que era alabado en un hombre. Y yo creo que ni aun los
mismos que lo aclamaban sabían lo que aclamaban; pero el Espíritu Santo,
habiendo entrado en ellos de repente, les inspiraba aquellas palabras de
verdad.
Orígenes, homilia 15 in Matthaeum
Y cuando
entró Jesús en Jerusalén, asombrados ante aquellas virtudes sobrenaturales
decían: ¿quién es este Rey de la gloria? ( Sal 23,8).
San Jerónimo
Y a los
demás, que dudaban o preguntaban, les contestaba la plebe. Por esto sigue:
"Y los pueblos decían: Este es Jesús", etc. Siempre suele suceder que
las cosas empiezan por poco cuando han de llegar a mucho. Llaman profeta a
Aquel de quien Moisés había dicho que vendría uno semejante a él, de Nazaret de
Galilea, porque allí había sido educado, para que como la flor del campo se
alimentase con la flor de las virtudes.
Rábano
Debe
advertirse que esta entrada de Jesús en Jerusalén se verificó cinco días antes
de la Pascua. Refiere San Juan (cap. 12) que, seis días antes de la Pascua,
había venido a Betania y que al amanecer había montado en un pollino y había
venido a Jerusalén. En esto debe notarse la gran conformidad que hay no sólo en
las cosas, sino también en las épocas, tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento. En el día décimo del mes primero estaba mandado que se trajese a la
casa el cordero que se había de inmolar en la Pascua, porque el Señor, en el
día décimo del mismo mes -esto es, cinco días antes de la Pascua- había de
entrar en la ciudad en que había de padecer.
Prosigue:
"Y entró Jesús en el templo".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Esto era
propio de un buen hijo, el pasar en seguida a la casa de su padre para
tributarle allí el honor debido. Y del mismo modo tú debes imitar a Jesucristo:
cuando entres en alguna ciudad debes lo primero ir a la iglesia. Esto también
era propio de un buen médico, porque cuando entra en una ciudad enferma para
curarla debe, en primer lugar, conocer el principio del padecimiento. Porque
así como del templo sale todo lo bueno, así del templo procede todo lo malo.
Cuando el sacerdocio es bueno, toda la Iglesia resplandece; pero si es malo,
toda la fe se debilita. Así cuando ves un árbol que tiene las hojas amarillas,
conoces que tiene algún vicio en la raíz; pues del mismo modo, cuando veas un
pueblo indisciplinado, debes comprender que sus sacerdotes no son buenos.
Prosigue:
"Y echaba todos los que vendían", etc.
San Jerónimo
Debe tenerse
en cuenta también que según lo prescrito en la Ley, los judíos debían venir al
templo del Señor de todo el mundo y debían acudir desde todos los países en que
habitaban. Por este motivo se sacrificaban multitud de víctimas -especialmente
en los días festivos-, de toros, de corderos y de chivos. Y con el objeto de
que los pobres no dejaran de ofrecer sus sacrificios estaba mandado que éstos
ofreciesen pichones de palomas y tórtolas. Sucedía también que los que venían
de lejos no tenían víctimas. Razón por la que los sacerdotes inventaron el modo
de facilitarles la manera de ofrecerlas, así como todos los animales -que se
podían necesitar para el culto-, y por esto vendían. Además con el fin de
venderlas a los que no tenían ellos mismos volvían a vender las que recibían.
Esta maniobra astuta quedaba frecuentemente desbaratada por la pobreza de los
peregrinos, que carecían de recursos y no sólo no traían víctimas sino que
tampoco tenían con qué comprarlas. Por lo tanto, pusieron allí cajeros que
daban dinero prestado con algún interés. Como estaba mandado en la ley que
ninguno diese dinero con usura, y como no podía utilizarse el dinero procedente
de ella, y como de esto no le resultaba beneficio alguno, sino que antes al
contrario, perdían algunas cantidades, inventaron otra maña -esto es otra arte-
para poder obtener beneficios, y para poder sostener cambistas en vez de
prestamistas. Recibían, pues, como interés garbanzos tostados, pasas de uvas, y
manzanas de diversas clases. Por lo tanto, como los cambistas no podían recibir
usura en metálico, la recibían en especie. Y así, lo que no se podía exigir en
dinero lo exigían en estas cosas que después reducían a dinero. Casi esto mismo
dijo Ezequiel en estas palabras: "No recibiréis usura ni superabundancia
alguna" ( Ez 18,17). Bajo este aspecto, el Señor vio que su casa se había
convertido en casa de negociación o de hurto. Y movido entonces por el ardor de
su espíritu arrojó del templo a una multitud de gente.
Orígenes, homilia 15 in Matthaeum
Porque allí
no debían vender ni comprar, sino únicamente dedicarse a la oración los que se
reúnen en la casa de oración. Por esto sigue: "y les dice: Escrito está,
que mi casa se llamará casa de oración" (según dice Isaías, cap. 56).
San Agustín, regula ad servus Dei, 3
Nadie haga
cosa alguna en el oratorio, sino aquéllas a las que está destinado y de las que
este recibe el nombre.
Prosigue:
"Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones".
San Jerónimo
Aquel que
convierte el templo del Señor en cueva de ladrones es ladrón, que desea obtener
ganancias por medio de las cosas de religión. A mí me parece que entre los
muchos prodigios que hizo Jesucristo, éste fue uno de los mayores; porque un
solo hombre, despreciable en aquellos días -tanto, que poco después fue
crucificado-, pudo arrojar tanta multitud de gentes a fuerza de golpes que daba
con un solo látigo, en presencia de los escribas y de los fariseos, que
bramaban contra El y veían que se destruían sus ganancias. Salía fuego de sus
ojos y éstos brillaban como las estrellas, resplandeciendo en su cara la
majestad de la divinidad.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,67
Es indudable
que el Señor no hizo esto una vez sola, sino dos veces; porque de la primera
habla San Juan y de la segunda los otros tres evangelistas.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1
Y en esto se
agrava la acusación contra los judíos; porque habiendo hecho esto por dos
veces, sin embargo, permanecían en su demencia.
Orígenes, homilia 15 in Matthaeum
En sentido
espiritual puede decirse que el templo de Dios es la Iglesia de Cristo. Hay
también muchos en ella que no viven espiritualmente -como se debe-, sino que
obran según los deseos de la carne. Por sus actos convierten la casa de
oración, construida de piedras vivas, en cueva de ladrones. De modo que con
seguridad podemos decir que son tres las clases de personas arrojadas del
templo: todos aquellos cristianos que no se ocupan más que de comprar y vender
y no oran ni ejecutan otras buenas obras sino rara vez, son los que compran y
venden en el templo. Los diáconos, que no administran bien los fondos de las
iglesias, y que se enriquecen a costa de los pobres, son los prestamistas de
dinero que tienen las mesas de las recaudaciones que Jesucristo derribó (que
los diáconos presidían las mesas de las recaudaciones eclesiásticas, lo leemos
en los Hechos apostólicos). También los Obispos que entregan las iglesias a los
que no deben son los que venden las palomas, esto es, la gracia del Espíritu
Santo, cuyas cátedras derribó Jesucristo.
San Jerónimo
Según se
comprende a primera vista, las palomas no estaban en las cátedras sino en las
canastas, a no ser que se diga que los que vendían palomas se sentaban en las
cátedras, lo cual es un absurdo. Por las cátedras, lo que se da a conocer, es
la dignidad de los que enseñan, la cual queda anulada en el momento en que la
enseñanza está inspirada sólo por la ganancia. Obsérvese también que los
altares de Dios son llamados mesas de prestamistas por la avaricia de los
sacerdotes. Lo que hemos dicho acerca de las iglesias, cada uno debe entenderlo
de sí mismo, porque como dice el Apóstol: "Vosotros sois templo de
Dios" ( 2Cor 6,16). Por lo tanto, que no haya negocio alguno en la casa de
vuestro corazón ni ambición alguna de bienes temporales, no sea que Jesús entre
airado y furioso y no limpie su templo de otra manera que por medio del látigo,
volviendo a convertirlo de cueva de ladrones en casa de oración.
Orígenes, homilia 15 in Matthaeum
En su
segunda venida despedirá y arrojará a aquéllos que encuentre indignos de estar
en el templo de Dios.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Y también derribó las mesas de los prestamistas, lo que significa que en el templo de Dios no debe haber más monedas que las espirituales, que llevan la imagen de Dios, no las que llevan el sello terreno. Derribó las cátedras de los que vendían palomas, clamando ipso facto: ¿Qué hacen en el templo esta multitud de palomas para vender si ya ha bajado una paloma gratuita al templo de mi cuerpo?
Y lo que las
turbas suplicaban, el Señor lo da a conocer por medio de las obras. Por esto
sigue: "Y vinieron a El ciegos y cojos, en el templo, y los sanó".
Orígenes, homilia 15 in Matthaeum
En el templo
de Dios (esto es, en la Iglesia), en verdad que no todos ven ni todos andan
bien. Sólo sanan aquellos que entienden que de nadie sino de Cristo se necesita
para curarse y se acercan al Verbo de Dios.
Remigio
Esto de
sanar en el templo significa que los hombres no pueden ser curados sino en la
Iglesia, a quien se le ha dado facultad de atar y de desatar.
San Jerónimo
Si
Jesucristo no hubiese derribado las mesas de los prestamistas y las cátedras de
los que vendían palomas, los ciegos y los cojos no hubiesen merecido conocer la
luz primitiva ni sentir en el templo una profunda impresión.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1
Y como los
príncipes de los sacerdotes no lo comprendían así sino que se indignaban de los
demás milagros y de las aclamaciones de los niños que gritaban, por esto sigue
el texto: "Y cuando los príncipes de los sacerdotes vieron", etc.
San Jerónimo
Como los
sacerdotes no se atrevían a poner sus manos sobre el Salvador se contentaron
con calumniar sus acciones y el testimonio del pueblo y de los niños que
clamaban: ¡Hosanna al Hijo de David! Bendito el que viene en el nombre del
Señor. Porque esto no se puede decir más que sólo del Hijo de Dios. Vean, pues,
los Obispos y todos los hombres santos cuánto peligro corren al dejar decir
estas cosas por ellos, siendo así que tratándose del Señor, de quien se decía
esto en verdad, (porque todavía no era firme la voluntad de los que creían) se
quería hacer aparecer esta alabanza como un crimen.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Sucede a una
columna que si se inclina un poco, cuando recibe peso se inclina más hacia
aquel lado. Así, cuando el corazón del hombre es malo, si ve u oye hablar de acciones
de un hombre justo, no las aplaude, sino que por el contrario se excita más
bien a la envidia, los sacerdotes se irritaron de este modo contra Jesucristo
diciendo: "¿Oyes lo que dicen éstos?"
San Jerónimo
Pero la
contestación del Salvador fue muy prudente, no dijo (lo que los escribas
querían oír): hacen bien los niños en dar testimonio de mí; ni tampoco: se
equivocan, son niños y debéis dispensar a su edad, sino que al aducir el pasaje
del Salmo 8, y callando el Señor, les presenta un ejemplo tomado de las
Sagradas Escrituras, que confirman las palabras de los niños. Y por esto sigue:
"Mas Jesús les dijo: Ciertamente nunca leísteis que de la boca de los
niños sacaste perfecta alabanza".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Como
diciendo: Sabed que éstos claman así por causa mía. ¿Acaso es culpa mía que el
profeta haya predicho con tantos cientos de años de anticipación lo que hoy
sucede? Los niños y los que maman no pueden conocer ni alabar a nadie. Se
llaman niños, no por su edad, sino por la sencillez de su corazón; y que maman,
porque, con la suavidad de la leche, casi como que claman, movidos por la
complacencia de cosas admirables. Se llama leche, pues, la ejecución de cosas
milagrosas, porque los milagros no exigen trabajo alguno de los que los ven
sino que se complacen en su admiración, y con más suavidad invitan a la fe. El
pan es la enseñanza de la perfecta santidad, que no pueden recibir sino cuando
sus sentidos son movidos al conocimiento de las cosas espirituales.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 67,1
También puede decirse que representaba para los gentiles y servía para los apóstoles de gran consuelo, y para que no se afligiesen sino que pudiesen predicar, quiso que sus hijos le precediesen deponiendo su temor, puesto que les había de confiar la predicación que había hecho cantar por medio de estos niños. También significa este milagro, que Jesucristo es el autor de la naturaleza, porque los niños decían cosas significativas, conformes con los profetas, mientras que los hombres decían necedades y cosas llenas de furor.
17-22
Y dejándolos, se fue fuera de la ciudad a Betania, y se
estuvo allí. Y por la mañana, cuando volvía a la ciudad, tuvo hambre. Y viendo
un árbol de higuera junto al camino, se acercó a ella; y no hallando en ella
sino hojas solamente, le dijo: "Nunca jamás nazca fruto de ti". Y se
secó al punto la higuera. Y viéndolo los discípulos, se maravillaron, y decían:
"¿Cómo se secó al instante?" Y respondiendo Jesús, les dijo: "En
verdad os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no tan solamente haréis
esto de la higuera, mas aun si dijereis a este monte: Quítate y échate en la
mar, será hecho. Y todas las cosas que pidiereis en la oración, creyendo, las
tendréis". (vv. 17-22)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 38
Se puede
vencer mejor la malicia de los hombres cediendo que contestando. Porque la
malicia no escucha razones, sino que se excita con ellas y, por lo tanto, el
Señor se propuso vencer la de aquellos, separándose, y no reprimirla,
respondiendo. Por esto dice: "Y dejándolos, se fue fuera de la ciudad a
Betania", etc.
San Jerónimo
En esto debe comprenderse, que aunque el Señor era muy pobre, a nadie aduló para merecer un hospedaje en aquella gran ciudad, en donde no encontró habitación donde descansar. Sin embargo, la encontró en un pueblo pequeño, en donde habitaban Lázaro y sus hermanas. Este pueblecito se llamaba Betania. Por esto sigue: "Y se estuvo allí".